Por ultimo -y no menos
importante- de nuestro viaje a Gran Canaria hoy toca hacer un comentario-crítica-denuncia-advertencia;
que espero llegue a tiempo de abrir los ojos a algún incauto que como nosotras pueda
caer en la TRAVEL-TRAMPA.
Mi niña -como siempre- miró
precios y eligió como “tour operadora” a TravelPlan porque era la opción mas
“recomendada” por la agencia para idéntico producto.
Tratamos de informarnos sobre
qué visitar en Gran Canaria; pues aunque íbamos más con ánimo de descanso y
disfrutar del hotel que de visiteos; piensas que en el sitio al que vas te
informarán los nativos que saben mejor las bondades de su entorno y como
acceder a ellas… pues no.
Al contratar el viaje te
informan que TravelPlan serán los encargados de cuidar de nosotras durante los
trayectos; nos solventarían los posibles problemas que pudieran surgir y nos
informarían ya en destino sobre excursiones o lugares que merece la pena
visitar fuera de los muros de nuestro hotel.
Sí, pero no. Afortunadamente no tuvimos problemas pero de haberlos tenido, no nos hubiera quedado otro remedio que buscarnos la vida.
Amablemente un guía TravelPlan te
recoge en el aeropuerto y en un autocar –junto a otros viajeros- somos
repartidas por los múltiples hoteles que los demás contrataron. Si tienes la
“suerte” de ser –como en nuestro caso- cliente del más alejado, te llevan por
todos los pueblos y urbanizaciones habidos y por haber descargando pasajeros y
equipajes y llegas al hotel más de una hora después que el primero.
No solemos alquilar coche porque lo que verdaderamente queremos es descansar de cualquier preocupación y sin conocer el terreno –que en las islas puede ser agreste; con múltiples curvas y carreteras estrechas y peligrosas- lo de conducir lo descartamos sí o sí.
Apenas dejamos las maletas en la habitación y sin tiempo de quitarnos el polvo del camino, citan y reúnen a todos los Travel-incautos del día en un lugarcito común del hotel. En esta reunión de cansados, no te informan de lo interesante para ver en la isla: te VENDEN –o tratan de venderte- sus “cutrexcursiones”, y te desaconsejan cualquier visita que pretendas hacer por tu cuenta, engañando descaradamente sobre los inconvenientes de hacerlo en transporte público y mucho menos en coche alquilado dándotelo ellos en bandeja para que el vacacionante no mueva un músculo más allá de su descanso.
Ejemplo: Para los que pretendemos no conducir, te dicen que el autobús urbano en la isla es mal transporte y tarda mucho en llegar al destino por las múltiples paradas que realiza en cada pueblo por el que pasa, mientras ellos te llevan “de puerta a puerta”; y en esto casi no te mienten, sólo omiten y aclaro: Te recogen en la de tu propio hotel y te llevan “de puerta EN puerta” a todas las de los alojamientos de los demás pasajeros que serán compañeros de excursión y que al final de ella se sentían tan timados como nosotras –dicho por ellos-. Excursión que evidentemente se pagan en ese mismo momento sin escapatoria a los posibles cambios de opinión que pudiéramos tener porque al elegirlas tan recién llegadas lo que no tenemos es ni cuerpo ni mente.
Vamos por partes: El bus urbano “por nuestra cuenta”, nos llevó a Las Palmas de Gran Canaria en hora y poco. TravelPlan nos llevó –como el día de la llegada- rodeando, entrando y saliendo por urbanizaciones; un viaje aburrido y tedioso que duró más del doble de tiempo que por kilometraje hubiera tenido que durar.
Afortunadamente sólo habíamos
contratado una de esas “Cutrexcursiones” y al bajar del autobús ya en el hotel,
entonamos el “Santo Tomás…”
La mañana excursionil comenzó para
nosotras –con gran madrugón- , porque a
las siete y media de la mañana fuimos recogidas las primeras a las puertas del
Gloria Palace Amadores. Tras cuarenta minutos de camino nos tuvieron paradas
dentro del vehículo más de media hora -por un error de coordinación- haciendo
tiempo hasta la hora de la cita de recogida a los siguientes en la lista.
La mentada excursión fue una verdadera mierda (tanto como debió serlo la del día anterior a tenor de lo que nos contaron otros compañeros de viaje). La presente era un paquete indivisible de varias visitas; tan sólo una nos interesaba y de las otras hubiéramos querido pasar tranquilamente, pero o lo tomábamos o lo dejábamos.
Una de las cosas que en esta
ocasión hubiéramos querido no repetir era el paseo a lomos de un maloliente
camello que ya hicimos el pasado noviembre en Lanzarote y que con realizarla
una vez ya vale la bobada.
Al asentamiento camellil se
llega por una estrechísima carretera entre montañas con múltiples y cerradas curvas, preciosos
paisajes y despeñaderos kilométricos tan bonitos como peligrosos de los que
evidentemente no fuimos informadas por nuestro guía de TravelPlanazo.
Si quisiera arriesgar tan absurdamente mi pellejo en un viaje, sería por algo que mínimamente mereciera la pena y no por ir a tragar polvo apestoso.
Durante el trayecto la poco
animosa guía, nos informaba apática que al llegar al sitio, recibiríamos una
agradable sorpresa y que después del paseo en camello podríamos contemplar
varios animales exóticos y degustar un rico zumo de frutas que nos revitalizaría
y libraría del sofocante calor.
