MAMMA MÍA EN VALLADOLID 02-12-2016
Crónica
manuscrita el 2 de diciembre de 2016. Por circunstancias por todos conocidas no
fue oportuno publicarla en esa fecha; las posteriores fueron Navidad y otros
tantos eventos que hicieron que permaneciera mi crónica en un cajón NO olvidado.
Hoy me apetece compartirla para animaros si tenéis ocasión de ver el espectáculo
allá donde sigan exhibiéndolo.
Aquella
semana la pasé con una gripe de mastodonte, sin apenas bajar de los 39º de
fiebre y con más medicación en el cuerpo que lunares (que en mi caso ya es
decir); y pensando que no podría utilizar la localidad al lado de mi hija en el
Teatro Calderón para ver el musical “Mamma Mía”.
Laura me
regaló las entradas muchos días antes y las dos esperábamos ilusionadísimas el
día del evento.
Afortunadamente
a las seis de la tarde, con más pastillas en mi cuerpo que maquillaje y toda la
ilusión del mundo, ocupamos esa localidad ganada a pulso.
Los primeros
compases de la música que popularizó el grupo “Abba”, nos pusieron literalmente
el vello de punta a las dos y las primeras emociones afloraban para no bajar en
intensidad ni durante el descanso que aprovechamos para poder intercambiar
impresiones y comprobar que coincidíamos en todas ellas; aunque esto no suele
ser novedad, porque mi hija y yo afortunadamente coincidimos en muchas
aficiones, sentimientos y vivencias.
La
orquesta magnífica, igual que el cuerpo de baile. Naturalmente destacando “Nina”,
que tiene la suerte genética de mantener el cuerpazo de la niña que daba a
conocer su carrera tras las gafas de
secretaria en el “Un, Dos Tres” y amaba al añoso “Xavier Cugat”; trampolín importante
para esos comienzos.
Además de
su cuerpazo, conserva y regala su impresionante vozarrón (acorde con el tamaño
de su caja dental).
Es posible
que los actores no sepan lo que ocurre en el patio de butacas, porque realmente
el espectador no recibe con igual intensidad las emociones que ellos ni sueñan
que transmiten durante su actuación.
Lo que más
me gusta de este musical, adaptado de otro extranjero, es precisamente que
puedo entender perfectamente los diálogos ¡¡Soy así de obtusa!! ¡¡Que le voy a
hacer!! Empleé mi tiempo en no tenerlo para estudiar idiomas, aunque a la edad
que luzco, me he demostrado que mucha falta no me ha hecho… Por mucho que el
saber no ocupe lugar y desee que mis hijas y nietas aprendan lo que el mundo
obliga, aunque ese es otro tema muy aparte del que hoy comento.
En este
caso, en la adaptación que nos ocupa, dan pinceladas “españolizando” la trama,
que podrán gustar o no, pero tan respetables como si le gustaran a todo el
mundo. En cualquier caso, ese pequeño garbanzo no estropeó mi olla repleta de
entusiasmo por todo lo que estaba viendo; incluida la leve nota vallisoletana
muy graciosa.
Sin duda
alguna le pusimos altísima nota a este musical que tanto disfrutamos las dos y
que tanto sufrimos pensando que no podría ser.
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