martes, 17 de marzo de 2009

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS DE ADOLESCENTE CAPITULO CUARTO

Hoy el capítulo empieza aquí.

También teníamos una profesora de música cuyo nombre no podría recordar porque siempre la llamamos “La Fusa”. ¡¡¡Como nos burlábamos de ella!!!

Además de la escala del DO RE Mi FA SOL LA Si DO, nos enseñó varias canciones. Una de ellas era la de: “Ojos verdes son traidores. Ojos verdes son traidores, azules son mentireiros, los negros y acastañados son firmes y verdadeiros. Los negros y acastañados son firmes y verdadeiros.
Naviera, Naviera, Naviera Do Mar, había una barquiña pra ir a navegar, pra ir a navegar, pra ir a navegar, Naviera, Naviera, Naviera Do Mar”.
Años después la popularizó el grupo “Mocedades”.

La profesora de Lengua Española, Elena Bulls (o algo así), una antipática cincuentona a la que nunca le caí bien; ni ella a mi tampoco ¡¡faltaría más!!
Siempre me preguntaba cuando no tenía ni idea de la respuesta. No se cómo siempre acertaba la tía estúpida.
Si yo sabía la respuesta ponía cara de despistada para ver si al quererme “pillar”, la sorprendía sabiéndolo. No me preguntaba.
Si por el contrario, no sabía la lección y estaba atenta a sus explicaciones, me preguntaba y cero al canto.

De las tres profesoras que aparecen en la foto, la de gafas es la directora del Instituto. La del centro no tengo ni idea por más que miro, podría ser “La Cabezas” pero no me atrevo a asegurarlo. La otra es la de Lengua casi sin lugar a dudas.

De las chicas, tan sólo reconozco a Chus al lado de la directora. Es posible que la agachada debajo de las profesoras sea Conchita Martínez y quizás la segunda por la izquierda con jersey blanco y pelo recogido en coleta, podría ser Mari Carmen, otra muchacha de la pandilla de “instituteras”.

De esta chica –si lo fuera- siempre recuerdo algo que ocurrió durante unos ejercicios espirituales que realizamos en el colegio “El Apostolado”, sito en el Camino Viejo de Simancas.
Aunque nuestro Instituto no era laico, cada año en primavera, quizás por Semana Santa, nos obligaban a hacer esos ejercicios espirituales, que nosotras nos tomábamos como un adelanto de las vacaciones.
Para llegar a dicho colegio nos llevaron en autocar. Al llegar a la “Residencia Onesimo Redondo” –Hoy “Hospital Pío del Río Ortega”-, el vehículo se llenó de algarabía al ver a “La Fusa”, saludándonos como loca agitando los brazos con las piernas flexionadas... ¡¡ridícula la pobre mujer!!, mientras nosotras la saludábamos, también agitando los brazos y gritando –porque no podía oírnos- ¡¡Fusa, Fusa!!

Al llegar al colegio de nuestro destino, dejamos las bolsas con nuestra comida, la colocamos bajo los árboles y comenzamos a jugar seguramente a la goma o a “puntos”.
Enseguida nos llamaron a formar una fila y entrar a la capilla para oír un aburridísimo sermón y confesarnos.
No se cómo, pero nosotras no entramos a la capilla, nos “perdimos” por los largos pasillos del colegio o en los baños o... vete a saber.
Seguimos jugando tan tranquilas hasta la hora de comer aquel rico bocadillo seguramente de tortilla de patata que mi madre me pondría.
Durante la comida, Mari Carmen, no paró de “alardear” de lo rica que la iba a saber la merienda.
Unos familiares le habían traído de Suiza una tableta de chocolate muy rico y su madre le puso unas porciones para merendar.
Ella de vez en cuando desenvolvía el chocolate, lo olía profundamente y decía; ¡¡¡ mmmm que rico mi choco-choco!!!
Así varias veces durante la comida y la tarde. ¡Nos tenía hartitas!

Poco antes de la hora de la merienda para no tener que entrar de nuevo a la capilla, Mari Carmen se fue a visitar a una tía que vivía cerca de allí. Aprovechamos su ausencia para “probar” un pedacito del “choco-choco” de nuestros tormentos, riéndonos al imaginar la cara que pondría al ver que habíamos comido un pedazo.
No teníamos buena conciencia, ¡¡pobre Mari Carmen!!
Dudamos mucho, pero al final para que no notara que faltaba un trozo... nos comimos todo el chocolate.
Dejamos su cartera bajo le mismo árbol medio abierta, con el papel que envolvía el “choco-choco” fuera de ella.
Cuando llegó la muchacha relamiéndose, había un perro merodeando cerca de la cartera olisqueando el papel.
Corrió agitando los brazos para espantar al animal que salió huyendo asustado sin saber que había sido nuestra mejor coartada para ocultar “el crimen del choco-choco”.



