CARNAVAL DE CÁDIZ -2008
Gracias a la chirigota de Yuyu; “Tampax Goyescas, comparsa fina y segura”, nació en mi; castellana de cepa más pura que el mismo ribera de Duero, el gusto por las chirigotas gaditanas.
Gracias a “Los Robinsones de la Isla”; chirigota de Sánchez Reyes, pude sentir en Valladolid, algo semejante a lo que deseaba disfrutar en las calles de la tacita.
Este año, gracias a “Los monstruos de Pueblo”, he vivido los carnavales más emocionantes que una “gaditalaejana” pudo soñar.
Cádiz quizás no es el lugar más bonito del mundo, ¡¡quién podría asegurarlo!! Pero no se qué tiene esta ciudad que cautiva. Sin renegar de mis raíces, Cádiz hizo que me sintiera gaditana al respirar por primera vez el aroma caletero de su mar de plata.
Uno se encuentra bien, donde nota que se le quiere y yo me siento muy querida en Cádiz. Más, mucho más que en mi propia tierra donde -como reza el dicho- jamás seré profeta.
Este año, “Yuyu” y “Sánchez Reyes”, dos auténticos genios, tocados por la varita del arte, el ingenio y el duende gaditano y chirigotero, se han unido para sacar una de las mejores agrupaciones de este carnaval y acompañados de un excelente grupo de cantantes y “tocantes”, se han convertido sin lugar a dudas, en la mejor chirigota que ha pisado las tablas del Falla en 2008.
El concurso comenzó a celebrarse el 13 de Enero, culminando en una ruidosa final el día 1 de Febrero.
A través de Internet, como muchos españoles no andaluces, he escuchado los avatares del concurso pegada a mi ordenador, puesto que era la única forma de seguirlo en directo. Gracias a la tecnología, al día siguiente también disponía de las imágenes que alguna buena página ofrecía. Así, pude disfrutar de las actuaciones de mis grupos favoritos y de las distintas modalidades; coros, comparsa, cuartetos y mis preferidas; las chirigotas.
Sin entrar en otros detalles que nadie entendería y no creo conveniente explicar, cuando escuché los primeros compases de “Los Monstruos de Pueblo”, me tranquilicé, supe que iban a alcanzar un lugar muy importante en la final (sin contar evidentemente, con “el Fallo” del jurado y el tropezón de “El Remolino”).
Los pueblerinos más simpáticos y monstruosos; el día 20 de Enero pasadas las dos y media de la madrugada, interpretaban al fin su repertorio. La música fresca, totalmente diferente a todo lo que se ofrecía, acompasaba las letras puramente “Yuyeras”, cargadas de humor surrealista y fina ironía chirigotera, mezclando en la presentación un villancico; recordando la cercana Navidad; con una jota, innovando, divirtiendo y metiéndose al publico en el bolsillo con su tipo de monstruos catetos.
En varios días de concurso, eran los primeros que a esas horas levantaron el teatro que les recibía con el saludo al unísono de “Los últimos en enterarse”; corearon alegres el magnífico y pegadizo estribillo para luego despedirles puestos en pie al grito de “chirigota, chirigota, chirigota”.
Cuando unos días antes escuché a “Los Pito-Risas”; desde el principio también me gustaron mucho. Iban a ser magníficos contrincantes de mi favorita.
Yo, nacida al amparo de las torres mudéjar de las iglesias de Alaejos, no perdía la esperanza de poder vivir una noche de carnaval en el neo-Mudéjar teatro Falla. Este año, invitada por mi amiga como regalo de cumpleaños, pude al fin lograrlo. Es difícil de explicar la emoción que sentí al cruzar sus puertas por primera vez. Luego, junto a mis hijas, acomodada en un palco privilegiado, me dispuse a “degustar” la noche de segunda sesión de semifinales.
Por las sonrisas que mis niñas me dedicaban, supe que estaban tan felices como yo, aunque ellas lo eran más viéndome disfrutar cumpliendo ese sueño, que por su propia alegría. Sabían lo importante que era para mí estar donde estaba.
