TORRE DE SANTA MARÍA... ALAEJOS
22-07-2017
Te miro y
me pareces tan hermosa, que es difícil apartar la vista. Te vi por primera vez
hace 60 años y me enamoré de ti… ¡Majestuosa!! Tan bonita, tan impresionantemente
alta…
Durante el
tiempo que estuve lejos de ti y sólo volvía por corto espacio de tiempo; lo más
emocionante de regresar, era volver a verte.
Cuando
estuviste herida pensé que iba a perderte para siempre y ahora… Ahora vuelvo a
mirarte ensimismada y no puedo por menos de gritarte ¡¡Guapa!! ¡¡Qué bonita eres!!
Puede que
deje de verte, pero sé que vas a resistir al tiempo y a los tiempos.
Deja que
te diga lo mucho que te quiero… que entre tus muros quedarán para siempre
algunos de los momentos importantes de mi vida… Mi bautizo, aquellas misas
donde no dejaba títere con cabeza poniendo a prueba la paciencia de mí querida
abuela Felisa…
La salida
del Nazareno portado a hombros por mi abuelo Ruperto que tuvo su relevo
emocional en mi hermano, que lo meció al son de la inconfundible melodía tan
perdida como otras tantas tradiciones de mi pueblo.
Hace años
era obligatorio que las mujeres o niñas después de tomar la Primera Comunión
acudieran a la iglesia cubriendo su cabello con un velo, aunque no antes de
celebrar dicho sacramento.
Una tarde
me presenté durante la novena con apenas
tres años, cubierta la cabeza con un velo de tul negro, viejísimo y lleno de
agujeros porque lo utilizaba mi madre cuando se ponía rulos para dormir. La
gente rió la ocurrencia de la niña vivaracha que fui.
Ante tu
magnifico altar, con tan sólo seis añitos tomé la primera Comunión y celebré la
procesión del Corpus y la confirmación junto a mi querido hermano… Años después
viví la procesión del Corpus de mi hija Irene… La entrega de placas al cumplir
80 años a los mejores padres que la vida me regaló; y en ese mismo altar sufrí el
dolor por su adiós.
¡¡Cómo
quisiera verte restaurada por dentro!! Libre del daño que las termitas te
causan. Volver a ver tu maravilloso artesonado, tus altares, las imágenes
sacras; curadas del paso del tiempo…
Te quiero
mi preciosa iglesia de Santa María ¡¡Qué suerte que veo tu torre restaurada!!
¡¡Ojala pudiera escuchar el tañer de tus campanas a brazo y a vuelo sin ese
artilugio que golpea con timidez y apenas emociona!!
Ya no hay
quien toque con la fuerza y las ganas como lo hacían los hombres de antaño y aunque
alguno en ocasión especial quisiera hacerlo, ya no será posible porque han
dejado prisionero el sonido del mágico metal, tras alambradas para que las
palomas no puedan continuar deteriorando lo ahora restaurado.
Ya en
Julio vimos que al tiempo que día a día desaparecían los andamios que durante
meses te habían ocultado para tu restauración; comenzaba a desmoronarse la de
San Pedro que escupiendo cascotes da la
voz de alarma de su mal estado dejando al pueblo con dos magníficos templos:
uno reformado por completo por dentro y cayéndose por fuera, y otro cayéndose
por dentro y mostrando magnífica su torre recién restaurada… ¡¡Vaya pueblo este
mío!!
Lo malo
que aquí viví, no merece la pena ser recordado y olvidé el daño y a quien lo
infringió el mismo día que ocurrió.
Querida
Torre… Queridas torres e iglesias de Santa María y San Pedro, os quiero tanto
como quiero a este terruño que me vio nacer y del que no me iré jamás… Aunque
me vaya.
Alaejos es
tan mío como yo de Alaejos y aquí queda mi esencia y mi amor por lo bueno que
encierras pueblo de mis amores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario