Crítica positiva
publicada en mi estado de WhatsApp, Facebook e Instagram. Hoy os la dejo aquí
porque me parece interesante destacar el hecho que narré y al no poder publicarlo
aquel día en este Blog, estimo que alguno de vosotros no pudo leerlo. Incluso quien
sabe si la casualidad quiera que las dos muchachitas aludidas puedan ahora llegar
a verlo, pues para ellas está especialmente escrito.
Muchas gracias por vuestra atención queridos lectores míos. Mi máximo cariño y respeto a todos vosotros.
Marisa Pérez 10/10/2024
La cosa es que, desde hace muchos años, escucho y compruebo, que la juventud es irrespetuosa, que van a lo suyo, que beben sin sed y cometen vandalismo sin ton, ni son, ni castigo por los hechos, ni reprimenda familiar, y que por eso se creen dueños de todo el espacio común.
En muchos casos eso es cierto, porque lo es, y porque quien hace ruido, aunque sean menos, se les oye más que a las mayorías silenciosas.
Es cierto que esos irreverentes, merecerían no ver la luz del sol del día siguiente, guardados a buen recaudo después de esas noches en las que destrozan por destrozar, y molestan por afición, mientras sus madres, padres y abuelos duermen plácidamente, y seguramente tranquilos, porque “como están en el pueblo, los críos no tendrán peligro”, y los consienten trasnochar hasta horas poco apropiadas para niñatos, que en verdad, el peligro son ellos para el pueblo, y no el mundo para ellos.
Padres, madres y abuelos que no admiten queja de sus intachables imberbes. Es más fácil tapar la fechoría, “acusando” al mensajero, que admitir que sus lampiños merecerían un correctivo. ¡¡¡Qué lástima!!!
La cosa es que siempre he defendido a la juventud, evitando generalizar: meter a todos en el mismo saco, porque recuerdo que un día fui joven y tuve jóvenes hijas que no fueron de esa calaña ¿Tendrá que ver la educación recibida en casa? ¡¡Seguro que sí!!
Pero como “de todo hay en la villa del Señor”, hoy quiero hablar de esa juventud silenciosa, y que por serlo –jóvenes silenciosos- no se hacen notar y parece que no existieran.
Jóvenes que viven felices esa etapa de sus vidas que será corta y no volverá. Joven sólo se es una vez y muchos –la mayoría- optan por ser educados, respetar, divertirse sanamente y prepararse para ser adultos intachables.
Concretamente esta crítica positiva es para alabar el gesto magnífico que viví el sábado, de mano de dos jovencitas.
Esperaba el comienzo de un espectáculo guardando sitio a mi prima; mujer de edad suficiente para tener sus fuerzas ya no tan dinámicas como cuando era más joven.
Ella venía temerosa porque alguna vez sufrió accidentes de estos que decimos “tontos”, que la mantuvieron hospitalizada, operada y o impedida durante meses.
Como digo, temerosa, pensó que no podría subir el escalón tan alto hasta llegar al sitio guardado y esas dos muchachitas no dudaron en levantarse y ayudar a mi prima a acomodarse en su grada y disfrutar del espectáculo, que una vez terminado, y tras recoger a cachitos nuestras maltrechas rabadillas, pegadas a la madera del asiento habitual de dichos eventos, dejamos bajar al grueso de espectadores más ágiles que nosotras, para salir despacito sin temor a un empujón.
Bien, pues estas dos muchachitas, pudiendo haber salido de las primeras, evitando el gentío que se forma en cualquier salida de espectáculo que se precie, se habían quedado para ayudar de nuevo a mi prima y no soltaron su brazo hasta que nos vieron a las dos seguras en el suelo firme.
Sí, “la juventud” no es sólo “juventuza”. Los hay magníficas personas que como no dan bulla, parece que no existieran, por eso aquí estoy para alabar y agradecer su gesto.
Muchas gracias muchachas. Ojalá la vida os depare grandes cosas y logréis vuestros objetivos siempre.
Felices fiestas