Si Cádiz tiene duende, el Falla tiene una magia especial que me atrapó desde el primer al último momento.
Percibí cómo entre aquellas paredes, siguen prendidas las notas de tantas y tantas melodías interpretadas a lo largo de los años con ese profundo sentimiento gaditano que embruja hasta robarte el alma.
Esa noche tuvimos la suerte de ver algunas de las magníficas agrupaciones que pugnaban por hacerse con un hueco en la final e incluso pudimos aburrirnos con la ultima actuación; la chirigota “Los bichos, fuerzas nasales”.
Sobre el escenario, no solo veía a quienes en aquel momento actuaban, también podía ver a “Los Sanmolontropos”, “Carnaval 2036, Piconeros galácticos”, “Época vergüenza”, “Ballet Zum Zum Malakatum”, “El que la lleva la entiende”, “Antología de la Zarzuela de Cádiz”, “Los últimos en enterarse”, “Los bordes del área”, “De plaza en plaza” “Los Arapahoe que joe”, “Los rebañaores de olla de menudo”, “Los Rockeros de la puebla en concierto”, “Tampax goyescas…”, “Los que se vinieron de Lennigrado porque no era de su agrado”, “Los que no paran de rajar”,”Los Sayonara”… pero me dolía no ver precisamente a “Los Monstruos de pueblo”. El destino aun no había escrito su última página para mí este carnaval.
Al día siguiente, 31 de Enero; coincidiendo con mi cumpleaños, se celebraba la tercera y ultima semifinal. Mi intención era acercarme a saludar a “Los monstruos” y acompañarles en el pasacalle hasta que entraran en el teatro, pero los acontecimientos se sucedieron de una forma que ni en sueños habría imaginado.
Pudimos saludar a la chirigota al completo. Intuía que serían buena gente, pero me quedé muy corta; son seres humanos maravillosos que nos acogieron como si nos conocieran tanto como les conocíamos a ellos. Para nosotras es fácil; seguimos y admiramos su trayectoria profesional, les abrimos las puertas de nuestro salón con un simple toque de mando a distancia y sin que se den cuenta, terminan formando parte de nuestras vidas.
Nuestra chirigota ejerció de perfecta anfitriona, permitiendo que viéramos su transformación de “humanos” a “monstruos”, ofreciéndonos un pequeño ensayo…Después les acompañamos en el pasacalles hasta las mismas puertas del teatro.
Lo siguiente lo recuerdo como un sueño. Aun no se como, pero de pronto estaba de nuevo dentro del Falla, entre bambalinas, viendo como los grupos participantes volvían relajados del escenario tras su actuación o salían ansiosos para actuar. Tampoco se en que forma, de repente a casi las tres de la madrugada, estaba corriendo escaleras arriba hasta llegar al piso más alto, para ver a la ultima agrupación de la noche; “Los Monstruos de Pueblo”.
Nadie imagina hasta que punto disfruté emocionada de la actuación de mi chirigota. La realidad superó al sueño con creces.
Desde ese paraíso que me hizo sentir tan cerca del cielo -y se por que lo digo- pude comprobar que en todo momento el público que a esas horas seguía llenando casi por completo el aforo, se divertía con la monstruosa actuación de los chirigoteros que a golpe de humor y arte, se dejaban la piel en el escenario.
Aquellas personas que me rodeaban, coreaban despacio la presentación, estribillos y el popurrí, y se partían de risa con los nuevos pasodobles y cuplés llenos de ingenio, más si cabe que los ya interpretados en los pases anteriores.
Al terminar la actuación, hasta la hermosísima pintura del techo gritaba con ensordecedores; “chirigota, chirigota, chirigota”.
Fue muy bonito, algo que no olvidaré por mucho tiempo que pase.
Regresamos con ellos, ahora ya no eran sólo nuestros chirigoteros favoritos, ahora ya podíamos decir, que estábamos entre amigos.
Tampoco olvidaré, el momento en que supieron de su pase a la final.
