Así como el día de la bajada de la Virgen amenazó lluvia toda la mañana y abrió por la tarde quedando una tarde preciosa de procesión, ayer, pude ver en los lavajos varias ranas con impermeable preguntando si habría en el pueblo alguna casa de alquiler para el próximo agosto.
Inquieta por la posibilidad de que la lluvia se obstinara tercamente en seguir cayendo y ante la imposibilidad de hacer la procesión bajo un torrente, exponiendo a la talla a un deterioro irremisible, me pregunté cómo subiría la Virgen hasta la ermita. Las opciones que se me ocurrieron eran: un coche, una furgoneta o en canoa.
Bromas aparte, durante todo el camino pedía que al llegar a Alaejos hubiera dejado de llover o incluso ¡ya por pedir! que allí no hubiera llovido ¡¡ilusa yo!!
No daban abasto los limpias del coche y cuando llegamos al pueblo no podía jarrear más, tanto que lo próximo tendríamos que haberlo denominado “diluvio”.
La Ronda del Cristo estaba desierta; los arcos ya formados y adornados con las flores hechas de servilletas de papel desde el día anterior, aguantaban el chaparrón sin la montonera de vecinos que hubieran deseado estar a esas horas adornando la calle.
Me daba mucha pena pensar que si no escampaba a tiempo todo su trabajo no serviría de mucho y sus ilusiones quedarían tan ajadas como lo empezaban a estar las rameras y demás adornos que aun permanecían en el resto del pueblo.
En la plaza mayor había una exposición de coches antiguos que también quedó deslucida por completo.
Algunos valientes del club cicloturista decidieron plantarle cara al temporal y no suspender el “día de la bici”.
Subieron a la ermita como estaba programado y bajaron como no podía ser de otra manera: empapados como bollos de maimón en el desayuno.
Nos acercamos a ver la exposición de fotografías “Recuerdos y vivencias”, que estaba a punto de clausurarse y que ha estado abierto al público desde el día 6 mostrando fotos de particulares cuyo motivo central era la Virgen y su festividad a lo largo de los años.
Muy emotiva la muestra de fotos y desde aquí agradezco a quienes las han enviado para poder disfrutarlas y sobre todo a quienes las han recogido, ordenado, expuesto y cuidado durante el horario de apertura al público.
Igual quiero agradecer por su trabajo a la asociación de mujeres que durante meses confeccionan, tejen, pintan y elaboran gratuitamente toda clase de labores artesanas para venderlas en rastrillo solidario, y que este año tuvo lugar los días 30 de abril al 2 de mayo.
Afortunadamente alrededor de las dos de la tarde dejó de llover y poco a poco el sol venció a las nubes, y aunque quedó un airón intenso y desagradable, a las 6 en punto de la tarde nuestra patrona abandonaba la iglesia de Santa María para enfilar por la calle del mismo nombre y las de Prado, Pastores y Ronda del Cristo camino de su ermita, precedida por el Nazareno que la acompañó hasta la salida del pueblo al igual que lo hiciera en su venida.
Los vecinos habían podido finalizar los trabajos con idénticos materiales con que lo han hecho el resto del pueblo, así lucieron blasones, colchas, sábanas, arcos, guirnaldas, altares y toda clase de ornamentos realizados amorosamente para despedir a la Virgen.
La calle era una alfombra humana sobre la que paseaba majestuosa la Virgen de la Casita. Ella es la reina de Alaejos y así se lo quisimos mostrar los alaejanos.
A la entrada del camino la esperaban para guiarla varios caballos.
Debido a la intensidad de la lluvia de días pasados, en algunos tramos el camino estaba “impaseable”. Había que sortear charcos, puchas y boñigas de los caballos escolta que dificultaron la marcha. Nada insuperable ante el deseo de acompañar a nuestra Chiquitita hasta su casa.
Cuando la patrona reposó finalmente en la vitrina que la custodia, parecía sonreír. Quizás regresar a su casita habiéndose sentido amada y honrada por sus hijos, la hizo feliz y lo reflejó en su rostro, o quizás fue mi ilusión devota la que me hizo ver en Ella una sonrisa.
La Virgen de la Casita es mi guía y el brazo donde asirme cuando necesito creer, para seguir llevando mi existencia con orgullo. Nunca le pido lo que estoy segura no podrá concederme, le pido consejo para no caer en errores y ayuda para superar dificultades.
Ella nunca me reprochará por llevar una vida acorde con sus preceptos y mis sentimientos.
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