25-10-2016
Si ya es
complicado vivir con arreglo a la estricta ley de Dios para poder entrar en el
paraíso cuando muramos, parece que ahora también el lugar donde seamos
enterrados va ser impedimento para poder entrar en la Gloria por la puerta
grande.
Nos
desayunamos hoy con que a las autoridades eclesiásticas se les ha ocurrido ordenar que no se pueden
guardar las cenizas en casa, ni lanzarlas al viento ni al agua del mar o
esparcirlas con respeto por el lugar donde el propio finado dejara dicho que deseaba
descansar.
Hay
quienes tenemos muy claro lo que queremos que hagan con nuestros restos llegado
el momento. Cremación o enterramiento es un debate que daría para mucho y no es
el caso.
Las creencias
religiosas van dando paso cada vez más al deseo póstumo de incineración, puesto
que (hasta ahora) igual se puede entrar en el Reino de los Cielos cremado o
enterrado ¡¡Faltaría más!! Con llevar una vida correcta, ser honrados y
humanamente bondadosos, todos tenemos derecho a entrar en ese reino prometido después
de cruzar el umbral de la vida a la muerte.
También se
ha dicho muchas veces que morirse no es gratis; incluso el sepelio más económico
cuesta un ojo de la cara al familiar del muerto. No digamos ya, aquellos que vete
a saber porqué conciencia se gastan mucho más en un entierro de lo que el
muerto (avaro, añoso o adinerado) se gastó en toda su vida, que es cuando hay
que disfrutar del dinero.
Lejos de
creencias religiosas o las “creencias” monetarias, están también el cumplimiento
del deseo a ser incinerado, y el respeto a que se cumpla ese deseo; aunque
al parecer es más económica la cremación, al ahorrarse el gasto de
enterramiento y posterior nicho, panteón y ornamentos florales cada 1 de
noviembre…. Aunque esto sea lo menos importante en este caso.
Hay quien
desea con toda su alma conservar las cenizas de su familiar en casa para
tenerlo más cerca o por la razón que sea, y ahora ni eso va a ser posible; ni
honrar la memoria de su ser querido esparciendo las cenizas o enterrándolas
bajo un árbol para sentir que sigue vivo porque han decido que no van a permitir nada de esto. Las
cenizas han de descansar dentro de un columbario, en un cementerio para que sus
familiares puedan ir a orar por ellos.
¿De veras
es ese el motivo? ¿De veras a los muertos sólo les llegan para la salvación de
su alma las oraciones elevadas por ellos frente a una lápida?
¿No se
supone que Dios está en todas partes? Pues me niego a rezar por mis muertos
solamente en un terreno acotado.
A las
personas queridas que se me han ido y he tenido que decir adiós con mucho amor
y mucha impotencia, les siento tan cerca de mí, que puedo hablarles casi al oído
en el preciso momento en que se me antoje, sin horario de apertura y cierre,
sin desplazarme un milímetro lejos de mi misma y sin pensar que están frente a mí
sólo si leo su nombre en una fría lápida. Ellos viven en mi corazón y mientras
yo tenga memoria, ahí tendrán su rincón y así quiero que sea cuando yo me vaya
¿O tampoco ese póstumo deseo va a ser cumplido?
Mis
cenizas ya sabes quienes tienen que saberlo dónde quiero que reposen.
¿De verdad
no llegarán al Cielo las almas de los incinerados cuyas cenizas guardan sus
deudos, o se esparcieron en lugares lógicos? Entiendo que las cenizas no deben
depositarse en lugares que puedan molestar la sensibilidad humana, ni dejar las
urnas vacías –y en ocasiones llenas- en basureros, en estanques, en medio del
campo al aire libre o en los más insospechados e irreverentes lugares; aunque
quien trata así las cenizas de sus muertos, tampoco respetarían su memoria ni
rezarían un cuerpo enterrado.
Pienso que
hay demasiado que corregir en el mundo de los vivos; mucha hambre que saciar y
muchas injusticias terrenas que reparar, como para encargarnos de prohibiciones que no benefician ni al vivo ni
al muerto, que además morirá sabiendo que no se respetará su última voluntad y se irá de este mundo para llegar al otro donde
estas normas ni dañan ni importan.
2 comentarios:
Clero que hay "gato encerrado" querida amiga. Con el enterramiento les entraba un dinero por las puertas de los templos que no te veas, pero si cada uno coge su muerto y se lo lleva dónde quiera, bye bye money.
La católica iglesia se mueve por dinero. ¿Quién puede anular un matrimonio por la iglesia? Rociito y la Preysler...¿Cuántos pobres han podido anular el suyo?
¡Asco!
Besos miles.
Como siempre ¡¡¡Con la iglesia hemos tropezau!!!!!
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