Por fin veían recompensado tanto esfuerzo de los últimos meses, tantas horas robadas a sus familias y a cualquier otra cosa que no fuera poner a punto la mejor chirigota. Habían alcanzado lo que las otras agrupaciones tendrían que esperar un año más para intentar lograrlo. Ya daba igual en cual de los tres lugares quedaran al día siguiente, el objetivo estaba felizmente cumplido.
Ahora que he conocido “por dentro” una chirigota, se realmente el esfuerzo, el trabajo y las ilusiones que seguramente ponen todos y cada uno de los grupos que se presentan, pero esas ilusiones no son suficientes si además no eres un gran artista, y no todos los que se presentan a concursar en el Falla, logran transmitir al público que lo son.
Cuando por primera vez vi una chirigota en televisión, me parecieron un grupo de gente disfrazada haciendo el chufla, no entendía lo que decían, ni su forma de moverse por el escenario. Jamás imaginé que pocos años más tarde iba a ser una chirigotera –porque así me siento- nacida en castilla con corazón gaditano.
Tampoco podía imaginar, que los que hacen “el chufla” en el Falla, no eran los actuantes, si no el jurado.
No me cansaré de repetir que por su esfuerzo, todos los grupos son merecedores del primer premio, pero como las normas son las normas, entre todos ellos, sólo unos pocos optan a ganarlo y casualmente, suelen ser los mejores, aunque “Los gladiadores de la Ca… ¡ah, no!, que este año se presentaban como “El Código más de lo mismo”, no eran los que a mi entender, debieron batirse en la final. Había mucho mejores candidatos.
Ignoro en qué se basa el jurado a la hora de otorgar puntuaciones. Cierto que han sido días muy intensos obligados a escuchar tanto lo bueno como lo menos bueno y elegir sólo tres de cada modalidad, habrá sido comprometido, pero a ser jurado no creo que les haya obligado nadie y ya sabrían a lo que tendrían que enfrentarse. Hacer caso al público… evidentemente si, pero ellos dirían la ultima palabra con su justo veredicto.
Supongo también que el jurado tendrá que regirse por unas normas y lo mismo que han penalizado a algunos “actuantes”, por excederse unos segundos del tiempo estipulado, deberían haber penalizado dignamente el pasodoble que “Los Pito-risas” pretendieron interpretar y que tan malamente les quedó, al olvidarse de la letra.
Una vez más diré que estos chirigoteros también me gustaban mucho, pero quizás en su afán de poner una buena guinda a sus actuaciones, quisieron lucirse estrenando una pieza que no tenían debidamente preparada para la categoría que se espera de una gran final, y no hacerlo bien debió tener más alto precio.
Ellos mismos vieron como el triunfo se les podría haber escapado y salvaron la situación con una gran dosis de buen humor, pidiendo rabitos de pasa para la memoria y animándose a si mismos, diciendo “no pasa nada, mañana nos queda la calle”.
Eso a estos señores les honra, pero no les exime de culpa. Los fallos hay que asumirlos, lo mismo que se celebran los aciertos.
Si un médico se confunde, te corta la pierna buena y te lo dice contándote un chiste, ¿acaso te partirías de la risa, o le darías el premio Nóbel de medicina?
Cierto que son una buena chirigota, que el público había estado apoyándoles en cada pase y que después del fallo en el pasodoble, les animaron gritando “campeones, campeones”, eso hasta cierto punto es natural, porque el público, a veces nos pasamos de soberanos para convertirnos en soberanamente… parciales. Con un aplausito de ánimo habría sido suficiente.
Imagino que ese fanatismo del público influyó en el “fallo” del jurado (y nunca mejor dicho)
“Los Monstruos” ofrecieron una actuación magnífica y merecieron que su nombre sonara como ganador, pero el jurado demostró que no le gusta Internet, porque presuntamente le faltaron “Webs” para sancionar debidamente a la chirigota del señor Remolino. Aunque si, como intuyo, “estaba tol pescao vendío” ¿la glamurosa final es mera pantomima?
Aunque no sea necesario aclararlo, todo esto es mi opinión como público y aficionada, ignoro lo que piensan sobre ello mis amigos.
