16-11-2014
Estar tranquilamente en
casa, que tu hija llame y te diga:” ¿Te apetece venir conmigo mañana al
teatro?”… No tiene precio.
Mi niña me comentó que
veríamos “Don Juan Tenorio” dirigida por Blanca Portillo en una versión
personalizada.
No quise mirar información
adicional para no predisponerme con otras opiniones.
No tenía ni idea de cuánto
duraba. Ahora ya lo sé. Comenzó a las 20.30 y salimos del teatro a las 23.10
tras ver una representación sin intermedios, descansos ni entreactos… Ni un solo aplauso para
desentumecer músculos, ni salidas al aseo.
A lo largo de mis 57 largos
años de vida he visto varias veces la obra que mi paisano escribiera (y en 1980
hasta parodié una de sus estrofas que publiqué en 2007).
Cada año veía en la tele en
blanco y negro de mis padres, al llegar Noviembre en aquel mítico “Estudio 1”,
la emisión de “El Tenorio” interpretado por muchos juanes y muchas ineses diferentes,
casi tantos como años emitido.
En “directo” la primera lo
vez lo vi en el "Teatro Zorrilla” de mi cuidad hace justamente dos años.
Siempre me gustó la obra.
Mejor o peor interpretados,
con más o menos lujosos escenarios, siempre vistiendo ellos con jubón, calzas, capas, plumas, puntillas y su
inseparable espada… y las mujeres tapadas,
recatadas, virginales, mustias y
aburridas; tal como las pariera Zorrilla allá por 1844.
Esta nueva versión, esta
puesta en escena, no tiene en nada que ver con cualquier otra. Totalmente
modernista, suple la falta de decorados o mobiliario, con atrezo e iluminación
sugerente y con actores “figurantes” en movimiento por el escenario como almas
en pena.
Te das cuenta que la obra que
estás viendo es “Don Juan Tenorio” no sólo porque lo pone en el librito y la
cartelería de la entrada; también porque el texto ha cambiado muy poco de los
tenorios que recuerdo. Cambia eso sí, el énfasis y la intención al declamar,
así como la vestimenta o desnudez de los personajes.
Un Tenorio encuerado
(vestido de cuero, no lo que interpretaría algún buen amigo mexicano) (que
también), con ropas que cualquier joven podría vestir actualmente, sin plumas
ni en los ademanes, con mujeres cuyo recato ni tenían ni se le esperaba, lejos
del que pintó Zorrilla y que como dije, sólo se le reconocía por la trama, el
verso y el nombre de los personajes. Esto no quiere decir que no me haya
gustado el nuevo tono y la nueva intención de Juan Tenorio…
Ya en casa, leí lo que la directora había escrito en
el librito con fuerte olor a tinta de imprenta que nos ofrecían al acceder a
nuestra localidad. Aquí lo desgrano un poco:
Nunca he podido entender cómo un personaje
así se ha convertido en un mito, en un icono abanderado de la libertad y la
transgresión, la representación del seductor de mujeres como valor en sí mismo…
Yo nunca lo había entendido así.
También dice que: Hoy siento la necesidad de subir al
escenario a este personaje, tantas veces representado y, creo, tan pocas veces
entendido. Se
ve que yo no le he entendido.
Más adelante mí admirada
Blanca dice: Más allá de la época en que Zorrilla crea el personaje y más allá del
tiempo en el que el autor coloca la acción de su obra, Tenorio es un ser humano
que sigue latente en el inconsciente de esta sociedad, de la nuestra.
Tampoco lo veo así. Y
también dice Blanca Portillo: Tenorio no es un héroe. Es alguien que huye
de su propio vacío, llevándose por delante todo aquello que se cruce en su
camino. No es un luchador en busca de un mundo mejor, de un cambio en el
sistema, no es un buscador de belleza. Tenorio es hoy el vivo retrato del desprecio
por los demás. Si
hablamos del Tenorio de Zorrilla, yo también lo creo, pero no solamente el de
“hoy”, aquel también lo fue.
