(Original de 18-MAYO-2006)
Es posible que mi opinión no cuente como crítica, pero quiero darla por cariño y reconocimiento a las personas que se subieron a un escenario con el sólo objetivo de colaborar en la cultura de su pueblo y la satisfacción personal de hacerlo lo mejor que saben… y es mucho.Tras meses de preparación e ilusiones ayer fue el ensayo general de la obra “Cuatro corazones con freno y marcha atrás” que hoy; 18 de mayo de 2006 por fin representaron para sus convecinos.Al ver la obra, olvidé que con algunos de ellos me unen lazos de sangre, con otros de profunda amistad o simplemente les conozco “de toda la vida”. Sobre el escenario vi actores y actrices enfundados en sus personajes y cargados de ilusión por representar lo que con esfuerzo habían ensayado.No es una obra fácil. Son tres actos cargados de humor y complicados diálogos salpicados de palabras y expresiones típicamente alaejanas que enriquecían aun más los textos que escribiera Enrique Jardiel Poncela en 1936.Se movían por el escenario con tanta maestría que parecía que lo hubieran hecho más por profesión durante años que por afición desde hace muy poco tiempo.Entre todos los actores y actrices habían ambientado con esmero el escenario con los distintos decorados que requería cada escena para representar los diferentes actos con que cuenta la obra. Cada uno buscó y arregló los trajes que lucieron a lo largo de la representación con el mismo cuidado e ilusión con que preparan todas y cada una de las actuaciones en que colaboran para engrandecer el futuro y presente del pueblo en el que viven; por eso lo hicieron tan bien. Puedo decir que me sorprendí muy gratamente, pues aunque ya les había visto actuar en alguna pequeña representación, no imaginé que una obra de tal magnitud pudieran llevarla a cabo tan magistralmente.Ellos, me consta, no buscan laureles ni trofeos, tan sólo eso; que se les reconozca el esfuerzo con un aplauso o un simple “gracias” que no siempre llega. Más bien al contrario, todo son piedras en el zapato que les impide en muchos casos seguir caminando en su buen hacer, en su bien sentir y en sus deseos de continuar colaborando y esforzándose sin recompensa.Una de esas grandes piedras fue sin duda tener que ensayar en el teatro con temperaturas bajo cero y sin una calefacción que llevarse a los huesos.Hay que tener mucha fuerza de voluntad para reunirse a las 8 de la tarde del crudo invierno, después del duro trabajo diario; continuar trabajando para aprender los guiones, armados de gorros y bufandas intentando que las palabras pudieran brotar medianamente inteligibles.Finalmente tras tantos sacrificios, había llegado el día del estreno. Poco a poco la sala del teatro se fue llenando de público hasta cubrir por completo el aforo.Jesús, el profesor, al hacer la presentación de la obra, dio las gracias a cuantas personas habían colaborado con el grupo. A la asociación de mujeres de alaejos que han confeccionado las cortinas que Dámaso instaló para hacer de imprescindible telón para sucesivos –y precedentes- eventos. Amén de otras muchas tareas que ha desempeñado sin queja el bueno de Dámaso.También agradeció al público su asistencia, puesto que sin público -dijo- no existiría el teatro.Cierto que el público es importante, pero también es lo más fácil.Acudir -en este caso- al teatro, acomodarnos y disfrutar del trabajo de todos ellos es bonito, pero nunca podrá ser tan gratificante aplaudir como recibir el aplauso en reconocimiento a su trabajo.En este caso el público asistió atento y respetuoso, aplaudiendo incluso hasta en dos ocasiones en mitad de las actuaciones; sin esperar a los entreactos para hacerlo. Así de exitosa fue la representación.Los actores supieron solventar con maestría los pequeños lapsus que fruto de la tensión pudieron tener. Fueron creciéndose en sus actuaciones hasta representar un espectáculo digno de los mejores comediantes.Ánimo amigos. No cejéis en el empeño de hacer las cosas por y para este pueblo. Somos muchos los que agradecemos vuestro esfuerzo y tesón.
1 comentario:
Muchas gracias por la referencia a mi abuelo.
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