Gracias a la chirigota de Yuyu; “Tampax Goyescas, comparsa fina y segura”, nació en mi; castellana de cepa más pura que el mismo ribera de Duero, el gusto por las chirigotas gaditanas.
Gracias a “Los Robinsones de la Isla”; chirigota de Sánchez Reyes, pude sentir en Valladolid, algo semejante a lo que deseaba disfrutar en las calles de la tacita.
Este año, gracias a “Los monstruos de Pueblo”, he vivido los carnavales más emocionantes que una “gaditalaejana” pudo soñar.
Cádiz quizás no es el lugar más bonito del mundo, ¡¡quién podría asegurarlo!! Pero no se qué tiene esta ciudad que cautiva. Sin renegar de mis raíces, Cádiz hizo que me sintiera gaditana al respirar por primera vez el aroma caletero de su mar de plata.
Uno se encuentra bien, donde nota que se le quiere y yo me siento muy querida en Cádiz. Más, mucho más que en mi propia tierra donde -como reza el dicho- jamás seré profeta.
Este año, “Yuyu” y “Sánchez Reyes”, dos auténticos genios, tocados por la varita del arte, el ingenio y el duende gaditano y chirigotero, se han unido para sacar una de las mejores agrupaciones de este carnaval y acompañados de un excelente grupo de cantantes y “tocantes”, se han convertido sin lugar a dudas, en la mejor chirigota que ha pisado las tablas del Falla en 2008.
El concurso comenzó a celebrarse el 13 de Enero, culminando en una ruidosa final el día 1 de Febrero.
A través de Internet, como muchos españoles no andaluces, he escuchado los avatares del concurso pegada a mi ordenador, puesto que era la única forma de seguirlo en directo. Gracias a la tecnología, al día siguiente también disponía de las imágenes que alguna buena página ofrecía. Así, pude disfrutar de las actuaciones de mis grupos favoritos y de las distintas modalidades; coros, comparsa, cuartetos y mis preferidas; las chirigotas.
Sin entrar en otros detalles que nadie entendería y no creo conveniente explicar, cuando escuché los primeros compases de “Los Monstruos de Pueblo”, me tranquilicé, supe que iban a alcanzar un lugar muy importante en la final (sin contar evidentemente, con “el Fallo” del jurado y el tropezón de “El Remolino”).
Los pueblerinos más simpáticos y monstruosos; el día 20 de Enero pasadas las dos y media de la madrugada, interpretaban al fin su repertorio. La música fresca, totalmente diferente a todo lo que se ofrecía, acompasaba las letras puramente “Yuyeras”, cargadas de humor surrealista y fina ironía chirigotera, mezclando en la presentación un villancico; recordando la cercana Navidad; con una jota, innovando, divirtiendo y metiéndose al publico en el bolsillo con su tipo de monstruos catetos.
En varios días de concurso, eran los primeros que a esas horas levantaron el teatro que les recibía con el saludo al unísono de “Los últimos en enterarse”; corearon alegres el magnífico y pegadizo estribillo para luego despedirles puestos en pie al grito de “chirigota, chirigota, chirigota”.
Cuando unos días antes escuché a “Los Pito-Risas”; desde el principio también me gustaron mucho. Iban a ser magníficos contrincantes de mi favorita.
Yo, nacida al amparo de las torres mudéjar de las iglesias de Alaejos, no perdía la esperanza de poder vivir una noche de carnaval en el neo-Mudéjar teatro Falla. Este año, invitada por mi amiga como regalo de cumpleaños, pude al fin lograrlo. Es difícil de explicar la emoción que sentí al cruzar sus puertas por primera vez. Luego, junto a mis hijas, acomodada en un palco privilegiado, me dispuse a “degustar” la noche de segunda sesión de semifinales.
Por las sonrisas que mis niñas me dedicaban, supe que estaban tan felices como yo, aunque ellas lo eran más viéndome disfrutar cumpliendo ese sueño, que por su propia alegría. Sabían lo importante que era para mí estar donde estaba.
Si Cádiz tiene duende, el Falla tiene una magia especial que me atrapó desde el primer al último momento.
