sábado, 25 de noviembre de 2017

HACER DE VIERNES



HACER DE VIERNES   17-11-2017

Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, “hacer de viernes” no es pegarse un fiestón hasta que el cuerpo aguante ¡Nada más lejos!

Ser ama de casa no siempre fue tan “fácil” como lo es ahora que tenemos multitud de electrodomésticos que nos echan una manita, o dos.
Hoy voy a referirme a   mi madre y abuela Felisa: las señoras de la casa que acompañaron mi infancia.
 Hace varios antaños, cualquiera de los días de la semana, mi madre y la suya “sólo” se limitaban a lavar la ropa a mano; sin olvidar que había que arrecadar el agua yendo a la fuente más cercana (en nuestro caso la del “Lavajo Lugar”), porque al pueblo no había llegado el agua corriente;  barrer, quitar el polvo,  fregar la loza, y tener las ropas más resplandecientes  y las casas más ordenadas que había en Alaejos.
Además de ello, también todos los días del año tenían que hacer la compra porque no se  había inventado el frigorífico, ni tenían sueldo que aguantara una compra semanal. Además de pasar sus horas libres de la tarde zurciendo, remendando rotos, haciendo punto o ganchillo… planchando con plancha de hierro calentada a la lumbre que además de planchar lentísimo, podía cuando menos lo esperaban, soltar un tiznón negro en la ropa blanca que obligaba a volver a lavar la prenda.
Dicho esto, se entiende bien, que cada día de diario la comida en la inmensa mayoría del pueblo era “cocido”, que no tenía más gasto de tiempo en la cocina que poner todos los avíos en el puchero de barro (o la pota de porcelana colorada), cubrir de agua y dejar toda la mañana en la lumbre de leña, en el caso de mi abuela, o la modernísima cocina Bilbaína en el de mi madre ¡¡Cómo no iba a estar rico ese cocidarro!!
“Hacer de viernes” (palabra ya en desuso), en “aquellos tiempos” era el día en que los nervios de mi madre y mi abuela Felisa se ponían tan patas arriba como ellas ponían la casa haciendo una limpieza más en profundidad que la que hacían a diario.
Los viernes ahí las tenías con la herrada, el estropajo de esparto y la bayeta,  escoba en mano, gamuza y sacudidor en ristre dándole al polvo, limpiando hasta hacer relucir los cristales con alcohol y papel de periódico,  fregando el suelo de rodillas… ¿Fácil? ¡Pues tampoco! Porque el suelo del pasillo de aquellas casas, era como una alfombra de piedras incrustadas en cemento y enmarcadas a los laterales por las cortapisas hechas de losas rojas de barro como ladrillo cocido sin pulir. Las mismas losas que cubrían el resto del piso de la casa.
Las paredes tenían a mi abuela esclava porque eran de adobe, encaladas, y a un pequeño golpe se hacían “desollones” y la pobre no podía ver uno en su vieja e impoluta casa.
Más de una pellizquina nos hemos llevado los nietos; sobre todo yo que algún desollón hice sin querer, y aunque mi abuela me adoraba, también, como era hija de la hija que vivía en el pueblo, a la hora de reñirme había más confianza y la bronca me caía un poco más gorda… Reconozco que por eso mismo, por tenerme más cerca y verme crecer día a día, siempre fui un poquito más ojito derecho.

Si los nervios de mis “ancestras” eran  como puntas de lanza el día que hacían de viernes, cuando hacían la limpieza general de primavera, eran como filos de navaja de afeitar… Retiraban los muebles para limpiar por detrás, encalaban todas las paredes de casa y corral, recortaban las cortapisas con chauche… Sacaban brillo al brillo, de polvo no quedaba ni la “P” y todo relucía como nuevo.

He de decir que mi madre, la fregona sólo la utilizaba para las escaleras del portal. En lo de fregar el piso de rodillas, la yaya de mis hijas que murió hace casi un año con 86 eneros, muy a punto de cumplir 87, continuaba fregando el suelo de toda su casa de rodillas.
En esa manía como en otros millones de cosas, nunca me hizo caso. En su casa desde hace muchos años, tenía todas las comodidades modernas, pero su suelo –según ella- no quedaba bien con fregona ¡¡Eso es de marranas!!… ¡Ella y sus frases célebres! Muchas de las cuales utilizo en mi vida cotidiana tanto como la fregona.

Pues eso, este viernes he hecho de viernes y me ha quedado la casa como los chorros del oro… Aunque mi mérito jamás será el de las dos matriarcas de mi vida, de las que tanto aprendí a ser como soy… ¡¡Besos al Cielo para ellas!!

2 comentarios:

María dijo...

En casa de mis "ancestras" era "hacer de sábado"
Se ponía toda la casa como los chorros del oro y al trabajador de la herrería lo ponía como una patena, y no te veas como estaba ella de contenta.Menos mal que su hija le ha salido algo más guarrindonga jeje.
Besos y besos.
(Te contesté al correo)

Marisa Pérez Muñoz dijo...

A veces también "hacían de sábado" o incluso "hacían de miércoles".
Lo que me resulta curioso es que sin Internet ni nada, tus ancestras y las mías utilizaran el mismo lenguaje!!!

Qué tiempos!!!!

Miles y miles de besos y besos

(También te contesté al correo)

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