Adiós a su eterna sonrisa;
pero nunca adiós a su música y a su inconfundible voz.
Se ha ido en silencio a
cantarle al oído a su madrecita María del Carmen las canciones que nunca
olvidaremos porque nos alegraron la vida durante las fiestas locales, bodas y
celebraciones; o simplemente mientras hacíamos las tareas del hogar.
¿Quién no ha cantado alguna
vez “Mujeres y vino”; “El Porompompero”; “Mi carro”…? Cientos de canciones que jamás
fueron ruido inaudible porque se podía entender muy bien la letra.
Guardo entre mis recuerdos
de juventud unas cuantas de aquellas míticas cintas de cassette casi
desgastadas por tantísimo uso.
Manolo Escobar será siempre
esa voz que me recordaba momentos bonitos.
He visto como hoy a título
póstumo le imponían la medalla de la ciudad de Benidorm, donde vivía y donde ha
muerto tras años de enfermedad que no ocultó a su público. Lástima que ese tipo
de homenajes suele haber tiempo de aprobarlos con urgencia, justo para una foto
en la que el homenajeado está de cuerpo presente.
Descanse en paz la voz que
nos hizo gritar “Que Viva España” sin temor a ser tachados de fachas.
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