EL GUARDAESPALDAS –EL MUSICAL- 27-05-2018
El pasado
31 de enero, uno de los regalos estrella de mi cumpleaños fueron las entradas
para ver el musical de “El Guardaespaldas” que actualmente
se representa en el teatro Coliseum de Madrid. Como todos los Santos tienen
novenario, hoy, domingo 27 de Mayo pude disfrutar de ese magnífico regalo de
mis hijas acompañada de mi pequeña.
Bien
tempranito para aprovechar el día, rodamos a la capital del reino en
AVE, y tras un buen desayuno como Dios manda, nos lanzamos al tren
(subimos al cercanías) que nos llevaba al centro.
Hacía una
mañana primaveral y luminosa, de esas que tanto se están haciendo esperar este
año.
Lo primero
que hicimos fue acercarnos a la Plaza de Cibeles a ver los preparativos de la
fuente para celebración horas más tarde de la 13ª copa de Europa que
ganó ayer el Real Madrid.
Después de
alguna que otra foto, continuamos paseando hasta la plaza de Las Cortes, donde
hicimos la primera parada en terraza.
No había
pasado mucho tiempo cuando los leones que presiden el
emblemático edificio contemplaron impertérritos como una horda
de gentes pasaban frente a ellos cantando proclamas a favor (o en
contra, depende de cómo se mire) de lo que creen justo.
Al pasar
frente a la terraza (llena de personas) donde nos
encontrábamos, los manifestantes nos miraban con cara de asco, odio y hasta de
rencor, a nosotros, humanos que en aquel momento hacíamos lo mismo que ellos, es
decir, disfrutar de un día especial, aunque en manera diferente a la suya.
Pienso que
esa forma desafiante de mirar a quienes miramos, es intentar bajo presión
emocional, que cada vez más el resto del mundo crea lo mismo que creen
ellos, y yo creo…
Creo en “El ciclo de la vida”. Creo que
estamos en el principio de un fin (o finalidad) de consecuencias
imprevisibles, y que ojala pudiéramos preguntar
a los defendidos su propia opinión para poder obrar en consecuencia. Creo
también, que pronto podremos ver en todos los cines el estreno de “Torassic
Park-World”.
No sé si
algún día conseguirán lo que desean (que pudiera ser lo mismo que deseamos muchos) pero su forma de pedirlo
no
me invita a unirme a ellos.
Cuando la
calle quedó despejada, continuamos camino hasta la Puerta del sol, y vimos lo
que sí consiguieron: Que otra “horda” de empleados de limpieza a
costa de “sudor y lágrimas”, se afanaran en limpiar con chorros de agua a
presión la pseudo sangre con la que los reclamantes habían
embadurnado el suelo de la plaza y que en riada se colaba por las
alcantarillas para ir a parar al río en el que los peces beben y beben y vuelven a beber,
causándoles grave dolor de tripas y escamas por efecto del colorante rojizo.
Continuamos
nuestro particular paseo por las calles llenas de personas que no nos conocían
(frase célebre de mi padre).
Madrid es
otro mundo.
Un mundo de gentes variopintas y multirraciales que se ocupan de sí mismos y
sus circunstancias, sin dedicarse a mirar la forma de vestir o de pensar de
quienes respiran el mismo espacio y aire. Un mundo variopinto pinto gorgorito y tiro
porque me toca, del que formar parte por unas horas, es incluso
agradable.
Comimos a
nuestro gusto en la castiza Plaza Mayor, concretamente en el “bar andalú” “La
Torre del Oro”. Después, a la vuelta de una famosa esquina, me hice fotos recordando que estuve en el
mismo lugar y con distinta gente para poder corroborar que desde el 18 de
diciembre de 2001 hasta el día de hoy, sólo cambié en el color de pelo.
A la hora
prevista ocupamos nuestras fabulosas localidades en el teatro. Estábamos
felices, más aun al ver lo cerca del escenario que íbamos a ver el espectáculo.
Iván Sánchez y Fela Domínguez
interpretaron sus papeles de “Frank
Farmer” y “Rachel Marron” rozando la perfección, al igual que Damaris
Martínez en el papel de Nicki
Marron, hermana de la protagonista.
El cuerpo
de baile magnífico durante las coreografías, al igual
que la
orquesta, impecable de principio a fin.
Fela
Martínez parece tocada por la varita que en su día tocara a de la propia Whitney
Houston, que de poder hacerlo, le daría su absoluto beneplácito.
Verdaderamente hacía pensar que sobre aquel escenario era la propia Whitney
la que teníamos delante.
Quizás el
final, poco ajustado al de la película, nos decepcionó un poco. En vez del
tocado, que llevaba Rachel en la película,
la Rachel
del musical lucía un pelucón
horroroso que afeaba la escena. Tampoco aparecía el momento en que
recibía el Oscar.
El disparo
llegó sin gusto, sin emoción… No fue el final apoteósico que
imaginábamos para un musical de tal categoría.
Eso sí,
tras el FIN, y los fuertes
aplausos, el elenco “nos regalaba” “Pa
contentar” una canción pegadiza que
hizo levantar en aplausos y corear al público que salimos del teatro con una sonrisa
de oreja a ceja, olvidando ese final un tanto decepcionante que
acabábamos de ver.
El
Guardaespaldas está luciendo cartel de “Últimas sesiones”. Sin
duda aconsejo verlo porque dejando a un lado las comparativas con la película, del
musical en verdad merecen la pena la música, las coreografías, el cuerpo de
baile, la ambientación en los cambios de escenario, la interpretación de Iván
y por encima de todas esas cosas la voz de Fela y la gran
orquesta.
Salimos a
las calles madrileñas llenas de aire (airón en algunos casos). Negros
nubarrones hacían presagiar tormenta y quizás aguar la celebración de la 13ª
a los madridistas.
Tranquilitas
desrodamos lo rodado por la mañana, en cercanías de Sol a Chamartín y en
AVE de Chamartín a Valladolid que nos recibía con los cielos abiertos,
jarreando a cubos sin paraguas que llevarnos al pelo, y con un
trueno que hizo retumbar cristales y hasta las vías
de la estación del Norte.
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