DICIEMBRE-2008
Esta crítica, como todas las que escribo, no es más que el reflejo de los sentimientos que afloran en estas fechas que nos pintan plenas de amor, solidaridad y concordia, valores muy importantes para la convivencia.
Yo estimo que las Navidades de ahora; en este rancio 2008 que nos deja marcado por la crisis, precisamente de lo que carecen; es de valores.
Actualmente todo se reduce a calles llenas de coches y de gente que colapsan las ciudades gastando hasta lo que no tienen para no ser menos que el vecino.
Parece que alguien dio un pistoletazo de salida para que el mundo entero se lance a enriquecer a los comerciantes que casi a punta de pistola vacían los bolsillos de los incautos “consumidores” de supuesta paz, armonía y concordia.
Esas mismas calles engalanadas con guirnaldas y con millones de mortecinas bombillas encendidas, que apenas alumbran como una lamparilla pero que supuestamente alegran el paisaje.
Aceras sembradas de árboles sintéticos de navidad repletos de bolas de colores o abetos naturales adornados con lazos rojos chantajeando a los viandantes a las puertas de los comercios.
Los grandes almacenes se afanan en ser los primeros en llenar sus estantes con tentadores regalos y una enorme variedad de turrones, dulces y comidas que se empeñan en denominar “tradicionales”.
Los juguetes; esa parte tan importante para la formación de seres humanos, también son cosa de comercios y grandes almacenes que hipnotizan la imaginación de los niños y chantajean el bolsillo de los incautos padres que se sienten culpables por conceder poco tiempo a sus hijos y compran su cariño con esa multitud de cacharros que terminarán apilados en el trastero sin haber sido utilizados más que en un par de ocasiones ¡como mucho!
Las familias, salvo en raras excepciones, pocas veces se reúnen con verdadera armonía. Lo hacen –cuando lo hacen- para fingir un cariño que raramente existe, o para intercambiar absurdos regalos que -en la mayoría de los casos- ni gustan a quien los hace ni agradan a quien los recibe.
La Navidad es bonita cuando eres pequeño o cuando en la familia hay niños de corta edad y en la mesa no falta nadie, pero cuando ya eres consciente de los huecos que van quedando y que jamás serán llenados, la Navidad no deja de ser una época comercial que beneficia a muchos y “arruina” a demasiados.
Unos días en los que nos atiborramos tontamente de comida el estómago, mientras nos bombardean con mensajes de solidaridad para pellizcarnos el corazón con las desgracias ajenas. Esas desgracias que parecen desaparecer el día 7 de Enero y unos deseos de felicidad al vecino que se quedan en simples palabras vacías de sinceridad en cuanto se apagan los ecos navideños.
Reto a cualquiera a que me demuestre que no estoy en lo cierto.
Cuando todo el mundo se reúne, ríe, canta, se divierte y come a esgalla por simple gula, no piensan en quienes no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca ni en prestar un hombro amigo a quien necesite apoyarse en él.
Sin embargo cuando alguien se siente solo y triste, echa en falta las pequeñas cosas a las que nunca le dio importancia.
La Navidad es precisamente eso, echar en falta personas y situaciones que nunca regresarán, porque de tanto escuchar a todas horas lo bonita que es, se agranda la soledad de quienes no tienen nada, ni esperan llenar su mesa esos días de supuesta alegría, unión, armonía y buenos deseos.
Espero que esta crónica no le haga a nadie pensar que vivo amargada porque en absoluto es así. Simplemente tengo la valentía de decir, incluso por escrito, lo que pienso y no quiero sentirme manipulada ni siquiera en las supuestas tradiciones, porque yo mantengo, que la actual Navidad no es tradición, es hipocresía y no me creo esa supuesta “magia Navideña”, simplemente vivo con los pies en el suelo (aunque me torture la artrosis), y con los sentidos alerta para que no se me escape nada de lo que me rodea.
Sobre todo no quiero perderme la felicidad de compartir mi vida con quien lo hago, de disfrutar de la luz que irradian las miradas de mis hijas y la alegría de tener los hijos que ellas me han regalado. Ahora a esperar que lleguen los nietos –si llegan- para enseñarles lo que aprendí y para hacerles vivir la Navidad que mi abuelo me enseñó y que no tiene nada que ver con lo que ahora llaman Navidad, porque pese a todo, también la celebro.
