Hay épocas malas en la vida -y esta es una de ellas- que aunque para vivir te son necesarias, casi imprescindibles, a las nuevas no se las puede ni mirar, porque sería casi pecado y las viejas están ajadas y desaboridas.
Si pretendes utilizarlas para lucirte en algunas de esas ocasiones especiales; las viejas pueden arruinarte el momento y las nuevas te arruinan el bolsillo.
En estos casos, la experiencia nos dice que vejez no es sinónimo de buen gusto y juventud si lo es de acierto pleno al usarlas.
Con las nuevas y lozanas siempre quedas bien a no ser que tú mismo por tu inexperiencia o ineptitud estropees el resultado porque, ellas en si mismas, tienen magnífica presencia y sabor, pero han de ser manipuladas con tacto comedido, sabiendo siempre donde ponerle la salsa al guiso.
Ya sean viejas o nuevas, trátalas con mesura, porque engordan mucho y hasta podrían indigestarse o incluso te avergonzarías si dices que son tuyas.
Si puedes usarlas nuevas, serás un privilegiado, porque la mayoría han de conformarse con las viejas y arrugadas que no valen ni para echárselas a los cerdos. Así de dura es la vida y de caro el mercado.
A estas alturas supongo que ya habrás adivinado que te estoy hablando de patatas.
1 comentario:
Feliz semana güena gente.
Marisa
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