ESTEFANÍA, MI SUEGRA 25-03-2019
Pronto
se cumplirán 20 años que ya no está entre nosotros. Mi suegra fue una gran
persona, la quise y me quiso, aunque nunca estuve de acuerdo con ella
en algunas de sus filosofías de vida.
No
tenía ninguna ilusión que no fuera cocinar, limpiar, callar y esperar cada
sábado la visita de sus hijos y nietos. Eso con ser mucho y grande, no puede
serlo todo para ser feliz.
Nunca
viajó por vacaciones; ni tuvo vacaciones
sin viajar. Ni la época, ni la posibilidad económica le hubieran permitido
hacer grandes viajes, y seguramente cuando económicamente pudiera, “ya no
tenía edad” y tampoco creo que fuera su meta.
Cuando
le decía lo bonito que me había parecido este o este otro lugar (yo tampoco
viajaba demasiado entonces, no por ganas, si no por falta de peculio).
Ella decía: “Sí, muy bonito, pero por mucho que me guste, allí tengo que dejarlo,
con lo cual me da igual haberlo visto que no”.
Mi
querida Fanía, cuando te conocí tenías 57 años (Ahora tengo 62 y me siento
llena de vida e ilusiones) tú ya entonces eras una anciana y lo más grande que
hiciste en la vida fue parir a mi marido ¡¡Grande por ello!! Y otros 5 hijos
más. Fuiste una gran madre, pero no viviste. La más “emocionante aventura” que
te escuché contar, era que ibas a por hierva “pa los conejos”.
Como
ama de casa de hace 80 años, esas eran tus inquietudes. Saliste del pueblo sin
convicción, por la obligación de esa época en la que todo el mundo emigraba a
la ciudad buscando mejor porvenir para los hijos. Nunca te hiciste a esa idea,
nunca fuiste aquí tan feliz como lo eras en tu querido pueblo, junto a tu
adorada Virgen y al lado del cementerio donde te gustaba visitar a los tuyos y
hubieras querido descansar. Eso sí lo intenté, pero tampoco lo
logré para ti como homenaje póstumo.
Siempre fuiste una mujer sensata, callada (o resignada), amante de amar a tus hijos y nietos, sumisa del
marido, como tantas otras de la época machista en que transcurrían tus días.
Quemaste tu vida sin inquietudes, sin sueños, sin deseos por cumplir y parte de
ese carácter lo lleva tu hijo pequeño impreso en el sentido y en el carácter.
Tu última noche la pasé contigo en
el hospital donde estabas ingresada. Ya hacía meses que no reconocías ni a tus hijos.
Una enfermera me mandó salir al pasillo para mirarte la tensión y gritaste
mi nombre pidiendo auxilio varias veces.
Cuando pude entrar para
tranquilizarte, tomé tus manos y acaricié tu cara. Me miraste y dijiste nerviosa:
“Yo
a ti te quería”… Aún se me pone el vello de punta al recordarlo. Nunca
más volviste a reconocer a nadie. Unas horas después, descansabas en Paz.
Me
enamoré de él porque me dijeron que era “el alma de la fiesta” y tras 46 años
a su lado, sigo buscando la puerta por donde entrar. Se ve que me regaló el
alma y se quedó con la fiesta “pa dentro”.
Lucho
por abrir su caparazón, y mi esfuerzo es vano. Es lineal, rutinario y romper
la rutina le cuesta tanto, que sólo la rompe por pequeñas sandeces que después tampoco
valora ni disfruta.
Apático,
parco en palabras. Nunca dice lo que piensa o siente ¡¡Vamos, el punto
absolutamente opuesto a mí!! Aún así, sigo amándolo y soporto con infinito
amor su “estatuismo”.
Es
un padre
maravilloso, un marido espectacular, en eso no le
pondré pega alguna. Se vuelve niño con nuestras nietas. Ríe, juega y con ellas hasta
canta si el momento lo requiere.
Lógicamente,
si además fuera detallista y le ilusionara viajar conmigo, sería un
hombre perfecto aunque como me gusta decir: “si además fuera todas esas cosas, el
mundo
me llamaría abusona por tenerlo todo”.
Te
quiero suegra, siempre te agradeceré que me
trajeras al mundo al gran amor de mi vida.
2 comentarios:
¡Vaya homenaje bonito!
Así eran las mujeres de la generación que nos precedió. No se quitaban el delantal para nada, mi abuela tenía un delantal para los domingos jeje.
Con tu compañero es lo del Ying y el Yang, un complemento perfecto. Si fuera igual igual a ti os iba a faltar mapa.
Besos para el hijo de Estefanía y para ti.
Mil gracias por tu paseo por este Blog y por ese precioso comentario.
Un abrazo enorme mis chipioneros y que hoy "Dios... el destino reparta suerte"
Publicar un comentario