Percibí cómo entre aquellas paredes, siguen prendidas las notas de tantas y tantas melodías interpretadas a lo largo de los años con ese profundo sentimiento gaditano que embruja hasta robarte el alma.
Esa noche tuvimos la suerte de ver algunas de las magníficas agrupaciones que pugnaban por hacerse con un hueco en la final e incluso pudimos aburrirnos con la ultima actuación; la chirigota “Los bichos, fuerzas nasales”.
Sobre el escenario, no solo veía a quienes en aquel momento actuaban, también podía ver a “Los Sanmolontropos”, “Carnaval 2036, Piconeros galácticos”, “Época vergüenza”, “Ballet Zum Zum Malakatum”, “El que la lleva la entiende”, “Antología de la Zarzuela de Cádiz”, “Los últimos en enterarse”, “Los bordes del área”, “De plaza en plaza” “Los Arapahoe que joe”, “Los rebañaores de olla de menudo”, “Los Rockeros de la puebla en concierto”, “Tampax goyescas…”, “Los que se vinieron de Lennigrado porque no era de su agrado”, “Los que no paran de rajar”,”Los Sayonara”… pero me dolía no ver precisamente a “Los Monstruos de pueblo”. El destino aun no había escrito su última página para mí este carnaval.
Al día siguiente, 31 de Enero; coincidiendo con mi cumpleaños, se celebraba la tercera y ultima semifinal. Mi intención era acercarme a saludar a “Los monstruos” y acompañarles en el pasacalle hasta que entraran en el teatro, pero los acontecimientos se sucedieron de una forma que ni en sueños habría imaginado.
Pudimos saludar a la chirigota al completo. Intuía que serían buena gente, pero me quedé muy corta; son seres humanos maravillosos que nos acogieron como si nos conocieran tanto como les conocíamos a ellos. Para nosotras es fácil; seguimos y admiramos su trayectoria profesional, les abrimos las puertas de nuestro salón con un simple toque de mando a distancia y sin que se den cuenta, terminan formando parte de nuestras vidas.
Nuestra chirigota ejerció de perfecta anfitriona, permitiendo que viéramos su transformación de “humanos” a “monstruos”, ofreciéndonos un pequeño ensayo…Después les acompañamos en el pasacalles hasta las mismas puertas del teatro.
Lo siguiente lo recuerdo como un sueño. Aun no se como, pero de pronto estaba de nuevo dentro del Falla, entre bambalinas, viendo como los grupos participantes volvían relajados del escenario tras su actuación o salían ansiosos para actuar. Tampoco se en que forma, de repente a casi las tres de la madrugada, estaba corriendo escaleras arriba hasta llegar al piso más alto, para ver a la ultima agrupación de la noche; “Los Monstruos de Pueblo”.
Nadie imagina hasta que punto disfruté emocionada de la actuación de mi chirigota. La realidad superó al sueño con creces.
Desde ese paraíso que me hizo sentir tan cerca del cielo -y se por que lo digo- pude comprobar que en todo momento el público que a esas horas seguía llenando casi por completo el aforo, se divertía con la monstruosa actuación de los chirigoteros que a golpe de humor y arte, se dejaban la piel en el escenario.
Aquellas personas que me rodeaban, coreaban despacio la presentación, estribillos y el popurrí, y se partían de risa con los nuevos pasodobles y cuplés llenos de ingenio, más si cabe que los ya interpretados en los pases anteriores.
Al terminar la actuación, hasta la hermosísima pintura del techo gritaba con ensordecedores; “chirigota, chirigota, chirigota”.
Fue muy bonito, algo que no olvidaré por mucho tiempo que pase.
Regresamos con ellos, ahora ya no eran sólo nuestros chirigoteros favoritos, ahora ya podíamos decir, que estábamos entre amigos.
Tampoco olvidaré, el momento en que supieron de su pase a la final.
Por fin veían recompensado tanto esfuerzo de los últimos meses, tantas horas robadas a sus familias y a cualquier otra cosa que no fuera poner a punto la mejor chirigota. Habían alcanzado lo que las otras agrupaciones tendrían que esperar un año más para intentar lograrlo. Ya daba igual en cual de los tres lugares quedaran al día siguiente, el objetivo estaba felizmente cumplido.
