jueves, 24 de diciembre de 2020

QUERIDO PAPÁ NOÉ

QUERIDO PAPÁ NOÉ  21-12-2020

 Querido Papá Noé: ya sabes que me costó mucho aceptar tus visitas, porque soy muy tradicional y cuando mi fantasía infantil era un hecho, ni te conocía, ni te eché de menos porque creí en ellos: en Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente y sigo creyendo, porque me traían lo que les pedía (o no).

 Tuve que claudicar y aprender a quererte (un poco) cuando te invité a venir a mi casa cada Nochebuena desde la primera en la vida de mi hija Laura, es decir, hace una cuarenteña de años.

Una cuarenteña de años en los que sin faltar uno, a regañadientes te invité a pesar de que en tu visita llegabas cargado de regalos para todos nosotros.

Tres hijas y dos nietas preciosas después y aun así, perdóname gordito oh oh oh, sigo sin sentirte “tradición” en mi casa. Sigo prefiriendo que sean mis queridos Reyes Magos, los Reyes Magos de mi infancia los que traigan mis regalos como lo hacían desde que era una niña y creía que la magia de la Navidad existe y existirá siempre, aunque Noé a decir verdad, y pese a saber que te recibiría con los brazos un poco prietos, siempre me traías los regalos más bonitos que nadie puede soñar… culpables bien es cierto, mis hijas que te escribían la carta y ellas siempre aciertan en mis gustos, en mis tallas y en mis sueños. Perdona que insista, pero yo sigo escribiendo a Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque soy más de bisutería que de oro, el olor del incienso me gusta al pasar por la puerta abierta de una iglesia en verano (cosas mías y de mi “Olor de los recuerdos”). La mirra sigo sin saber lo que es, ni falta que me hace.

 Hoy mi querido Papá Noé (ni mamá tampoco), vengo a decirte que leas con mucha atención la carta que te ha escrito mi nieta Lucía. No dejes que sea uno de tus Elfos quien la lea y mucho menos uno de tus renos. Es tan importante lo que ella te pide, que has de ser tú en  oronda persona quien lo lea para que no vayas a olvidarte ese regalo en tu saco o en el asiento trasero de tu trineo.

Es un regalo que ni pesa ni abulta, ni se rompe o estropea. Si se lo traes, prometo abrirte de par en par la ventana para que no te atasques en mi imaginaria chimenea.

Recuerda que este año no debes dejar tus regalos en mi casa, no vamos a celebrar juntos como siempre la cena de Nochebuena, vamos a ser sensatos: vamos a cenar cada uno en nuestra casa, porque aunque de estar juntos nos morimos de ganas, no queremos morir del Coronavirus, que tanto se estila esta temporada.

Espero que el G.P.S de Rodolfo funcione y llegues a la casa de mis nietas tan perfectamente como llegan cada  de Enero sus mágicas Majestades. Querido Papá Noé, esta será la primera vez que no llegarás sin ser visto mientras a mis niñas les maquillan sus tías. La primera vez que no disfrutaré de sus nervios, no veré sus caritas al ver el montón de regalos que dejas. Ni veré las caras ilusionadas de mis hijas y mis yernos al abrirlos… Te confieso que no ver la de Jose en idéntico momento, no será el peor de los sacrificios para esa noche tan distinta a cualquier otra Nochebuena. Jose es el abuelo más tímido que conozco, y el momento de abrir sus regalos no le hace especial ilusión… A mí sí, me conformo y emociono con cualquier cosa que tengan a bien pedirme (y tú traerme). Sé que lo hacen con su mejor intención y presupuesto, por eso todo me gusta, me vale y lo agradezco.

 Lucía este año no te pide juguetes (bueno sí, alguno), no te pide ropa (bueno, un poquito sí, pero porque ha crecido mucho y necesita más talla). Tampoco te pide regalos raros porque tiene muchos… (Venga vale, alguno raro también te pide), aunque lo primero y más importante que quiere que le traigas, sin importarle si los demás le llegan o no… Todo, todo lo cambiaría por ese precioso y preciado regalo con el que cada noche sueña que le traerás porque te lo pide con todo su corazón de fantasía infantil. Ese regalo es: el fin de la pandemia. Eso te lleva pidiendo desde verano, aunque claro, yo sé que tu magia no llega tan lejos y ella sigue creyendo que sí.

Quiero que siga creyendo que sí, no seré yo, defensora a ultranza de los sueños mágicos de mis niñas,  quien le abra los ojos  Lucía, pero me encantaría que por su falta de egoísmo en lo material, le concedieras a mi nieta ese gran deseo. Irene no te lo pide porque ya lo pide su hermana y ella está muy ocupada en pedirse “todo”. Cosa que ve, cosa que dice tan convencida “¡Me lo pido!”.

 Si a los Reyes Magos les guía la Estrella de Oriente, tu renos, pese a tener la nariz roja como la grana y un brillo singular (del frío supongo) la rojez de su apéndice nasal debe de proporcionarles muy buen olfato, pues pese a que en mi casa no tenemos bolas (más o menos), ni árbol de Navidad, ni espumillón, ni muérdago, siempre encontraron el camino para dejar aquí los mágicos encargos.

Querido e imaginario Papá Noé, si tienes a bien conceder el deseo principal de Lucía, el mundo entero te lo agradecerá. Si Lucía te pide un imposible que ni toda la magia, ilusión y fantasía podrían conseguir; yo además de ese maravilloso deseo, te pido que brille siempre en mis nietas Lucía e Irene, esa luz en sus miradas que iluminan mis noches y mis días. Que no pierdan jamás la ilusión, la fantasía, la magia y el espíritu Navideño que con ellas volvió a mi casa para siempre.

Al afrontar las presentes Navidades añoramos más las pasadas... Felices fiestas de cautela, cordura y esperanza en que pronto habrá terminado la pesadilla.

Con todo mi corazón feliz Navidad como quiera que la pasemos. Nos esperan muchas más para disfrutarlas plenamente.


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