¡Qué bueno es tener salud! Sobre todo si para buscar remedio a tus dolencias tienes que acudir a las urgencias del hospital clínico de Valladolid ¡en domingo!
Lo primero que te encuentras al llegar a la susodicha zona del nombrado edificio, es a doce “galenos” en actitud relajada, charlando entre ellos distendida y alegremente.
Nunca intuirías que están ansiosos esperando a alguna de las ambulancias que cada cierto tiempo arriban al recinto, porque con tanto paciente ingresado y ambulatorio, no hay tiempo que perder esperando alguno nuevo.
Imposible siquiera soñar con semejante hipótesis. A poco que observas, te das cuenta que todos ellos echan humo por la boca y no era del vaho por frío, porque hacía una tarde soleada y preciosa.
Dada la prohibición de fumar en lugares cerrados, ellos; responsables y magníficos profesionales a la par que seres humanos con vocación arraigadísima de estar a la cabecera de la cama del doliente, cada cierto tiempo abandonan ese deber para colgarse del vicio que ellos prohíben incluso a quienes no lo padecen.
Supongo que si viéndoles en alegre comandita, alguien les criticara por semejante despropósito, apostillarían que: “todo trabajador tiene derecho a un rato de descanso”. Pues sí, ciertamente, pero intuyo que en esta profesión no deberían tomar ese descanso todos al tiempo.
También podrían alegar que: “parados a la puerta, estamos más cerca si llegan urgencias”.
No me valdría el razonamiento, porque ¡¡habría que verlos huir de allí si llegara alguien con la cabeza bajo el brazo!!
Cuando los doctores y doctoras hubieron terminado de ennegrecer sus pulmones, desaparecieron sonriente y lentamente hacia el interior del hospital.
¡¡Ya!! Ya sé que en todos los trabajos se descansan unos minutos, pero da una imagen muy desagradable ver tanto pijama verde junto departiendo como si se tratara de una fiesta, cuando justamente al lado hay personas que llevan horas esperando a ser atendidas, sin ir más lejos en la contigua y cochambrosa sala de espera donde aguardaban turno demasiadas personas de diversas etnias y procedencias varias.
En aquel cubículo podían escucharse tanto el acento ¡Já me maten! como ese idioma “hatalapatalajaca”, que parece que tengan un chicle en la boca y estuvieran a punto de atragantarse con él, confundidos entre los llantos y mocos de las pobres criaturitas que pululaban desorientados, aburridos, somnolientos y presuntamente enfermitos.
Los pobres niños; junto con “Jais” y “chicludos”, no eligieron enfermar, pero los médicos si eligieron serlo y de haber estado en sus puestos de trabajo, habrían ayudado a desalojar antes la sala, aliviando más pronto el dolor de quien lo padece.
Cierto que todos queremos ser atendidos enseguida, y que hay muchos más “impacientes” que médicos, pero no hay derecho a la inhumanidad que sufren los verdaderamente enfermos, que son tratados como estadísticas y no como personas que sufren por tener que esperar varias horas; demasiadas horas en recibir respuesta y tratamiento para sus males… ¡Si es que logran que les llegue a tiempo!
Señores doctores ¿se han parado a pensar que su trabajo no sólo consiste en acudir a él, dejar pasar del tirón confortablemente sus horas de contrato rellenando expedientes y al final marcharse a sus casitas con la satisfacción del deber cumplido?
Piensen por un momento que están del otro lado. Ser vosotros los mal denominados pacientes y ver que desfilan ante vosotros demasiadas batas blancas a las que no les importa tu dolor lo más mínimo, te hacen pasar interminables horas tendido en una incómoda camilla, con la única finalidad de que el tiempo pase raudo para ellos provocando que llegue el cambio de turno para endosarle el caso a otro que no tiene intención de hacer mucho más que su compañero por aliviarte.
De acuerdo que una vez realizadas las pruebas pertinentes, hay que estudiar resultados antes de comunicar lo que proceda, pero no creo que sea demasiado costoso durante ese tiempo de “estudio”, que de vez en cuando apareciera una cara sonriente preguntando al paciente si necesita algo, cómo se encuentra, o simplemente le regala una sonrisa, porque sonreír es gratis.
Tampoco me vale el razonamiento de que hay mucho enfermo y poco médico, puesto que entiendo que los “pocos” que hay, deberían estar en su puesto y cumpliendo al 100% con un trabajo que vocacionalmente eligieron, y si no es así, mejor que se dediquen a desespinar cardos a ver si ganan el mismo dinero.
Cierto también que un diagnóstico erróneo puede costar la vida del enfermo, y que si no estudian bien el caso, podrían equivocarse, pero he visto demasiadas veces, que mientras “estudian” expedientes, tienen la mente y la conversación ocupada en cosas banales que nada tienen que ver con el caso.