Ahora que he conocido “por dentro” una chirigota, se realmente el esfuerzo, el trabajo y las ilusiones que seguramente ponen todos y cada uno de los grupos que se presentan, pero esas ilusiones no son suficientes si además no eres un gran artista, y no todos los que se presentan a concursar en el Falla, logran transmitir al público que lo son.
Cuando por primera vez vi una chirigota en televisión, me parecieron un grupo de gente disfrazada haciendo el chufla, no entendía lo que decían, ni su forma de moverse por el escenario. Jamás imaginé que pocos años más tarde iba a ser una chirigotera –porque así me siento- nacida en castilla con corazón gaditano.
Tampoco podía imaginar, que los que hacen “el chufla” en el Falla, no eran los actuantes, si no el jurado.
No me cansaré de repetir que por su esfuerzo, todos los grupos son merecedores del primer premio, pero como las normas son las normas, entre todos ellos, sólo unos pocos optan a ganarlo y casualmente, suelen ser los mejores, aunque “Los gladiadores de la Ca… ¡ah, no!, que este año se presentaban como “El Código más de lo mismo”, no eran los que a mi entender, debieron batirse en la final. Había mucho mejores candidatos.
Ignoro en qué se basa el jurado a la hora de otorgar puntuaciones. Cierto que han sido días muy intensos obligados a escuchar tanto lo bueno como lo menos bueno y elegir sólo tres de cada modalidad, habrá sido comprometido, pero a ser jurado no creo que les haya obligado nadie y ya sabrían a lo que tendrían que enfrentarse. Hacer caso al público… evidentemente si, pero ellos dirían la ultima palabra con su justo veredicto.
Supongo también que el jurado tendrá que regirse por unas normas y lo mismo que han penalizado a algunos “actuantes”, por excederse unos segundos del tiempo estipulado, deberían haber penalizado dignamente el pasodoble que “Los Pito-risas” pretendieron interpretar y que tan malamente les quedó, al olvidarse de la letra.
Una vez más diré que estos chirigoteros también me gustaban mucho, pero quizás en su afán de poner una buena guinda a sus actuaciones, quisieron lucirse estrenando una pieza que no tenían debidamente preparada para la categoría que se espera de una gran final, y no hacerlo bien debió tener más alto precio.
Ellos mismos vieron como el triunfo se les podría haber escapado y salvaron la situación con una gran dosis de buen humor, pidiendo rabitos de pasa para la memoria y animándose a si mismos, diciendo “no pasa nada, mañana nos queda la calle”.
Eso a estos señores les honra, pero no les exime de culpa. Los fallos hay que asumirlos, lo mismo que se celebran los aciertos.
Si un médico se confunde, te corta la pierna buena y te lo dice contándote un chiste, ¿acaso te partirías de la risa, o le darías el premio Nóbel de medicina?
Cierto que son una buena chirigota, que el público había estado apoyándoles en cada pase y que después del fallo en el pasodoble, les animaron gritando “campeones, campeones”, eso hasta cierto punto es natural, porque el público, a veces nos pasamos de soberanos para convertirnos en soberanamente… parciales. Con un aplausito de ánimo habría sido suficiente.
Imagino que ese fanatismo del público influyó en el “fallo” del jurado (y nunca mejor dicho)
“Los Monstruos” ofrecieron una actuación magnífica y merecieron que su nombre sonara como ganador, pero el jurado demostró que no le gusta Internet, porque presuntamente le faltaron “Webs” para sancionar debidamente a la chirigota del señor Remolino. Aunque si, como intuyo, “estaba tol pescao vendío” ¿la glamurosa final es mera pantomima?
Aunque no sea necesario aclararlo, todo esto es mi opinión como público y aficionada, ignoro lo que piensan sobre ello mis amigos.
Enhorabuena a los ganadores en la modalidad de chirigotas de este certamen 2008, sin duda alguna: “Los Monstruos de pueblo”.