Querida amiga Milagros: Espero que al recibo de ésta te encuentres bien. Nosotros bien Gracias a Dios. Así comenzaban las cartas antiguas.
Fue en 2007 cuando el destino colocó tu pupitre junto al mío en aquel curso de inicio a Internet que realizamos en nuestro Alaejos.
Tu voz pausada, mirada sincera y sonrisa franca me hizo saber que eres una gran persona, mucho más allá de tu profesión o la vocación que profesas y transmites con calidez y convicción.
Los amigos no se buscan, se encuentran, y nosotras nos encontramos sin buscarnos.
Nuestros mundos son absolutamente dispares, pero nos unen muchas cosas bonitas. Haber nacido en el mismo pueblo al que amamos profundamente nos hizo tener un primer tema de conversación, y con él, todos los demás.
Tus cartas me llenan de Paz. Siento que puedo confiar plenamente en ti, como se confía en la hermana mayor o en una gran amiga.
Aunque tengamos formas de pensar absolutamente dispares, y que a priori podría parecer que no tenemos nada en común, ya lo creo que lo tenemos…
Al hilo de mi afición a escribir y publicar prácticamente todo lo que escribo, tú siempre encuentras un momento para enviarme un comentario cariñoso, un abrazo de aliento o un tironcito de orejas si lo que lees así lo requiere.
Me emociona que te gusten mis poemas, cartas; que te gusten mis críticas o crónicas lo entiendo, pero que incluso te guste mi loca novela surrealista “Historia Real como la birra misma”, me hace sentir que tienes un gran sentido del humor y me encanta. Todo esto tenemos en común: mil temas de vida sobre los que hablar o debatir.
He podido además abrirte mi corazón de par en par y contarte abiertamente, sin cortapisas, lo que siento, lo que me hace feliz o lo que me apena. Puedo contarte todas mis inquietudes sin temor a reprimenda porque si lo hicieras, sería porque quieres lo mejor para mí. Siempre me entiendes, me aconsejas, me escuchas… Gracias, mil gracias.
Doy gracias a Dios por ponerte en mi camino. Yo creo en el destino, tú sabes de mi sentir más que yo misma y sé que muchas de tus oraciones son para mí y mi familia. A ti, te hará caso el Dios en el que creo desde pequeña.
Hoy amiga cumples un año más y quiero desearte lo mejor. Que pases un gran día en la forma en que ahora se puede.
Espero poder volver a coincidir contigo y charlar de todas las cosas que nos inquietan o nos alegran la vida.
Ojala sea pronto ese encuentro bajo la atenta mirada de la torre de San Pedro. Mientras tanto, te envío un gran abrazo y que toda la bondad de tu corazón se transforme en mucha salud para ti y los tuyos (entre los que me incluyo).
Un abrazo enorme mi querida amiga Milagros.
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