En cualquier otro trabajo un error no tiene por qué ser irremediable, pero en medicina, puede cambiar radicalmente la integridad del paciente o incluso costarle la vida.
Afortunadamente, como en todo, algunos doctores cumplen con su deber y con una simple sonrisa o una palmada en el hombro, son capaces de aliviar mucho más que con cualquier medicamento e incluso se acercan al hospital para ver a sus pacientes ingresados en los días en que no tienen guardia, ni servicio.
A
estos últimos les envío millones de gracias y a los otros les pido que no
provoquen millones de desgracias. Quién sabe si alguna vez es familiar suyo el
damnificado por otro como ustedes.
3 comentarios:
Hola. Soy médico de urgencias. No fumador.
Estoy de acuerdo en que un grupo de médicos en la puerta del hospital no dan buena imagen.
Los médicos no prohibimos fumar (de hecho no prohibimos ni obligamos a nada), sólo informamos del peligro que presenta, especialmente en algunos casos, y aconsejamos al paciente no hacerlo.
La atención de urgencias se cubre con el sistema de guardias. Yo entro a trabajar a las 9 de la mañana y tengo que estar en el hospital hasta las 9 de la mañana del día siguiente (a veces hasta las 3 de la tarde del día siguiente).
Durante esas 24 (o 30) horas tengo derecho a comer, cenar, dormir un rato y descansar de vez en cuando. Y por supuesto en mis momentos de descanso, lo que haga lo puedo hacer "distendida y alegremente", no estoy obligado a estar amargado toda la guardia por los problemas de mis pacientes.
En mi opinión, la vocación del médico no es la de estar al pie de la cama del enfermo de forma continuada, al igual que la del arquitecto no es poner ladrillos en la obra. Yo atiendo a mis pacientes con amabilidad y empatía, les pregunto, los exploro, pido pruebas complementarias, las interpreto, llego a un diagnóstico y pongo un tratamiento. Ahora, si el enfermo ingresa, es el personal de enfermería el que está al pie del cañón.
En mi hospital hay muy pocos médicos que fuman. Cuando estamos de guardia, en ocasiones salen a una terraza a fumar. Yo no fumo, pero también me tomo un descanso de vez en cuando. Esto no sólo es un derecho que tenemos, es que es bueno para los pacientes. Un conductor de un camión o un autobús no puede estar todas las horas que quiera al volante, tiene que parar de tiempo en tiempo. Mi guardia dura 24 horas. A media mañana tengo que parar, ir a mi habitación, quitarme los zapatos y cerrar los ojos 5 minutos. ¡¡Es imposible no hacerlo!!
Es cierto que siempre, SIEMPRE, hay gente en la sala de espera. No puedes vivier con la tensión permanente de atender a todos a la vez. No se puede.
Los servicios de urgencias están masificados por gente que consulta por motivos injustificados (caspa, un grano en la cara, dolor en el hombro desde hace 3 meses, picor en un dedo, ...). Nosotros estamos para atender infartos, accidentes de tráficos,...
sonriente y lentamente hacia el interior del hospital.
Pues sí, despues de nuestro descanso volvemos "sonrientemente" a nuestro puesto de trabajo. Lamento que te moleste esto.
Lo que menos nos gusta a los médicos es rellenar los informes. Pero es algo necesario para los pacientes y la Ley nos obliga (no los hacemos por gusto).
¿Dejar pasar confortablemente sus horas de contrato? Ya te quisiera yo ver en una guardia de 24 horas con la sala de espera llena de enfermos con ideas como las tuyas (es decir, odio al médico), que aporrean la puerta.
" ... batas blancas a las que no les importa tu dolor lo más mínimo, te hacen pasar interminables horas tendido en una incómoda camilla, con la única finalidad de que el tiempo pase raudo para ellos provocando que llegue el cambio de turno para endosarle el caso a otro que no tiene intención de hacer mucho más que su compañero por aliviarte ..." Uff. Tú estás fatal.
Estoy de acuerdo en que la información al paciente (y a su familia) en urgencias es fundamentel y evita muchos problemas. Pero mi tiempo es finito. Si tengo 20 en la consulta y 5 en observación, no puedo perder tiempo informando a los familiares de los 5 de observación porque entonces los 20 de la consulta se me amotinan.
Un saludo.
Hola Dr Anónimo.
Primero de todo darle las gracias por prestar atención a una de las críticas de mi blog y además contestar tan amablemente como lo ha hecho.
Gracias también porque intuyo que usted es de los médicos a los que aludo al final; los que con una sonrisa son capaces de curar mucho más que con cualquier medicamento.
Segundo y no menos importante aclararle que la profesión de médico es una de las que más respeto y admiro y que si hubiera sido capaz de estudiarla, le aseguro que podríamos ser “colegas”.
También creo importante informarle de que nunca he sido fumadora y por tanto no me afecta que me prohíban o me aconsejen dejar el tabaco.
