Así ve el mundo a los gordos |
06-09-2013 “No
seas pesado” así se titulará el nuevo “Reality” que nos ofenderá Tele5;
subprograma de otro –Abre los ojos y mira- a cuyos contenidos no han dado en su presentación tanto bombo
como al primeramente nombrado; seguramente porque no tendrán mayor importancia.
Un programa que como tantos otros con cambiar de canal tenemos solucionado,
pero en este caso me da la gana aprovechar la coyuntura y opinar sobre el tema
del que tratará (que cuando esta crítica sea publicada llevará varias semanas tratando
en antena porque mientras, estaré atiborrándome de vida en estado vacacional).
Desde
que irrumpiera en las neuronas de los creativos de la cadena y en nuestras casas aquel “Gran Hermano” que
todos vimos y muchos negaron ver; encontraron en la dicha cadena –y en otras
con menos éxito- un filón para enseñar las miserias humanas de ambiciosos
famosos o famosillos e incluso de gentes “inéditas” queriendo serlo no se bien
con qué propósito; porque la fama que alcanzan estas gentes con dichos
programas es tan efímera como la luz de un fuego artificial dejando en su
mayoría el olor a pólvora –en su caso- en forma de escarnio de su intimidad y
muchos “difama que algo queda”; y que tras “la gala final”, deben continuar con
la vida que tenían antes de haber pensado siquiera en presentarse a unos de
esos “castin” que les proporciona la
entrada al esperpento que les convirtió en juguetes rotos para el resto de sus
días.
Tras
los “Famosos en la granja”; “Supervivientes” “Hotel Glamour” (que hasta el
nombre ofendía) “La isla de los famosos”, “La casa de tu vida”… o el último
inconcluso a la hora de escribir esta crítica: “Campamento de verano” al que yo
titularía “charcorranas de verano”; llega ahora este “No seas pesado” que bien podían haber titulado “Asqueroso
gordo seboso que no mereces vivir porque afeas tu entorno”. Ese es el enfoque
que veo en los anuncios del tal programa que mañana -7 de septiembre- verá la
luz por primera vez y no miraré ni atada a la silla.
Venden
que el tal zafio espacio televisivo hará a los gordos “aprender a ser felices y
quererse tal como son”… Me pregunto si los gordos a si mismos o algunos
imbéciles –demasiados- a las personas gordas.
¿Sólo os obesos deben
aprender a ser felices y quererse tal como son? ¿Y el resto del mundo qué? ¿Es
feliz tal como es?
Por
lo que se ve las personas estamos divididas en delgadas felices y gordos
infelices, cómo si pesar de más fuera por gusto o siempre por gula.
Nuestro peso nos escolta tras el nombre: “fulanita
La gorda” “menganito El gordo”… y afirman sin lugar a dudas que pesar de más es
por gusto, por glotonería o dejadez; y por eso para “ayudar” a los
impresentables gordos, han inventado este esperpento de programa que mostrará a
una piara de cerdos revolcándose en sus propios detritus. Matando por comer
glotona y asquerosamente a todas horas –a escondidas, naturalmente- mostrando
sus miserias y logrando perder la dignidad y algún que otro gramo.
Promocionando el balneario donde vivirán la experiencia y haciendo embolsar
millones a la dicha y redicha cadena de televisión.
Adelgazar
se convierte en condena para quienes tenemos como enfermedad el engordar si o
sí y nos sentimos mirados con
repugnancia por algún esquelético que posiblemente coma mucho más que un gordo,
pero tiene la suerte de estar de moda lucir hueso y no carne…o grasa acumulada
tan visible como injustamente.
¿Por
qué no han hecho un programa para ayudar a las personas con anorexia o bulimia?
¿Por qué no, uno que ayude a un calvo a que le salga de nuevo el pelo perdido? ¿Por
qué no, uno que ayude a una persona con dentadura horrorosa a ser feliz
teniendo una preciosa sonrisa –esforzándose porque le crezcan dientes
perfectos-, sin tener que pagar facturas kilométricas al dentista? ¿Por qué no uno
para enseñar a los fabricantes de ropa a hacer tallas lógicas? O mejor ¿Por qué
no un programa que enseñe a los demás a dejar vivir tranquilos a quienes les
rodea y que cada cual se ocupe de sí mismo sin dar tanta importancia al aspecto
físico; sobre todo a la gordura?
