viernes, 23 de noviembre de 2018

BOHEMIAN RHAPSODY LA PELÍCULA


BOHEMIAN RHAPSODY LA PELÍCULA   22-11-2018

Confieso que cuando la vi anunciar pensé que no iría. Estamos demasiado acostumbrados a que nos vendan biografías en forma de grandes películas que resultan ser burdas historias sensacionalistas que empleando la vida de algún personaje o hecho famoso, lo trasladan a hacer un producto comercial para hartarse de amontonar billetes y no ajustarse en nada o en muy poco a la realidad de lo que fue, o de lo que en verdad ocurrió.

Tras el estreno, pese a las buenas críticas de Bohemian Rhapsody, seguí sin animarme hasta que mi hija Laura la vio y  con la mejor de sus críticas me convenció. Hoy 22 de noviembre, día de Santa Cecilia patrona de la música y los músicos, fui a verla en su compañía. A mi niña  no sólo no la importaba repetir experiencia, si no que volver a verla conmigo, le hacía particular ilusión. Compartir gustos y aficiones es lo que tiene.

Salir juntas siempre es tan bonito y tan intenso, que teníamos todo a favor para pasar una tarde  maravillosa y así fue.
No fui “Queenera” ni en sus comienzos ni durante su vida activa. Mis gustos musicales iban dirigidos a otro tipo de intérpretes. Mi afición por ellos llegó más tarde y de la mano de un muchacho enamorado de la música de esta banda. Me refiero a Josué, siempre envuelto en mucha risa y sentimientos profundos. Por un tiempo mi casa fue la suya y su música la nuestra para siempre.

En aquella época junto a Josué, vimos varios documentales y muchos vídeos sobre sus admirados Queen, aprendí además, que esa  música no es ruido; conocí su particular forma de moverse por el escenario y los rasgos físicos de sus componentes. Esta tarde en la película está tan logradísima la caracterización; es tan absolutamente impresionante, que en realidad no veíamos actores, teníamos delante a la mítica banda en sus jóvenes años.
Es emocionante imaginar la forma en que nacieron los primeros gestos con el pie de micro  que terminó siendo una seña de identidad o ver surgir  las primeras notas de las canciones que han sonado una y otra vez en nuestras vidas.
Freddie Mercury nació para Queen y no morirá mientras una sola persona en el mundo escuche su voz y sienta su música.

La película trata con exquisito tacto esa parte de su vida y de su muerte con escenas exentas de morbo. Como debe de ser, porque lo importante de él, era su música, su voz única e irrepetible y la forma extravagante de llenar el escenario.

El hombre vivió como pudo, seguramente no como quiso, aun teniendo todo el dinero del mundo para alcanzarlo. Murió el hombre, pero no el mito y así lo transmite la película.

Cuando se encienden de nuevo las luces de la sala, compruebas que has estado pendiente de la pantalla casi sin pestañear más de dos horas que se habían pasado en un suspiro, pero sobretodo te invade una inmensa ternura hacia ese mito que fue un genio, amado por millones de personas al mismo tiempo; llorado por los mismos millones aun a día de hoy, y que vivió inmensamente solo al bajar del escenario y sin tener capacidad para sospechar que además de solo vivía manipulado al cruzar la puerta de su mansión. Enfermó amado y amando, repleto de un enorme vacío en el amor.
Freddie Mercury nació con inmortalidad de mito y grandes debilidades humanas que le llevaron a realizar ese eterno viaje demasiado pronto.
En la película también ves como hay quien se aprovecha de esa debilidad del genio y al sentirse descubierto,  trata de apuñalarlo por la espalda cuando ve que se le escapa la presa. La genialidad es tanta, que vence sobre el necio que sufre al ver cómo con ese puñal apenas le hizo un rasguño.

Como muchos grandes artistas este hombre vivió  admirado por inmensidad de desconocidos, que hubieran querido devolverle un poco de la felicidad que él regalaba con su música -en este caso- o con sus logros deportivos,  humor o interpretación actoral en otros. Ellos son admirados o amados platónicamente mientras su vida personal está incomprensiblemente vacía.

Magnífica escena de la soledad de quien por un puñado de dólares, no tuvo fe en ellos y perdió la maravilla que durante un tiempo tuvo en sus manos.
Cuantas personas talentosas –en cualquiera de las  ramas del arte- se hundirán sin ser capaces de salir a flote por ineptos que lo único que tienen es dinero o “poder”.
Freddy creyó en sí mismo y no le hizo falta nadie para demostrar al mundo su valía y la de su banda.
Tampoco se dejó amilanar cuando otros destacaban por encima de su genialidad un “defecto físico” que para él no  fue nunca un complejo con el que le fuera imposible convivir o quizás incluso le ayudó a crear un estilo propio.

¡Sin duda quiero volver a ver la película! ¡Sin duda en mi casa seguirá eternamente sonando Queen!

¡¡Sin duda, las tardes en compañía de mis hijas, son tan mágicas, que siempre se quedan cortas y hay que repetir!!

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