Ahora mi Navidad es diferente. Intento vivirla cada uno de los días del año. Sin dejarme influenciar por absurdas tradiciones, creencias y chantajes emocionales.
Disfruto de cada momento como si fuera el último y procuro que mi familia y amigos sean felices sin necesidad de arruinarme para que otros se enriquezcan. Regalo a los míos amor a manos llenas, y de ellos lo recibo en idéntica medida… todos los días de mi Navidad, es decir, 365 al año.
Feliz año nuevo a todos mis amigos, a todos los que siguen mis Blogs y mis escritos, a mi familia y a los que me queréis un poco; a los que no, pues eso…
Esta crítica, como todas las que escribo, no es más que el reflejo de los sentimientos que afloran en estas fechas que nos pintan plenas de amor, solidaridad y concordia, valores muy importantes para la convivencia.
Yo estimo que las Navidades de ahora; en este rancio 2008 que nos deja marcado por la crisis, precisamente de lo que carecen; es de valores.
Actualmente todo se reduce a calles llenas de coches y de gente que colapsan las ciudades gastando hasta lo que no tienen para no ser menos que el vecino.
Parece que alguien dio un pistoletazo de salida para que el mundo entero se lance a enriquecer a los comerciantes que casi a punta de pistola vacían los bolsillos de los incautos “consumidores” de supuesta paz, armonía y concordia.
Esas mismas calles engalanadas con guirnaldas y con millones de mortecinas bombillas encendidas, que apenas alumbran como una lamparilla pero que supuestamente alegran el paisaje.
Aceras sembradas de árboles sintéticos de navidad repletos de bolas de colores o abetos naturales adornados con lazos rojos chantajeando a los viandantes a las puertas de los comercios.
Los grandes almacenes se afanan en ser los primeros en llenar sus estantes con tentadores regalos y una enorme variedad de turrones, dulces y comidas que se empeñan en denominar “tradicionales”.
Los juguetes; esa parte tan importante para la formación de seres humanos, también son cosa de comercios y grandes almacenes que hipnotizan la imaginación de los niños y chantajean el bolsillo de los incautos padres que se sienten culpables por conceder poco tiempo a sus hijos y compran su cariño con esa multitud de cacharros que terminarán apilados en el trastero sin haber sido utilizados más que en un par de ocasiones ¡como mucho!
Las familias, salvo en raras excepciones, pocas veces se reúnen con verdadera armonía. Lo hacen –cuando lo hacen- para fingir un cariño que raramente existe, o para intercambiar absurdos regalos que -en la mayoría de los casos- ni gustan a quien los hace ni agradan a quien los recibe.
La Navidad es bonita cuando eres pequeño o cuando en la familia hay niños de corta edad y en la mesa no falta nadie, pero cuando ya eres consciente de los huecos que van quedando y que jamás serán llenados, la Navidad no deja de ser una época comercial que beneficia a muchos y “arruina” a demasiados.
Unos días en los que nos atiborramos tontamente de comida el estómago, mientras nos bombardean con mensajes de solidaridad para pellizcarnos el corazón con las desgracias ajenas. Esas desgracias que parecen desaparecer el día 7 de Enero y unos deseos de felicidad al vecino que se quedan en simples palabras vacías de sinceridad en cuanto se apagan los ecos navideños.
Reto a cualquiera a que me demuestre que no estoy en lo cierto.
Cuando todo el mundo se reúne, ríe, canta, se divierte y come a esgalla por simple gula, no piensan en quienes no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca ni en prestar un hombro amigo a quien necesite apoyarse en él.
Sin embargo cuando alguien se siente solo y triste, echa en falta las pequeñas cosas a las que nunca le dio importancia.
La Navidad es precisamente eso, echar en falta personas y situaciones que nunca regresarán, porque de tanto escuchar a todas horas lo bonita que es, se agranda la soledad de quienes no tienen nada, ni esperan llenar su mesa esos días de supuesta alegría, unión, armonía y buenos deseos.
Espero que esta crónica no le haga a nadie pensar que vivo amargada porque en absoluto es así. Simplemente tengo la valentía de decir, incluso por escrito, lo que pienso y no quiero sentirme manipulada ni siquiera en las supuestas tradiciones, porque yo mantengo, que la actual Navidad no es tradición, es hipocresía y no me creo esa supuesta “magia Navideña”, simplemente vivo con los pies en el suelo (aunque me torture la artrosis), y con los sentidos alerta para que no se me escape nada de lo que me rodea.