Soy de esos pacientes que sólo me acerco a la consulta del médico cuando llevo “la cabeza bajo el brazo”; odio molestar por molestar. Entiendo que en muchos casos los médicos están demasiado saturados de trabajo; mucho más los de urgencias, que –sabido es- les llegan a las consultas demasiados “impacientes aprensivos”, que ven la serie “Hospital Central” y van a ver si pueden saludar al Dr Sotomayor.
Siento que haya interpretado que “odio a los médicos”, repito que nada más lejos de la realidad.
Si se fija bien, también digo, que “entiendo que en todos los trabajos se descansa”… pero no todos al tiempo. Realmente hacía feo ver a 12 “batas blancas” fumando a la puerta de urgencias y no eran celadores, se lo aseguro.
Me parece inhumano que tengan ustedes que estar 24 (o 30) horas seguidas de guardia, y comprendo que deben tomarse su tiempo de respiro. No era crítica lo de “distendida y alegremente”, era un simple apunte “jocoso” para no endurecer demasiado mi escrito.
Por supuesto que nunca quise decir que los doctores deberían estar a la cabecera del paciente de forma continuada, porque se, que ustedes muchas veces “se llevan el trabajo a casa” conscientes de que sus enfermos son seres humanos sufriendo (y no me refiero a los que van a urgencias por caspa, un grano en la cara, dolor en el hombro desde hace tres meses, picor en un dedo…), esos son los que no dejan descansar la mente del médico que debe sentirse despejado para atender infartos, accidentes…
Le aseguro que lo de pasar varias horas en una incómoda camilla –supuestamente en observación- sin nadie que se acercara a él ni con sonrisa ni con palmada en el hombro, lo sufrió mi padre aquella tarde y al verle tan averiadito, sólo podía pensar en aquellos doce médicos fumando que vi mientras esperaba la llegada de la ambulancia que lo traía a las tres de la tarde.
También le aseguro que hasta que no hubo cambio de turno (sobre las nueve de la noche creo), no se ocuparon finalmente del ingreso en planta de mi padre, que además ha tenido la mala fortuna de “disfrutar” el puente de los Santos sin que le realicen ningún examen, en espera de una doctora que está de puente (seguramente bien merecido) y es la que finalmente deberá decidir darle el alta porque la dolencia que provocó la urgencia de mi padre, afortunadamente remitió en pocas horas y está pendiente de una nueva prueba que no le han podido hacer por el mentado puente.
Desde el pasado miércoles hasta hoy domingo, lo único que le han hecho ha sido tomarle la tensión un par de veces al día. Eso si; su doctor, lo ha visitado incluso el jueves festivo, y con su sonrisa, lo ha curado…
Por supuesto que ustedes tienen no sólo derecho, también tienen “obligación” de comer, cenar, dormir un rato y descansar de vez en cuando, porque de otro modo sería imposible que aguantaran sus horas de consulta y de estudios, porque me consta, que la de médico es casi la única profesión en la que jamás se acaba de estudiar.
Lo de “dejar pasar confortablemente sus horas de contrato”, era un símil, parecido al que usted emplea de los ladrillos y los arquitectos. Me refería en esos términos, como que ustedes no son empleados de una oficina, aunque evidentemente, también tengan que rellenar expedientes.
También entiendo que si el paciente está ingresado, es el personal de enfermería el que debería acudir a su trabajo sabiendo que los pacientes no son números de uno de esos expedientes; pero es más habitual que lo deseado, encontrarse con personal que piensa que está arreando ovejas. También en esto, afortunadamente hay enfermeros y personal sanitario encantador y en demasiadas ocasiones son los pacientes los que les sacan de quicio por excederse en sus exigencias. Estar enfermo no es sinónimo de ser maleducado.
Cuando me ha tocado ser “paciente”, le aseguro que he sido paciente y educada, al igual que lo soy como acompañante de un enfermo.
Jamás he aporreado una puerta tras la que un médico atiende a un paciente y si yo tuviera que hacer una guardia de 24 horas, me encantaría que todos los pacientes tuvieran ideas como las mías; es decir, Mucho respeto y NINGÚN odio al médico… al buen médico.
Seguiré admirando a las personas que optaron por una vocación –más que profesión- y saben llevarla a cabo, como parece que usted la lleva.
Un afectuoso saludo
Marisa
Olvidé decir, que acudir a urgencias con mi padre fue por una causa muy justificada, no un simple "uñero" y que seguir ingresado cuando la causa no existe, me parece un gasto innecesario para la seguridad social, que multiplicado por la multitud de pacientes que seguramente se encuentren en la misma situación, harían un total de: montones de empleos para médicos en paro y así ustedes no tendrían que hacer ese montón de horas seguidas de guardia. Para esa y otras muchas aplicaciones, sería bueno emplear ese dinero, aunque eso ya es harina de otro costal.
Otro afectuoso saludo
Marisa
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