BOHEMIAN RHAPSODY LA PELÍCULA 22-11-2018
Confieso
que cuando la vi anunciar pensé que no iría. Estamos demasiado acostumbrados a
que nos vendan biografías en forma de grandes películas que resultan ser burdas
historias sensacionalistas que empleando la vida de algún personaje o
hecho famoso, lo trasladan a hacer un producto comercial para hartarse de amontonar
billetes y no ajustarse en nada o en muy poco a la realidad de lo que
fue, o de lo que en verdad ocurrió.
Tras el
estreno, pese a las buenas críticas de Bohemian Rhapsody, seguí sin
animarme hasta que mi hija Laura la vio y
con la mejor de sus críticas me convenció. Hoy 22 de noviembre, día de
Santa Cecilia patrona de la música y los músicos, fui a verla en su compañía. A
mi niña no sólo no la importaba repetir
experiencia, si no que volver a verla conmigo, le hacía particular ilusión.
Compartir gustos y aficiones es lo que tiene.
Salir
juntas siempre es tan bonito y tan intenso, que teníamos todo a favor para
pasar una tarde maravillosa y así fue.
No fui “Queenera”
ni en sus comienzos ni durante su vida activa. Mis gustos musicales iban
dirigidos a otro tipo de intérpretes. Mi afición por ellos llegó más tarde y de
la mano de un muchacho enamorado de la música de esta banda. Me refiero a Josué,
siempre envuelto en mucha risa y sentimientos profundos. Por un tiempo mi casa
fue la suya y su música la nuestra para siempre.
En aquella
época junto a Josué, vimos varios documentales y muchos vídeos sobre sus admirados
Queen,
aprendí además, que esa música no es
ruido; conocí su particular forma de moverse por el escenario y los rasgos físicos
de sus componentes. Esta tarde en la película está tan logradísima la
caracterización; es tan absolutamente impresionante, que en realidad no veíamos
actores, teníamos delante a la mítica banda en sus jóvenes años.
Es emocionante
imaginar la forma en que nacieron los primeros gestos con el pie de micro que terminó siendo una seña de identidad o ver
surgir las primeras notas de las
canciones que han sonado una y otra vez en nuestras vidas.
Freddie
Mercury nació para Queen y no morirá mientras una sola
persona en el mundo escuche su voz y sienta su música.
La
película trata con exquisito tacto esa parte de su vida y de su muerte con
escenas exentas de morbo. Como debe de ser, porque lo importante de él, era su
música, su voz única e irrepetible y la forma extravagante de llenar el
escenario.
El hombre
vivió como pudo, seguramente no como quiso, aun teniendo todo el dinero del
mundo para alcanzarlo. Murió el hombre, pero no el mito y así lo transmite la
película.
Cuando se
encienden de nuevo las luces de la sala, compruebas que has estado pendiente de
la pantalla casi sin pestañear más de dos horas que se habían pasado en un
suspiro, pero sobretodo te invade una inmensa ternura hacia ese mito
que fue un genio, amado por millones de personas al mismo tiempo; llorado
por los mismos millones aun a día de hoy, y que vivió inmensamente solo al
bajar del escenario y sin tener capacidad para sospechar que además de solo vivía
manipulado al cruzar la puerta de su mansión. Enfermó amado y amando, repleto
de un enorme vacío en el amor.
Freddie Mercury
nació con inmortalidad de mito y grandes debilidades humanas
que le llevaron a realizar ese eterno viaje demasiado pronto.
En la
película también ves como hay quien se aprovecha de esa debilidad del genio y
al sentirse descubierto, trata de
apuñalarlo por la espalda cuando ve que se le escapa la presa. La genialidad
es tanta, que vence sobre el necio que sufre al ver cómo con ese puñal apenas
le hizo un rasguño.
Como
muchos grandes artistas este hombre vivió admirado por inmensidad de desconocidos, que
hubieran querido devolverle un poco de la felicidad que él regalaba con su música
-en este caso- o con sus logros deportivos, humor o interpretación actoral en otros. Ellos
son admirados o amados platónicamente mientras su vida personal está
incomprensiblemente vacía.
Magnífica
escena de la soledad de quien por un puñado de dólares, no tuvo fe
en ellos y perdió la maravilla que durante un tiempo tuvo en sus manos.
Cuantas personas
talentosas –en cualquiera de las ramas
del arte- se hundirán sin ser capaces de salir a flote por ineptos que lo único
que tienen es dinero o “poder”.
Freddy creyó en sí
mismo y no le hizo falta nadie para demostrar al mundo su valía y la de su
banda.
Tampoco se
dejó amilanar cuando otros destacaban por encima de su genialidad un “defecto
físico” que para él no fue nunca
un complejo
con el que le fuera imposible convivir o quizás incluso le ayudó a crear un
estilo propio.
¡Sin duda
quiero volver a ver la película! ¡Sin duda en mi casa seguirá eternamente
sonando Queen!
¡¡Sin
duda, las tardes en compañía de mis hijas, son tan mágicas, que siempre se
quedan cortas y hay que repetir!!
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