Sobre todo no quiero perderme la felicidad de compartir mi vida con quien lo hago, de disfrutar de la luz que irradian las miradas de mis hijas y la alegría de tener los hijos que ellas me han regalado. Ahora a esperar que lleguen los nietos –si llegan- para enseñarles lo que aprendí y para hacerles vivir la Navidad que mi abuelo me enseñó y que no tiene nada que ver con lo que ahora llaman Navidad, porque pese a todo, también la celebro.
Ahora mi Navidad es diferente. Intento vivirla cada uno de los días del año. Sin dejarme influenciar por absurdas tradiciones, creencias y chantajes emocionales.
Disfruto de cada momento como si fuera el último y procuro que mi familia y amigos sean felices sin necesidad de arruinarme para que otros se enriquezcan. Regalo a los míos amor a manos llenas, y de ellos lo recibo en idéntica medida… todos los días de mi Navidad, es decir, 365 al año.
Feliz año nuevo a todos mis amigos, a todos los que siguen mis Blogs y mis escritos, a mi familia y a los que me queréis un poco; a los que no, pues eso…
8 comentarios:
Vaya crítica nena!!!! me ha gustado mucho como lo has expresado!!! Y aunque tienes muchisima razón en todo lo que dices, pero ya que te pongo un comentario también te diré lo que pienso del tema. Todo lo que has relatado es cierto que está pasando y cada año más acentuado, pero yo si realmente tomara conciencia de ello, estaría estos días metida en la cama llorando.
Es verdad que la navidad de ahora es muy hipócrita, solo que yo intento no verlo así para que no deje de ser navidad.
Mira, yo creo que mi hijo la vivirá de otra forma solo por no ser yo creyente, ya que mi madre me educó en la tradición cristiana y yo a mi niño se la enseñaré como parte de la cultura y la historia del ser humano.
De momento, tengo que hacerle regalitos en Reyes, ponerle árbol, llevarle a ver belénes y todas esas cosas sin sentido que yo no haría. Si que seguiría manteniendo un poco la tradición pero por mis padres, por que en temas de comprar y regalos, mi marido y yo nos compramos lo que queremos cualquier día del año, pero.......las cosas son así y no me gusta ir mucho a contracorriente.
Me gusta mucho copartir la manera de pensar contigo, me siento muy identificada con tus palabras.¿Tú tampoco tienes creencias religiosas? ya se que es un tema un poco delicado, pero si quieres contestas y si no nada.
En cuanto tenga más tiempo,leo el resto de tus críticas y les pondré algún comentario, ¿vale?
UN SALUDO "NAVIDEÑO" jejejeje
Veo que nos une algo más que el nombre y el "gaditanismo".
Si te das cuenta, pongo que las celebro, que monto el Belén (sobre todo el misterio del que ponía con mi abuelo y que heredará mi hija Laura por ser la mayor)
El Belén lo ponemos por tradición familiar uno de los días del puente de la Inmaculada y para ponerlo vienen mis hijas y mis nuevos hijos.
Preparo una comida similar a la del día de Navidad o del año y celebramos nuestra particular Nochebuena, porque ese día no tenemos que compartirnos con las familias de mis hijos (se que debería poner yernos, pero son mis hijos, te lo aseguro) y como también dije, mi Navidad procuro que sea todos los días del año, no cuando me obligue la fecha y las guirnaldas en las calles.
Cuando mis niñas eran pequeñas les hice vivir la Navidad con los cinco sentidos, como tú haces con tu niño, y el día que tenga un nieto -si lo llego a tener- se la haré vivir incluso con más intensidad que a mis hijas porque tendré todo el tiempo del mundo para llevarle a ver las luces, los Belenes, los adornos... y seré su Rey Mago y hasta su Papa Noé como lo fui mientras mis hijas fueron pequeñas.
Por ellas puse durante años árbol de Navidad, porque aunque no era de mi época, lo era de la suya y aunque no estaba de acuerdo en absoluto, también venía Papa Noé, para que pudieran disfrutar de los juguetes durante las vacaciones... aunque el día fuerte de regalos e ilusiones infantiles era el de Reyes.
Aún hoy, los regalos son sorpresas para el que los recibe. Colocamos los zapatos en el recibidor y ahí vamos poniendo cada uno el que compró para el otro. Abrir los regalos es una fiesta. Lo hacemos por orden de edad, para que todos disfrutemos al ver la cara de quien abre el regalo...
