QUERIDA AMIGA MARY HERRERA
02-11-2016
Querida amiga Mary Herrera:
Me he enterado que estás algo pachucha y quiero enviarte mi cariño a través de
esta carta.
Durante más de dos décadas
compartimos escenario en el añejo antes de ser reformado, mucho antes de esta
nueva reforma, “Teatro Municipal” de nuestro querido Alaejos; invitadas a
participar en el “Certamen Literario” que con motivo de las fiestas de Nuestra
Señora de La Casita organizaba el ayuntamiento y que desapareció
incomprensiblemente hace años. Terminó sin haber perdido el éxito de los
comienzos y habiendo en Alaejos nuevos autores deseosos de mostrar su obra. He
de reconocer que pese a haber sido pionera, los últimos dos o tres años decliné
la invitación.
Prueba de aquellos
certámenes, son los libritos que el público recibía por su asistencia en el que
publicaban –más o menos- las poesías que aquel año íbamos a declamar, y que
muchos atesoraron como colección.
Compartimos los nervios de
antes de subir al escenario y los generosos aplausos al bajar de él. Las
enhorabuenas de nuestros paisanos como reconocimiento al esfuerzo que supone
ponerse ante el público, y seguramente por el respeto con que en el escenario
desnudas tu alma precisamente por no ser profesionales de la escritura, pero que
en cada letra, en cada palabra ponemos todo el corazón.
Si lo hacemos bien o mal,
nadie tiene derecho a condenarnos, porque no cobramos por ello. Además sabemos
que no siempre nos juzga quien es más inteligente que nosotros, ni tampoco quien
demuestra hacerlo mejor.
Mil veces hemos hablado de
lo que cuesta escribir, y lo mucho que nos gustan las críticas porque ayudan a
mejorar y a afianzarnos en nuestra ilusión de escribir pese a la carencia de
años de carrera o academias, porque nuestra forma de escribir es innata, por
eso aceptamos críticas siempre, menospreciando los critiqueos que nunca traspasaron
nuestro pabellón auricular.
El alma no tiene precio, por
eso nosotras regalamos pedacitos de alma en cada uno de nuestros escritos.
Con todo esto que nos une,
hay algo que aún me hace tenerte un
aprecio especial y es el cariño con que siempre me hablas de mi querido y
añorado padre y el cariño con que sigues tratando a mi madre. En ambos casos
ellos sienten idéntico afecto por ti.
Espero que esta carta te
llene de energía positiva; sea una inyección de alegría, un jarabe de ilusión,
una transfusión de optimismo. Que sea un rayito de sol de Alaejos para iluminar
tus mañanas, una infusión de estrellas de las que cada noche brillan en el
cielo de nuestro pueblo, igual que brillan tus enormes ojos y tu sonrisa cada
vez que paseas sus calles.
Aunque no soy de misas,
adoro a la Chiquitita porque mi padre la adoraba, y a ella le pido que te de
mucha salud.
Un fuerte abrazo de esta
amiga que aunque sea por momentos breves, siempre se alegra de saludarte y
compartir un trocito del aire sano que respiramos en nuestro adorado Alaejos.
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