La “sorpresa” de la llegada era
que un viejo y despellejado camello -abuelo del resto de la recua- se acercaba
al grupo para “dar un beso” a cada uno que quisiera recibirlo. El visitante que
lo deseara –nosotras no- ponía entre sus labios un trocito de pan y el camello
acercaba el babeante morro y lo arrebataba. Más que cualquier otro sentimiento
(de asquito, por ejemplo); lo que me dio fue pena del pobre animal que tras
haber cargado durante años con turistas temerosos y gritones, recorrido el
mismo camino como burrito en noria; pasará el final de sus días atracadito a
pan y besando incautos.
Mientras nuestros compañeros de
“aventura” disfrutaban de su polvoriento paseo a lomos de los resignados camellitos bajo un implacable sol, nosotras y otro par
de parejas con idéntico motivo y siempre respirando el reseco polvo; fuimos a ver los animales exóticos que nos
habían “ofertado” y que no eran más que un viejo y desplumado pavo pariente
lejanísimo de los hermosos pavos reales de nuestro Campo Grande; una vieja y
aburrida mona que daba pena ver como subía y bajaba por los barrotes de su
celda y un burrito añoso tan absorto en sus propios pensamientos que parecía no
estar allí.
También había una especie de
lagartija enorme que sin estar en el itinerario pudimos fotografiar dentro de
su escondrijo.
Como dije, varias veces repitió
la apática guía lo de “degustar” frutas, omitiendo que cada vasito de
“degustado” sería previo pago de 3 Euros y a eso yo lo llamo “venta”.
He visitado en nuestra vieja
Castilla a lomos del Club Cicloturista
de Alaejos multitud de bodegas, fábricas de queso o de pastas en las que
al final del recorrido ofrecían una variada selección de sus productos.
Degustaciones tan espléndida y
gratuitamente como el aire que respiramos. A lo que naturalmente me pregunto:
¿Somos tontos los castellanos o demasiado listos en otros puntos de nuestro
planeta?
Ya con el resto del pasaje, y
tras la compra de sus fotos o algún otro recuerdo de camellos de peluche –quien
quiso comprarlo- inexplicablemente nos tuvieron
esperando mas de media hora haciendo tiempo ¿Para qué? Aun sigo
preguntándomelo.
Desanduvimos el sinuoso,
peligroso y peliagudo recorrido camino esta vez del puerto de Puerto Rico –A
cinco minutos andando de nuestro hotel- para abordar un Ferri que nos llevaba
al Puerto de Mogán, único punto que verdaderamente nos hubiera gustado visitar en
aquella insufrible excursión, y que finalmente supuso una decepción.
Supongo que cuando te ponderan
demasiado un lugar, verlo con los propios ojos no necesariamente da idéntico
resultado.
Nos habían dicho en la agencia
que no nos viniéramos sin ver el mentado Puerto de Mogán por ser un lugar
precioso y estar muy cerca del hotel donde nos alojábamos. Así se lo dijimos al
vendedor de cutrexcursiones de Timoplan al que preguntamos cómo llegar allí y
no nos informó que un ferri comunica ambos puertos cada muy poco tiempo y que
el viaje dura escasamente cuarenta minutos; ocupándose eso si, en ensalzar aun más lo maravilloso del lugar, diciendo
que era conocido como “La pequeña Venecia” por sus canales (copia de los
magníficos venecianos).
También nos dijo que el día de
la excursión había además un gran mercadillo “único en la zona”, que podríamos
visitar durante más de dos horas.
No somos mercadilleras, y de
serlo, ponen uno enorme frente a nuestra
casa cada jueves y pasan años sin que subamos a recorrerlo.
Con nosotras viajaban personas
deseosas de ver el tal mercadillo “único” y ya que estábamos, nos hacía ilusión
ver uno en la isla, para comparar con el de nuestro barrio.
Todos los gozos cayeron en el
mismo pozo. Puerto de Mogán nos hubiera parecido precioso con sus calles
floridas y sus casitas blancas pegadas a las rocas; si no nos lo hubieran
vendido como “Increíble y maravilloso”.
Los venecianos canales pasaron
inadvertidos para algunos de nuestros compañeros de osadía y el mercadillo que
a esas horas comenzaba a recoger sus puestos, era eso, un mercadillito sin más
pretensión que la de sacar los cuartos al personal.
Afortunadamente en vez de las
dos horas prometidas, en Mogán sólo estuvimos poco más de media y a todos nos
sobró la mitad.
Lo único bueno de aquella
mentira, fue que nos dejaron en nuestro hotel las primeras, mientras el resto
continuaba ese largo camino de regreso hasta sus alojamientos.
Desde las siete y media de la
mañana que abordamos “la guagua”, hasta las dos y media de la tarde que nos
apeamos, habían pasado siete largas y aburridas horas. No nos salió a cuenta el
precio pagado (carísimo para lo recibido y aun mas caro por sentirnos timadas
por la desinformación y posterior resultado. ¡Ah! Y agradecidas además porque
la guía nos informó también que aquellas carreteras nuevas por las que
circulábamos llevaban inauguradas un par de meses. Al parecer, el trayecto que
habíamos hecho en media hora, hasta hacía tan sólo ese par de meses podría
llevar más del triple de tiempo; es decir, esa excursión nos hubiera llevado el
día entero mientras que de haber hecho la visita a Mogán “por nuestra cuenta”
en el dicho ferri, hubiera sido una mañana sin madrugones y Puerto de Mogán nos
hubiera encantado.
1 comentario:
Gracias a ti por las visitas guapa.
Besitos
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