Para cenar Nochebuena y Nochevieja nos arreglamos con ropa “elegante” y procuramos no echar de menos a quien no está por propio gusto, recordando con cariño a quien se fue para siempre y ahora que –como te dije- hemos de repartir a las niñas con la familia de los niños, durante las campanadas, tomamos las uvas juntos a través del móvil.
Esas son NUESTRAS tradiciones y las seguimos a rajatabla.
En cuanto a lo de la religión, como bien dices es un tema delicado que en absoluto tiene que ver con el que nos ocupa porque realmente ¿crees que alguien celebra el nacimiento de Jesús?
Mil besos tocaya, y para el peque otros tantos.
Marisa
A ver que es es el listo que le dice Feliz Navidad a un pavo; y (lamentablemente) hay tantos...
Buen blog; me gusta. Me pasare por aqui de vez en cuando si me lo permites.
Saludos
Bienvenido Jarillo. Naturalmente "te permito" visitar el blog cuando lo desees. Éste y los otros dos que tiene enlazados arriba a la derecha. Si te gusta la poesía sencilla y el humor surrealista estás en tu casa.
Para alguien que escribe, lo más bonito es saber que alguien lo lee... y si gusta, mejor que mejor.
Feliz año nuevo... y réquiem por los pavos
Marisa
¡¡Pero como te despachas!!!...jajajaja...lo que más me gusta es el final.."a los que no...pues eso"...jajaja...hasta se puede leer lo que significa...eres increible.
Tienes mucha razón en lo del consumo, la hipocresía, que es cierto que lo que menos importa es lo que se suele decir, y todo lo que hablas. Pero en fin, yo también la celebro igual que tu, y además también te deseo lo mejor, y que todas tus ilusiones se te cumplan. Y no me tomaría el más mínimo tiempo en escribírtelo, si no lo sintiera tal como lo digo. Es bueno que las personas que llaman a las cosas por su nombre, estén siempre en la palestra. A ver si de alguna manera, sirve para que ciertas gentes reflexionen.
Saludos cordiales y mejores deseos
Nuevamente gracias por tu "visita", sabes que eres bien recibido.
Gracias también por tus palabras. Siempre es grato que a una le regalen el oído, sólo espero que si alguna vez no estás tan de acuerdo en lo que leas también me lo hagas saber... no quiero que algunas gentes "envidiosillas" piensen que sólo contesto a los halagos.
También mis mejores deseos para ti y tu familia en estas fechas y en todas “las fechas” del resto de tu vida.
Un abrazo.
Marisa
Es época de falsedad o navidad, como quieran denominarlo, y el primer acto
es la típica cena de empresa.
Bien, te vas a gastar 50 euros como mínimo, eso es lo de menos, si es que
pasamos por alto la época de crisis. Lo hipócrita, viene cuando tienes que
sentarte con gente, que realmente no aprecias, ya que quizás a la mayoría
ni tienes conocimiento de que existen, o les has visto un par de veces por
la empresa.
Lo mejor es que te toque al lado de tu jefe, o un superior, del cual estás
harto de criticar su labor, de pasarle el pan, al hijo de puta de turno
que de sobra sabes que ha intentado malmeter.
Quizás después de 4 copas de vino, la cosa se vea distinta, y ya todos sean
los más maravillosos amigos, que ya no compañeros, y hasta te des el lujo
de invitarles a una copa más tarde.
Luego los energúmenos de turno, que les tiran los trastos a las cuatro "divas" de la empresa, que utilizan vestuarios que ni con sus propios novios usan, sabiendo que ese día, es su día.
Después, los típicos puteros, se irán a un lugar de citas, aprovechando la
oportunidad de salir un día sin sus mujeres, que es la verdadera razón por
la que salen ese día, y al día siguiente, entre la resaca, el dolor de cabeza, la falta de dinero, no recuerdas si lo que has vivido, ha sido producto de la amistad, o de la confusión.
Yo si voy alguna vez, es simplemente para hacer chantaje a todos esos hombres de familia que van de fieles, para acabar cenando almejas, y no precisamente en un restaurante.
Felicidades a todos los restaurantes de menú de em Presas.
http://intros-peccion.blogspot.com
Siendo así soy afortunada por no pertenecer a ninguna empresa que organiza cenas de semejante calibre.
Gracias por tu visita y comentario
Publicar un comentario