La asignatura que más me gustaba –además de Ciencias- era la de “Educación del hogar” también llamada “labores” que la impartía una profesora joven y no demasiado estricta.

Siempre me gustó coser y bordar. Recuerdo que para mantenerme ocupada durante todo el verano, mi madre me compró panamá e hilos de bordar, en la gama de marrones con la sana intención de que me hiciera una mantelería... y la hice de punto yugoslavo. Bordé mi primera mantelería a los 13 años, pero mi madre no cumplió su objetivo de “mantenerme ocupada” durante tanto tiempo, puesto que en 15 días la terminé.
Jamás estrené aquella mantelería, pero hace muy pocos años les bordé una a cada una de mis hijas en distintos modelos y colores para que las guarden como recuerdo de su madre.

A lo que iba, que me pierdo en explicaciones.

Durante la hora de “labores” que solía ser por la tarde, mientras el resto nos afanábamos en aprender a hacer callos, vainicas y costuras –que aún conservo-, una niña leía para mantener el silencio de las demás.
Había una chica; Amparito de risa muy fácil, que leyendo uno de los libros de la colección “Celia”, cada vez que leía alguna de las trastadas que la protagonista le propinaba a su hermanito “Cuchifritín” o a la cigüeña “Culiculá”, no paraba de reír y nos contagiaba a todas.
También guardo un muestrario que bordamos en arpillera y el cuadro de un osito de fieltro que a modo de rompecabezas, colocamos y pegamos sobre la arpillera (roja en mi caso).
Ese cuadro estuvo colgado en mi cuarto durante años.

La profesora de inglés, una señora de mentón torcido, pero de buen corazón aunque no excelente profesora, tuvo un incidente gracioso para quien lo ve aunque imagino que horrible para quien lo sufre.

Una mañana a la salida de las clases, vio que en la parada estaba a punto de salir el autobús y corrió para no perderlo, con tan mala suerte que se le debió soltar la cremallera de la falda que rodó por sus piernas hasta el suelo dejando la descubierto su “faja pantalón” -muy de moda en la época- con el consiguiente alboroto de los crios que llenaban ya el autobús y supongo que el “tierra trágame” de la profesora.
NATURALMENTE, CONTINUARÁ...

4 comentarios:

Castrodorrey dijo...

Y continúa: Baila na punta do pe, baila na palma da mao, baila miña maruxa si, baila si queres bailar......¡ayyy, que recuerdos!
Yo no estaba ahí, que conste...jajajaja...pero me se todas las cancioncillas esas, que son -como no- da miña terra nai, mi querida Galicia natal.
Un abrazo...y vaya lo gamberrillos que éramos en el cole eh?...jejeje...

Anónimo dijo...

Gracias por tu visita, ya mucho que no pasabas por aquí.
Pues ni idea de como continuaba la canción, nuestra "Fusa" nunca nos enseñó el resto.

Un beso.

Marisa

Inma dijo...

Hola guapa, ¡cuanto tiempo!. Como siempre bonitas historias las que nos cuentas, tienes toda la razón, creo que las profesoras tenía un sexto sentido a la hora de saber a ciencia cierta cuando no te sabías la lección por mas que lo quisieras disimular y el dìa que si se llevaba aprendida la indiferencia era total.
Tambien mi asignatura favorita era la de hogar, la teníamos los viernes a última hora y para mi era como una recompensa al sacrificio de toda la semana. Son preciosas tus labores, mi punto débil siempre ha sido el punto de cruz de lo cual he echo cientos de cosas aunque el punto yugoslavo tambien lo he echo y no se me da mal, encambio el ganchillo........... no me sale ni a palos y eso que la señorita Rafi,( la seño que me daba las clases de hogar) enseñaba muy bien y con mucha paciencia, pero el ganchillo hoy por hoy no he conseguido aprenderlo.
Sigue contando esas historias tan bonitas que tanto me gustan, que aunque tarde en hacerlo me las terminaré leyendo todas.
Un beso.

Inma

Marisa dijo...

Hola Inma. Perdona que haya tardado en poner el comentario, pero he pillado mi cuarta gripe este año... no pasa el tiempo en valde jejeje.

Ha hacer ganchillo me enseñó mi querida abuela felisa. Hice montones de cosas de ganchillo, nunca colchas, pero si me hice un traje de chaqueta casi a punto eneno, que me quedó chulísimo. Un día pondré la foto.

Mi primera (y única) sábana, la bordé en el cole con 10 años y mi primera mantelería de "pasitos" a los 13.
Lo de "Labores del hogar" me encantaba, hasta que a los 30 comencé a confeccionar e instalar cortinas, entonces ya no tenía tiempo ni de respirar (y así está una), pero eso, ya sabes, eso es otro capitulo.

Mil besos y gracias por tu visita, tengo a medias tus "juguetes de ayer hoy y siempre", cuando lo termine te lo comento.

Marisa

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