SILENCIOS ROTOS.
Con este título se publicó un dossier con algunas de las historias de incomprensible barbarie acaecidas en Alaejos al comienzo de la guerra civil.
Podréis leerlo completo en: http://www.alaejos.net/colaboraciones/silencios.pdf
El pasado sábado 2 de Agosto, se han celebrado en Alaejos actos de homenaje y recuerdo a algunos de los caídos durante esa cruenta guerra española.
Ha sido arduo el trabajo realizado hasta encontrar los restos de algunas de las personas que fueron represaliadas durante aquellos infaustos días de irraciocinio y locura.
El amor por un ser querido no muere con él y si además es arrebatado por la fuerza, deja una huella imborrable; con el dolor añadido de haberlo perdido injustamente y en este caso; además no saber siquiera donde dejaron su cuerpo tras asesinarlo.
Con el tiempo quizás se apacigua el rencor hacia quienes cometieron las atrocidades que tuvieron lugar, pero jamás el olvido a los seres queridos y el deseo de justicia y honra a su memoria o el honor de enterrarlos dignamente.
Para todos los que murieron durante la guerra española, y para sus familias, son estas líneas de sentido homenaje, pero quiero destacar de entre ellos a una persona que conocí y me mostró especialmente su afecto –aunque nada tenga que ver con este caso-.
Estoy segura que para María Losada “la Tocinera”, este hubiera sido un día muy importante, pero sus maltrechas neuronas casi centenarias, la mantienen en la nebulosa del olvido.
María luchó durante toda su vida por buscar la justicia y la tumba de sus hermanos caídos injustamente a manos de sus iguales durante la cruel guerra civil.
Ellos; como tantos otros, apenas tuvieron tiempo de luchar, pero si de defender con honor y sin armas sus ideas.
El único crimen que cometieron, fue el de que esas ideas no fueran las mismas que las de sus verdugos.
Los hermanos de María, eran personas cultas, con carrera; cosa no demasiado habitual en la época y que llegaron a ocupar cargos importantes en el pueblo y fuera de él. Quizás por eso fueron blanco fácil de las iras, envidias, y las armas de sus enemigos.
Otros, para morir no necesitaron ocupar cargo alguno; eran simplemente jóvenes, viejos o padres humildes de familia, cuyo delito fue convivir entre congéneres; quizás hasta entonces amigos o familiares, que sedientos de venganza, cobardemente manchaban sus manos con la sangre inocente de sus victimas.
Desde niña recuerdo a María junto a su madre; ambas de luto riguroso; sentadas junto a la ventana, tristes, contemplando pasar la vida de los demás. Nunca se casó, nunca tuvo vida propia. De alguna manera, ella también fue asesinada en el momento en que lo fueron sus seres queridos.
María no sólo perdió a sus tres hermanos durante la guerra. También perdió a su novio y tuvo que ver seis largos años a su padre entre rejas, tan injustamente como lo estuvieron miles de españoles.
Al igual que la de María; otras muchas familias sufrieron en sus carnes la atrocidad de perder algún ser querido en parecidas circunstancias y no tuvieron siquiera el consuelo de poder enterrar sus cuerpos y honrar su memoria.
No tuvieron un lugar donde llorar o depositar flores, porque por décadas estuvieron (y algunos lo estarán para siempre) ocultos en la maleza de una cuneta o enterrados en cualquier pinar sin una señal que delatara que allí había restos humanos con tiros en la nuca, asesinados o masacrados. Murieron como mártires, aunque nunca estuvieron, ni estarán en los altares.
Dejaron sus familias rotas por una barbarie que nunca debió suceder y jamás debería volver a repetirse.
Al dolor de la perdida de padres, hermanos o hijos, se unía el drama de tener que salir adelante sufriendo muchas calamidades y sacrificios, viéndose obligados a tragar su amor por los que murieron y su orgullo de saber que murieron como héroes y mancillaban su memoria. Teniendo que vivir al lado o incluso servir humillados a quien apretó el gatillo.
Los restos de algunas de aquellas personas asesinadas, han sido recuperados y sus familias al fin tendrán una tumba que recuerde su nombre y su injusta y prematura muerte.
No es afán de venganza como quieren pensar algunos, si no de justicia y honor a los muertos y sus familias. El mismo honor que recibieron los caídos del bando vencedor.
Todos ellos perdieron la vida por España y es justo que sean honrados en igual medida. Los muertos de guerra ni ganan ni pierden batallas, pierden la vida y merecen idéntico reconocimiento.
Si Dios no hace distinciones entre sus hijos, ¿porqué los muertos vencedores merecieron más honor que los vencidos? Me refiero sobretodo a los que murieron por sus ideas sin haber empuñado jamás un arma ni aun en defensa propia o los que murieron en el campo de batalla y que obligados por las circunstancias no tuvieron mas remedio que empuñarla para defender su vida.
Descansen en paz todos los caídos durante la guerra civil y los que esperaron en vano la justicia.
Mi más sentido pésame a los que hoy por fin han podido enterrar los restos de aquel familiar por el que tanto penaron y mi abrazo cariñoso para los que la enfermedad o la propia muerte, no les permite la alegría de ver cumplido su deseo de enterrar dignamente a sus caídos.
Con este título se publicó un dossier con algunas de las historias de incomprensible barbarie acaecidas en Alaejos al comienzo de la guerra civil.
Podréis leerlo completo en: http://www.alaejos.net/colaboraciones/silencios.pdf
El pasado sábado 2 de Agosto, se han celebrado en Alaejos actos de homenaje y recuerdo a algunos de los caídos durante esa cruenta guerra española.
