RHAPSODY OF QUEEN
17-03-2019
El mes de
marzo comenzó con una tarde de chicas: mis hijas y yo al completo disfrutando
en el Teatro Zorrilla del magnífico Álex Clavero en su espectáculo
“Mi
madre es trending topic”; espectáculo que ya habíamos visto 3 de nosotras
el 24 de febrero de 2017 y que siendo el mismo monólogo, e interpretado por el
mismo autor, nunca el texto es punto por punto exacto y siempre nos encanta.
Álex
Clavero, una vez más estuvo magnífico. Salimos con dolor de mandíbulas
de tanta risa y manos mullidas como dejaba antaño los colchones de lana la “señá
Genoveva”.
Gratísimo
encuentro justo antes de comenzar el espectáculo y justo después, de nuevo
saludo y despedida a dos grandísimas personas, valientes
y luchadoras, que han aprendido a vivir de nuevo tras el brutal revés con el
que les golpeó la vida. Gratísimo el encuentro y verles disfrutar, porque son
el mejor ejemplo de que la vida sigue a pesar de las trabas impuestas.
Cada vez
que Álex actúe, iremos a verle. Vaya al rincón que vaya. En el de “El
erizo” ya tenemos el sitio de siempre cogido.
Tras un
lunes y martes del que os hablaré mañana; la noche de ayer sábado llegó para mí, de
nuevo de la mano de mis tres grandes pilares fundamentales…
A aclarar: mis pilares son ellas, sus maridos, mis nietas y mí adorado
patriarca, aunque estas escapaditas son para disfrutar las
cuatro juntas de nuestros gustos comunes, en este caso la música de Queen.
Por el
diseño del cartel publicitario, pensé que se trataría de un señor con voz más o
menos parecida, imitando o tratando de imitar al inimitable Freddie
Mercury. No fue así. Varias voces masculinas y femeninas interpretaban
muy bien a la mítica banda. Disfrutamos muchísimo, Ya que la “auténtica”
será imposible tenerla, éstos artistas son “la marca blanca Hacendado”,
pero muy, muy bien conseguidita.
Casi 3
horas (incluído el descanso); disfrutando al máximo, escuchando muchas de las
canciones sabidas de memoria y coreadas con energía rockera por gran parte del
auditorio… Yo cantar no, que en inglés se me da fatal pronunciar cantando.
Música que
me teletransportaba a los tiempos en que escuché a Queen y hasta recordé a “Los
rockeros de la Puebla” en la cuarteta del popurrí que decía: “Llégate
al Chámpion Muma”.
Esas
divinas casi 3 horas dejaron secuelas en mi cuerpo y en mi espíritu… Lo
explico: Al auditorio entré felicísima rodeada de esas sonrisas que llenan mi
vida, y salí con las cervicales engatilladas del “trote
cochinero” que coge el cuerpo al “tararear” la música que levanta el ánimo,
porque los pies, no se menean del sitio, ni yo bailaría porque el inglés lo
traduzco mal.
Salí también
con los oídos pitosos, como si llevara un silbato dentro del caracol
y el martillo
golpeara en la bigornia (yunque), e hiciera los platillos con
el estribo.
Aunque los decibelios del espectáculo no podrían bajar, no sería lo mismo, ni
yo lo quisiera.
Acabé con
la retina churruscada por los intensísimos focos de colores que no
dejaban de apuntarnos como si nos estuvieran interrogando en dependencias
policiales; llanto por el efecto del humo que crean artificialmente (y
la mente recuerda a los bares de no hace años y hasta te da la tos). Estos
humos, junto a los focos de las luces forman maravillosas formas y precioso
escenario y así ha de ser para que nos envuelva la magia.
De mis
manos artríticas diré que no podían dejar de aplaudir como posesas y hoy cada
vez que trato de utilizarlas, recuerdo lo magníficamente que lo pasé ayer y se
me pasa sin ibuprofeno.
La próxima
vez iré con visera, gafas de sol y manos a pilas, o haré
como el joven que tenía a mi derecha. Supe que no era un maniquí sentado porque
de vez en cuando se tapaba los ojos con las manos para guarecerse de los focos y
porque durante el éxtasis final en el que
se caía de aplausos y vítores el auditorio, aplaudió de forma tan suave, que en
el más absoluto silencio no hubiéramos escuchado esas palmas ¡¡Qué
poca sangre gastó el chaval!! Claro, que imagino allí a mi marido y ni
esos penosos aplausitos hubiera ofrecido; ni con tapones hubiera aguantado tanto
“ruido”
el hombre. ¡¡Qué agusto se quedó en
casa!!
El espectáculo
naturalmente dejó secuelas en mi espíritu por la felicidad inmensa que fue
ver a mis hijas, viéndome disfrutar y
disfrutando de todo ese fabuloso espectáculo que a pesar del
tiempo de duración, se nos pasó en un suspiro.
Me siento
orgullosa de que mis hijas sigan contando con su anciana madre para poder gozar
de espectáculos que con mi marido sería impensable, porque acompañarme a ellos para
no dejarme ir sola, sería un castigo para él, y si fuera sola, no sería lo
mismo, ni parecido.
Dicho lo
dicho, seguiremos disfrutando juntas de Álex Clavero (mientras no se vuelva vegano
y pierda toda la gracia) y acuñando espectáculos diversos con los que recordar juntas
magníficos momentos vividos gracias a nuestros múltiples gustos comunes.
2 comentarios:
Me alegro mucho saber que disfrutas. Todavía sonrío yo de leerte... ¡Qué gracia valligaditana tienes hija!
Gracias por compartir.
Mientras personas como vosotros me lean, no dejaré de escribir y compartir... Y lo sabes.
Me alegro de corazón hacerte sonreir. Lo pasamos genial, de veras.
Un besazo gadisoletano para mis chipioneros divinos
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