No soy muy asidua del programa “La Voz” y menos aún de
la presente edición “Kids” porque no sé decidirme entre si me gusta más que “me
sufro”, ver la ilusión y los nervios de estas criaturitas inocentes cargadas más
que con sus propios deseos, de los sueños quizás
frustrados de padres y abuelos que se empeñan en demostrar que sus niños son “los
más mejor de todos” viviendo minutos de gloria que ellos no pudieron alcanzar y
el pequeñín se los regala.
Son como siempre apreciaciones mías, con las que
algunos estarán de acuerdo y otros dirán ¡¡Ya está esta!!
No les quito a los niños su valía, porque en los resúmenes
que he visto, reconozco que la mayoría tienen voces preciosas y no siempre escogieron a los mejores. Todos merecerían
ganar y no sobra ninguno. Ni los que han pasado a una nueva fase, ni los que
sólo sirvieron para rellenar las horas de la gala, sin que a nadie le importara
que niños tan pequeños sufrieran el fracaso demasiado prematuramente.
Comprendo que los programas son así, y por eso opto
por verlo o no, según me de la gana.
No me creo los concursos que demuestran una y mil
veces que si no están amañados, es que
están manipulados y gana sí o sí quien está previsto antes de pisar el plató, aun
así, en la misma franja horaria me divierto viendo otro programa que me
entretiene, sólo si no pienso que es un concurso tan poco veraz como cualquier
otro. Me refiero a “Tu cara me suena”, aunque mi diferente sentido del humor, hace que aproveche el momento “chungo”
para hacer cualquier otra cosa porque no soporto sus sandeces y como bien
sabemos, por ser tan patéticos ganarán frente a uno de los que verdaderamente
se toman en serio imitar a quien toque.
Todo este prolegómeno para decir lo que apunta el
título, porque hoy me debato “Entre el
homenaje y el morbo” de ver el “Kids” de esta cuestión. Por un lado, ver el
programa que fue grabado hace varios meses, sabiendo que una de las pequeñas participantes
ha fallecido y hacerle el juego a la cadena que hoy tendrá muchísima más
audiencia de la que soñó tener gracias al morbo de ver compitiendo a Iraila,
(cosa por la que jamás lo haría) o verlo para homenajear a esta niña de nombre
Iraila, que ha volado para entrar sin competición a formar parte de un coro de querubines
y ahora le canta al oído a su mami con su hermosa voz.
Si gana o no el concurso, lo saben quiénes lo grabaron,
y nosotros lo sabremos en riguroso diferido. Descansa en Paz pequeña Iraila. Tú
ya ganaste o perdiste un programa que te mostró al mundo que lloró tu partida.
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