HACER DE VIERNES 17-11-2017
Contrariamente a lo que
muchos puedan pensar, “hacer de viernes” no es pegarse un
fiestón hasta que el cuerpo aguante ¡Nada más lejos!
Ser ama de casa no siempre
fue tan “fácil” como lo es ahora que tenemos multitud de electrodomésticos que
nos echan una manita, o dos.
Hoy voy a referirme a mi madre y abuela Felisa: las señoras de la
casa que acompañaron mi infancia.
Hace varios antaños, cualquiera de los días de la
semana, mi madre y la suya “sólo” se limitaban a lavar la ropa a mano;
sin olvidar que había que arrecadar el agua yendo a la fuente
más cercana (en nuestro caso la del “Lavajo Lugar”), porque al pueblo no
había llegado el agua corriente; barrer,
quitar el polvo, fregar la loza, y tener
las ropas más resplandecientes y las
casas más ordenadas que había en Alaejos.
Además de ello, también todos
los días del año tenían que hacer la compra porque no se había inventado el frigorífico, ni tenían sueldo
que aguantara una compra semanal. Además de pasar sus horas libres de la tarde
zurciendo, remendando rotos, haciendo punto o ganchillo… planchando con plancha
de hierro calentada a la lumbre que además de planchar lentísimo, podía cuando
menos lo esperaban, soltar un tiznón negro en la ropa blanca que obligaba a
volver a lavar la prenda.
Dicho esto, se entiende
bien, que cada día de diario la comida en la inmensa mayoría del pueblo era
“cocido”, que no tenía más gasto de tiempo en la cocina que poner todos los
avíos en el puchero de barro (o la pota de porcelana colorada), cubrir de agua
y dejar toda la mañana en la lumbre de leña, en el caso de mi abuela, o la
modernísima cocina Bilbaína en el de mi madre ¡¡Cómo no iba a estar rico ese cocidarro!!
“Hacer de viernes” (palabra ya en desuso), en
“aquellos
tiempos” era el día en que los nervios de mi madre y mi abuela Felisa se
ponían tan patas arriba como ellas ponían la casa haciendo una limpieza más en
profundidad que la que hacían a diario.
Los viernes ahí las tenías
con la herrada, el estropajo de esparto y la bayeta, escoba en mano, gamuza y sacudidor en ristre dándole
al polvo, limpiando hasta hacer relucir los cristales con alcohol y papel de
periódico, fregando el suelo de rodillas…
¿Fácil? ¡Pues tampoco! Porque el suelo del pasillo de aquellas casas, era como
una alfombra de piedras incrustadas en cemento y enmarcadas a los laterales por
las cortapisas hechas de losas rojas de barro como ladrillo cocido sin pulir.
Las mismas losas que cubrían el resto del piso de la casa.
Las paredes tenían a mi abuela
esclava porque eran de adobe, encaladas, y a un pequeño golpe se hacían “desollones”
y la pobre no podía ver uno en su vieja e impoluta casa.
Más de una pellizquina nos
hemos llevado los nietos; sobre todo yo que algún desollón hice sin querer, y
aunque mi abuela me adoraba, también, como era hija de la hija que vivía en el
pueblo, a la hora de reñirme había más confianza y la bronca me caía un poco más
gorda… Reconozco que por eso mismo, por tenerme más cerca y verme crecer día a
día, siempre fui un poquito más ojito derecho.
Si los nervios de mis “ancestras”
eran como puntas de lanza el día que hacían
de viernes, cuando hacían la limpieza general de primavera, eran como filos de navaja
de afeitar… Retiraban los muebles para limpiar por detrás, encalaban todas las
paredes de casa y corral, recortaban las cortapisas con chauche…
Sacaban brillo al brillo, de polvo no quedaba ni la “P” y todo relucía como
nuevo.
He de decir que mi madre, la
fregona sólo la utilizaba para las escaleras del portal. En lo de fregar el piso
de rodillas, la yaya de mis hijas que murió hace casi un año con 86 eneros, muy
a punto de cumplir 87, continuaba fregando el suelo de toda su casa de rodillas.
En esa manía como en otros
millones de cosas, nunca me hizo caso. En su casa desde hace muchos años, tenía
todas las comodidades modernas, pero su suelo –según ella- no quedaba bien con
fregona ¡¡Eso es de marranas!!… ¡Ella y sus frases célebres! Muchas de las
cuales utilizo en mi vida cotidiana tanto como la fregona.
Pues eso, este viernes he
hecho de viernes y me ha quedado la casa como los chorros del oro… Aunque mi mérito
jamás será el de las dos matriarcas de mi vida, de las que
tanto aprendí a ser como soy… ¡¡Besos al Cielo para ellas!!
2 comentarios:
En casa de mis "ancestras" era "hacer de sábado"
Se ponía toda la casa como los chorros del oro y al trabajador de la herrería lo ponía como una patena, y no te veas como estaba ella de contenta.Menos mal que su hija le ha salido algo más guarrindonga jeje.
Besos y besos.
(Te contesté al correo)
A veces también "hacían de sábado" o incluso "hacían de miércoles".
Lo que me resulta curioso es que sin Internet ni nada, tus ancestras y las mías utilizaran el mismo lenguaje!!!
Qué tiempos!!!!
Miles y miles de besos y besos
(También te contesté al correo)
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