MI
DOCTORA DE CABECERA 03-04-2020
He de decir que siempre he respetado la profesión de médico,
aunque ahora además, haya que reconocerles mucho más su valía por todo lo que
están haciendo por la humanidad en estos duros momentos sobre todo para los
facultativos y sanitarios que están en primera línea de ataque intentando
frenar esta locura que invisible se nos ha colado en la vida poniendo patas
arriba al mundo entero. Sólo espero que cuando esto pase, tanto el respeto de
todos como el reconocimiento laboral sea un hecho para siempre, y no sólo
cuando vemos las orejas al lobo.
Pues justo ahora me decido a publicar esta carta que escribí a mi
doctora; una carta de agradecimiento escrita en verano de 2019, aunque por
esto, aquello y lo otro, finalmente no la publiqué y ahora me apetece mucho
hacerlo. Amplié cositas adaptándola al hoy que vivimos.
Mi querida doctora De Hoyos: Espero que al
recibo de esta te encuentres bien. Nosotros bien gracias a Dios. Mª Jesús, por
la presente, quiero darte las gracias por cómo me tratas en la consulta; porque
me escuchas, me animas, y si tienes que reñirme, lo haces de forma que también
parece que me das la razón.
La casualidad fue mi suerte el día que me quedé en tu consulta en
el mes de marzo del año pasado y desde ese primer día supe que no quería otro
doctor para mí.
No me fue difícil confiar plenamente en ti. Me escuchaste sin
prisa, como se escucha a una amiga. Me aconsejaste como se aconseja a un
paciente y me diagnosticaste como lo hace un buen médico. Desde entonces, cambió
mi forma de vida, asumiendo una nueva enfermedad, y recibiendo el cariño que mi
doctora ponía al comunicarme el diagnóstico. Haciéndome ver lo que debía hacer,
dejando que pudiera elegir mi propia forma de afrontarlo. Sin exigencias, sin
meterme el miedo en el cuerpo ni
menospreciándome al tratarme como a un
bicho raro o un tonel sin corazón ni sentimientos. Así me han hecho sentir
algunos de tus colegas… Afortunadamente no muchos, pero desafortunadamente los
hubo. En cambio rápidamente para ti dejé de ser la Mª Luisa que pone en mi
tarjeta sanitaria, para ser Marisa, como me llaman los míos.
Mi lucha desde entonces no es sólo por mí, porque sé que si
fracaso, también sentirás que fracasas.
Sabes cual es mi mayor sacrificio y aun así lo hacía para obtener
los buenos resultados que te llevaba en las analíticas.
En este confinamiento,
entenderás que no lo lleve tan mal como muchos a los que se les cae la casa
encima.
Ahora que no puedo por razones obvia, hacerme los controles
rutinarios, estoy haciendo bien mis deberes, aunque confieso que celebro algún
“domingo y fiesta de guardar”, porque además de diabética, soy humana, pero
procuro no tener ataques de ansiedad (ni ataques a la despensa) por la
situación que nos está tocando vivir.
También hago los deberes siendo obediente y aplicada, dando mis
paseos dentro de casa; tomo la vitamina “D” cuando el sol desde mi balcón me lo
regala. Puede que así, cuando esto acabe, tú y yo nos llevemos la grata
sorpresa que nos llevamos después de Navidad, que al contrario de la media
humana en esas fechas, adelgacé.
Espero cuando esto acabe, ir a tu consulta victoriosa, con algún
kilo menos, la insulina a raya, la glucosa bajo cero y como siempre el ánimo
alto, muy alto. Por mí, por ti, por los míos.
Me siento muy orgullosa de mis logros y mi fuerza de voluntad, porque
me gusta que me veáis bien y porque soy feliz sabiendo que no estoy sola en mi
tarea. Además, si me veis bien, es que lo estoy.
Cuídate mucho mi querida doctora, te necesitamos fuerte, humana y
cariñosa como siempre.
Sin más se despide esta que lo es: Marisa Pérez Muñoz
Marisa
No hay comentarios:
Publicar un comentario