Dice
la presentadora del que ahora nos ocupa, Enma García; que es un programa que
hará abrir los ojos a muchas personas obesas que van a intentar perder peso
para ser más felices… Señora mía, yo sería feliz si a una dientuda como tú no
se le ocurriera ganar dinero –que no prestigio profesional- afeando el aspecto
de otros, desnudando la dignidad de los obesos; de todos los gordos a los que
nos meten en el mismo saco sin piedad.
Opino
todo esto sin haber visto ni un segundo del tal programa y con la firme intención
de no verlo, porque los anuncios de cómo será ya me dan idea del asco que me proporcionaría
verlo, de lo indignada y ofendida que me sentiría; y jamás con ganas de seguir “esos”
ejemplos para “ser feliz” y deseando además que sea un estrepitoso fracaso.
Si
todo el mundo “no fuera pesado y abriera los ojos y mirara” su cuerpo, su vida
o su entorno, habría un porcentaje elevadísimo de disconformes consigo mismos.
No
digo yo que lo ideal no sería que todos tuviéramos un cuerpo maravilloso, pero
la realidad es que la “imperfección corporal” -sin bisturí- la sufrimos por
culpa de la herencia genética de la que no nos libra ningún testador maléfico,
y nos damos cuenta de ella gracias a la absoluta insensibilidad de quienes
sufren defectos infinitamente peores que la obesidad, aunque –suerte para
ellos- sus imperfecciones son fácilmente
ocultables a la “simple vista” O quizás no tanto, pero ellos ni se las ven; de
lo contrario no osarían avasallar de forma tan estúpida como obstinada.
No
hay reunión entorno a una mesa con comida, en la que tras un rodeo con
conversaciones insustanciales, algún “alma caritativa” apunte y dispare
directamente al gordo sentado a ella que sin remedio tenga que escuchar
consejos tan inútiles como descarados: “no comas eso que engorda”; “Deberías ir
a un dietista”; “No veas cómo ha
adelgazado fulanito”; “Qué guapa estabas
en una foto de hace veinte años”… Como si en veinte años a aquel imbécil no le
hubiera cambiado la fisonomía. Que dan ganas de decir: “al menos yo alguna vez
fui guapa ¿Puedes tú decir lo mismo? Ellos no callan lo que opinan. Los gordos
además de deformes a sus ojos, somos educados, no ciegos ni insensibles.
La
obesidad es una enfermedad y como tal debería ser tratada, respetada o compadecida
pero a nadie le interesa que así sea (incluido a muchos gordos patéticos que lo
serían con muchos kilos de menos).
Otras
enfermedades pueden ser ocultadas, se
disimulan, o se muestran siempre que sea deseo del propio enfermo, y hasta la
ley protege ese deseo de mostrar o no su padecimiento, pero la obesidad es una
condena tan evidente que no podemos ocultar y por ello es mucho más fácil el
escarnio público: vende más ridiculizar al gordo que dejarlo tranquilo. Por
eso, como luchar contra un gigante es imposible, seguiré con la maldición de mi
genética y mi enfermedad no merecedora de compasión ni respeto. Continuaré con mi
pensamiento libre y cada vez que me mires y yo note que estás pensando
maliciosamente: ¡¡Qué gorda está!! Mucho antes de que puedas hacerme el
comentario que jamás te callas; o hacérselo al primero con que te encuentres, ya
habré pensado: ¿Gorda yo? ¡¡¡Y tú puta!!... O borracha, irrespetuoso,
maleducada, dientuda, fea, tuerto, nariguda, orejotas, calvo, tartajoso,
ladrón, belfo, arrugado, gangosa, cabezón, grosera, gorrón, patizambo, mentiroso, cheposo,
mala persona, sosa, envidiosa, palurda, patético, prepotente, impotente,
perjura, cornuda, injurioso, difamador, falso, bisojo, esquelética, feo, descerebrado…
Todo dependerá de a quien tenga enfrente porque perfecto…¡¡¡perfecta no soy ni
yo!! Y si tampoco entiendes esta ultima ironía, peor para ti.
1 comentario:
Gracias por tu comentario guapa.
Pronto volveré a estar por aquí. Abrazos grandotes.
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