Valladolid a 25 de Abril de
2016
Podría comenzar esta carta
con corrección de protocolo diciendo: “Queridos hermanos”, pero me suena a
comienzo de liturgia y nada más lejos de mi intención, por eso voy empezar como
me sale del alma:
Queridos, muy queridos
hermanos Julio, Nati; adorables sobrinas
Anabel, Arancha y sobrino Javier: aquí estamos para festejar vuestras bodas de
oro como casados. Ahí es nada, 50 años… 18.263 amaneceres viendo al mismo
pelujo y a la misma peluja.
50 años de amor sin tregua,
pariendo y educando a vuestras preciosas hijas, viendo cómo tomaban su propio
rumbo, siendo más que padres amigos, confidentes, bastón y brazos para
acurrucar sus buenos o no tan buenos momentos.
50 años en los que
llorasteis pérdidas irreparables,
personas muy importantes de las que hoy también nos acordamos porque
jamás se van mientras vivan en nuestro recuerdo y su luz de estrella nos
alumbre cada día.
50 años de alegrías en las
que no han faltado esos momentos durísimos en los que también de la mano
superasteis los más horribles temores que asomaron para interrumpir la ilusión
de vivir.
50 años en suma, de una
felicidad muy merecida.
Me enorgullece formar parte
de esta celebración. Hoy son las Bodas de Oro, las siguientes son las de
platino ¿No? ¡¡Ya estoy yo esperando a que me deis fecha para celebrarlas
juntos!!
Os quiero; os queremos, no
os quepa la menor duda.
Con todo mi cariño;
Con todo nuestro cariño:
FELIZ VIDA…
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