Vivimos en un mundo en el que ese
desprecio se hace cada día más patente. Sobrevaloramos a quienes destruyen, a
quienes roban, matan, o violan las leyes… Nunca sobrevaloraré tal cosa, simplemente me
repugnan esos seres.
En nuestro país seguimos
pensando, aunque en ocasiones lo ocultemos, que esas personas son admirables,
son… “los listos” y los demás unos tontos que vivimos sujetos y amordazados en
el redil. ¿Cómo
puedo estar de acuerdo en que un delincuente es admirable? Blanca Portillo
termina diciendo lo siguiente:
Yo
creo profundamente en el respeto por los demás. En valores morales y éticos que
Tenorio destruye sistemáticamente. Creo que ya va siendo hora de que alguien
llame a Tenorio por su nombre. A esto yo me pregunto: ¿Llamar Tenorio por su nombre
hace mostrar a una mujer enamorada esperando en la reja a su amado en la forma
en que lo hace la actual Ana de Pantoja?
¿Lo es acaso actuar como la
desinhibida y desvergonzada Brígida? ¿Era necesario mostrar a doña Inés tan
quitada del hábito? Francamente, si hay que llamar a Tenorio por su nombre, no
llamemos a “Inés” lo que vi.
Lo mejor y lo peor (para mi gusto)
Ciutti (Eduardo Velasco) Muy
bien. Capitán Centellas: Necesita mejorar. Juanma Lara: magnífico en su papel
de Gonzalo de Ulloa (Aunque habría que preguntar a la Abadesa qué tal lleva sus
tímpanos a casa).
Raquel Varela en la monja
Tornera, genial. Miguel Hermoso, -al que he tenido que buscar por Internet para
cerciorarme quien es, porque su voz no se correspondía con la imagen que
recordaba de él- También muy bien en su papel de Luis Mejía.
Beatriz Argüello también
borda su papel de Brígida, aunque en esta ocasión, “quitada de la pena”, palpe
mucho más que el alma tibia de doña Inés, a la que interpretó Ana Martínez.
Buena actriz en el papel que le toca pero…
Marta Guerras interpreta a
una Ana de Pantoja que apareció muy poco y enseñó demasiado.
Me faltaron las estatuas en
el panteón del cementerio y me sobró que el actor que interpretaba a Diego
Tenorio y al escultor fuese el mismo y fácilmente identificable porque da lugar
a equívoco al ser un muerto más en la trama.
¡¡Creo que me olvido de
alguien!! ¡¡Naturalmente que no!! Don Juan Tenorio: Impresionante José Luis García-Pérez. Magistral interpretación cargando con todo el peso de la obra.
Espero que el agua se lo pongan un poco tibia porque si no, saldría congeladito
en cada envite.
La voz de Eva Martín en los
entreactos ocupaba el lugar de los aplausos y evitaba la bajada del telón para
los leves pero importantes cambios de atrezo. Preciosa voz.
Dicha la última palabra por
Juan Tenorio, el teatro se caía en aplausos. Una cerrada ovación de varios
minutos despedía a los actores y actrices, que varias veces tuvieron que volver
a salir para agradecer el calor del público que parecía no tener deseo alguno
de abandonar su butaca. Con lo que entiendo que todos estábamos muy satisfechos.
Como para gustos existen los
colores, este ha sido el gusto y el color de Blanca Portillo, no sé si Zorrilla
estaría de acuerdo.
¿Qué si se me hizo largo
tantas horas sin pestañear? ¡¡En absoluto!! Todo lo contrario. Al salir y ver
la hora que era, tuve que cerciorarme por si tenía mal el reloj.
Laura y yo continuamos
nuestra particular velada por las calles y bares de picoteo de nuestra ciudad,
hasta ponerle el broche de oro a la noche abrazando la sonrisa de nuestro
muchacho que en reunión de “las de antes” arrancaba de su piel con “María la
Portuguesa” un poco de la amargura en la que desafortunadamente le está tocando
vivir este 2014.
Ha sido una inolvidable función
dentro y fuera del teatro. Este también ha sido el gusto y el color de:
1 comentario:
Gracias María.
Ya te sabes la historia de esa foto de la tuna jejejeje
Abrazos
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