11-08-2014
Me pregunto
qué ocurre cuando baja el telón; cuando
se vacía el teatro y se arrastra el maquillaje dejando limpia la cara del
actor, para dar paso a la “persona humana”. Cuando las bambalinas se quedan a
oscuras; el maravilloso escenario con lujoso attrezzo vuelve a ser inanimado cartón y las butacas
vacías esconden el sueño del público que presenció de cerca el espectáculo y
casi palpó el sentir de su actor favorito.
¿A dónde
lleva sus penas el admirado artista que dedica su tiempo y su trabajo a la
diversión y disfrute del gran público?
Cuando ese
arte es mostrado en televisión, y gracias a maravillosos aparatos podemos
grabar sus actuaciones para disfrutarlas cuantas veces queramos; llegamos a
saber de memoria el diálogo interpretado y lo compartimos felices en nuestra
intimidad quizás rodeados de amigos, sintiendo que el actor es uno más de
ellos. Sin que él lo sepa, ha estado actuando en privado tantas veces para
nosotros, que se diría pensamos que nuestro artista nos conoce tanto como
nosotros a él y quizás por eso algunos se comportan de forma indeseada cuando
tienen la “suerte” de cruzarse por casualidad con un famoso por la calle y
pretende llevarse el trofeo de una foto de forma poco agradable para el conocido
de turno que incómodo, quizás no tiene más remedio que poner tierra por medio
pese a saber que se le acusará cuando menos de grosero…
Afortunadamente
somos muchos los que respetuosos; admiradores, sí, que sabemos diferenciar
entre actor y persona con nombre, apellidos, vida privada y derecho a pasear
tranquilo, saludando si es caso, con respeto y siempre que no le hagas perder
un tren al emplear su tiempo con tu saludo.
Por lógico
desconocimiento o mejor “no conocimiento”, vamos todos en el mismo saco. Igual
los que le piden a un humorista un chiste en un funeral, que los que nos
mantenemos al margen y pedimos autógrafo y hasta foto solamente a la salida de
sus espectáculos. Por ello, demasiados famosos “odian” ser reconocidos, sin
darse cuenta que gracias a “nosotros” sus sueños de alguna manera llegan a
cumplirse.
El público
al parecer tenemos el poder de encumbrar a quienes nos gustan y hasta de hundir
al que dejó de interesarnos convirtiendo al idolatrado en muñeco roto.
¿Hemos
pensado todo lo que sacrifican a cambio de entretenernos? Toda su vida a cambio
de un aplauso tan efímero como la fama.
Muchos –al
parecer la mayoría- durante los años de éxito acuñan caudales que no disfrutan
por tanto ir de plaza en plaza representando vidas sin vivir la propia o
teniendo que enfundarse públicamente en glamurosa apariencia sin poder
disfrutar de sus verdaderos sentimientos.
No les queda
otro remedio que maquillar su forma de ser, pensar y sentir fuera del escenario
y sólo se visten de ellos mismos en la soledad de su casa y de su corazón.
Me consta
que algunos de mis admirados actores o artistas, al apagarse el estrépito de
los aplausos, tan sólo les queda el eco doloroso y hueco de una casa vacía al
dar vuelta a la llave de su puerta.
Vacía de alguien esperando para compartir el éxito o llorar el fracaso. Vacía
de alguien que a la cabecera de su cama les de la medicina necesaria para curar
su cuerpo y su alma sin esperar a cambio un tanto por ciento de la recaudación
de su arte.
Nuestros
actores, genios o artistas no comparten con sus admiradores esas soledades,
esto es absolutamente lógico, aunque es una lástima que ellos no tengan ni idea
de cuantos estaríamos dispuestos a devolver un poco de la felicidad que nos
proporcionan, ofreciendo un hombro amigo, un abrazo que alivie su pena, una
conversación que envuelva soledades… esa es la pena que me da al saber que mis
risas gracias a ellos, los momentos que aliviaron mi dolor sin saberlo; no
puedo agradecérselos cuando ellos más lo necesitan.
Por eso,
cuando me entero que alguno de mis admirados tiene una vida feliz, plena, tan
“normal” como la que llevamos el resto de mortales, me alegra, me satisface
tanto como sentarme en su teatro para ser espectador y disfrutar de su arte.
2 comentarios:
Preciosos Marisa.
Pienso como tú.
Un abrazo
Gracias Rosama.
María con satisfacción seguramente, pero muchos solitos como el uno.
Besitos guapas!!!
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