Ha sido arduo el trabajo realizado hasta encontrar los restos de algunas de las personas que fueron represaliadas durante aquellos infaustos días de irraciocinio y locura.
El amor por un ser querido no muere con él y si además es arrebatado por la fuerza, deja una huella imborrable; con el dolor añadido de haberlo perdido injustamente y en este caso; además no saber siquiera donde dejaron su cuerpo tras asesinarlo.
Con el tiempo quizás se apacigua el rencor hacia quienes cometieron las atrocidades que tuvieron lugar, pero jamás el olvido a los seres queridos y el deseo de justicia y honra a su memoria o el honor de enterrarlos dignamente.
Para todos los que murieron durante la guerra española, y para sus familias, son estas líneas de sentido homenaje, pero quiero destacar de entre ellos a una persona que conocí y me mostró especialmente su afecto –aunque nada tenga que ver con este caso-.
Estoy segura que para María Losada “la Tocinera”, este hubiera sido un día muy importante, pero sus maltrechas neuronas casi centenarias, la mantienen en la nebulosa del olvido.
María luchó durante toda su vida por buscar la justicia y la tumba de sus hermanos caídos injustamente a manos de sus iguales durante la cruel guerra civil.
Ellos; como tantos otros, apenas tuvieron tiempo de luchar, pero si de defender con honor y sin armas sus ideas.
El único crimen que cometieron, fue el de que esas ideas no fueran las mismas que las de sus verdugos.
Los hermanos de María, eran personas cultas, con carrera; cosa no demasiado habitual en la época y que llegaron a ocupar cargos importantes en el pueblo y fuera de él. Quizás por eso fueron blanco fácil de las iras, envidias, y las armas de sus enemigos.
Otros, para morir no necesitaron ocupar cargo alguno; eran simplemente jóvenes, viejos o padres humildes de familia, cuyo delito fue convivir entre congéneres; quizás hasta entonces amigos o familiares, que sedientos de venganza, cobardemente manchaban sus manos con la sangre inocente de sus victimas.
Desde niña recuerdo a María junto a su madre; ambas de luto riguroso; sentadas junto a la ventana, tristes, contemplando pasar la vida de los demás. Nunca se casó, nunca tuvo vida propia. De alguna manera, ella también fue asesinada en el momento en que lo fueron sus seres queridos.
María no sólo perdió a sus tres hermanos durante la guerra. También perdió a su novio y tuvo que ver seis largos años a su padre entre rejas, tan injustamente como lo estuvieron miles de españoles.
Al igual que la de María; otras muchas familias sufrieron en sus carnes la atrocidad de perder algún ser querido en parecidas circunstancias y no tuvieron siquiera el consuelo de poder enterrar sus cuerpos y honrar su memoria.
No tuvieron un lugar donde llorar o depositar flores, porque por décadas estuvieron (y algunos lo estarán para siempre) ocultos en la maleza de una cuneta o enterrados en cualquier pinar sin una señal que delatara que allí había restos humanos con tiros en la nuca, asesinados o masacrados. Murieron como mártires, aunque nunca estuvieron, ni estarán en los altares.
Dejaron sus familias rotas por una barbarie que nunca debió suceder y jamás debería volver a repetirse.
Al dolor de la perdida de padres, hermanos o hijos, se unía el drama de tener que salir adelante sufriendo muchas calamidades y sacrificios, viéndose obligados a tragar su amor por los que murieron y su orgullo de saber que murieron como héroes y mancillaban su memoria. Teniendo que vivir al lado o incluso servir humillados a quien apretó el gatillo.
Los restos de algunas de aquellas personas asesinadas, han sido recuperados y sus familias al fin tendrán una tumba que recuerde su nombre y su injusta y prematura muerte.
No es afán de venganza como quieren pensar algunos, si no de justicia y honor a los muertos y sus familias. El mismo honor que recibieron los caídos del bando vencedor.
Todos ellos perdieron la vida por España y es justo que sean honrados en igual medida. Los muertos de guerra ni ganan ni pierden batallas, pierden la vida y merecen idéntico reconocimiento.
Si Dios no hace distinciones entre sus hijos, ¿porqué los muertos vencedores merecieron más honor que los vencidos? Me refiero sobretodo a los que murieron por sus ideas sin haber empuñado jamás un arma ni aun en defensa propia o los que murieron en el campo de batalla y que obligados por las circunstancias no tuvieron mas remedio que empuñarla para defender su vida.
Descansen en paz todos los caídos durante la guerra civil y los que esperaron en vano la justicia.
Mi más sentido pésame a los que hoy por fin han podido enterrar los restos de aquel familiar por el que tanto penaron y mi abrazo cariñoso para los que la enfermedad o la propia muerte, no les permite la alegría de ver cumplido su deseo de enterrar dignamente a sus caídos.
1 comentario:
Es lo menos que se debe de exigir, el saber, el encontrar y dar descanso digno a los fallecidos, es lo menos.
Este tema en el que leyendo el enlace dice una frase que suelen decir los de la derecha mas rancia, "no se debe de remover para no enfrentar a los españoles", posiblemente quien lo diga sea porque tenga alguna verguenza que ocultar, y hablar de esos asesinatos e incluso de la expropiación de bienes que se vieron sometidos por no pensar como ellos, y por ello podrían desenmascar a mas de uno que se han echo ricos gracias a ello.
Yo cuando leo estos articulo me alegro pero me da ataques de ira, yo soy el que piensa que se debe de indagar e investigar hasta las últimas consecuencias, y que cada pabilo aguante su vela
Un abrazo de mi parte para todas las familias mencionadas.
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