domingo, 6 de mayo de 2018

MANOLO GARCÍA INCOMBUSTIBLE


MANOLO GARCÍA INCOMBUSTIBLE   05-05-2018

Con la resaca emocional del gran momento vivido ayer viernes, me dispongo a escribir la crónica que muchos esperan y otros nunca leerán… Así es la vida. Es evidente que escribo para mí y para los que me leéis.
Con ilusión de colegialas y nervios  adolescentes nos dirigíamos al auditorio Miguel Delibes para ver en concierto a Manolo García.
Atrás quedaban para Laura y Mariola las largas horas de cola con nervios de “Flanin el niño” sentadas a la entrada del estadio donde actuaba su admirado cantante, esperando a que por fin se abrieran las puertas y correr cual estampida de Ñus para situarse lo más cerca posible del escenario.
Esto lo han hecho en tantas ocasiones que no tengo manos suficientes para contar con los dedos. A mí, en cambio, la afición me llegó más tardía y cuando asistí al primer concierto, para tener buen sitio, la espera a la puerta la hicieron mis hijas y lo vimos sentadas en las gradas y no de pie, brincando al lado del escenario reventándose los oídos con los inmensos bafles.
Aunque mejor vayamos por partes: Antes de final de año, el mismo día que pusieron a la venta las entradas para el concierto del 4 de Mayo, Laura ya tenía las tres entradas en su poder.
No me hacía a la idea de cómo sería un concierto en auditorio con sillas acolchadas, fijas al suelo para ver a Manolo García y no a otro actuante. No era la única. Lo mismo que yo, lo pensaban varias personas que a mi lado escuché decir:” ¿Sentados en un concierto de Manolo? ¡No me lo imagino!”
¡Pues sí! El auditorio repleto de gente con edades muy variadas, algunos niños, jóvenes y otros muchos con tinte en el pelo, maquillaje en la cara, pastillas pa los dolores y acné en el corazón y el ánimo.
Un concierto en el que empezamos sentados ¡Tan formalitos! Hasta que lo vimos aparecer bajando por el pasillo central. Pareció que los asientos tenían voltios de electricidad como para tumbar elefantes.
Como un resorte, todo el auditorio se puso en pie aplaudiendo y gritando como posesos.
El artista pidió a todo el mundo que mejor sentados y obedecieron  hasta que la canción de turno hacía perder al público el sentido tranquilo y los convertía en púberes excitados y saltarines. Así fue durante las casi tres horas seguidas de concierto.
Sobre el escenario o acercándose al público, un Manolo absolutamente entregado a su público y un público ávido de él,  cantando a voz en grito en éxtasis de felicidad.
Manolo en estado puro, al que para no ser olvidado no le hace falta airear su vida privada ni pincharse más “botox” que los que fabrican en Valverde del Camino ; ni falta le hace inventar canciones absurdas y sin sentido, tiñendo sus letras y “paracetamolando” su música, maquillando una voz perdida para subir patéticamente a un escenario.
Manolo es y será él, y el día que deje de serlo, estoy segura que dejará de actuar. Se retirará dignamente en el momento que no se sienta pleno, así quedará intacto en el recuerdo de sus seguidores.

En los comienzos de  “Los Rápidos”, “Burros” o ”El último de la fila”, yo no tenía tiempo de asistir a conciertos y poco conocía su música. Fue cuando llegó a nuestras vidas la persona que nos inyectó su pasión por esa música y esos músicos. Entonces mi hija Laura, ya adolescente, se contagió de ese veneno. En casa no se escuchaba otra cosa y empecé a vivir su pasión.
La llevamos a Palencia a ver su primer concierto; uno de los últimos que dio “El último de la fila” con Jose, otro enamorado acérrimo de ellos. Ya no había remedio, había probado la miel de ver en directo a su admirado grupo. Se habían instalado para siempre en su corazón.
Sus hermanas crecieron viviendo esa pasión ya con Manolo García en solitario. Una pasión que  finalmente compartieron y juntas viajaron a Zaragoza o a alguna ciudad castellana siguiendo a Manolo allá donde su edad y economía podía permitirles.
El día que me regalaron la primera entrada para un concierto, no diré que además de muchísima emoción, no me sentí también un poco temerosa “por lo que pudiera pasar” en un recinto abarrotado de pasión.
Fue mágico. Ver tanta gente entregada a una voz, a melodías que sabían de memoria y coreaban a “pulmón partido”, bailando y brincando sin parar. Un espectáculo inolvidable de luces, música y letras que tantas veces escuché en casa.
Han pasado muchos años desde que Manolo García se subió a un escenario, sigue siendo el mismo… y así continuará porque su cuerpo aguanta, su mente más y sus seguidores añosos o jóvenes contagiados, tienen y tenemos cuerda Manolera para rato.

No hay comentarios:

BIENVENIDOS...

... A este Blog creado para difundir noticias e historias de mi pueblo. Espero que encontréis aquí lo que andabais buscando. Si no es así y creéis que puedo ayudaros a conseguirlo, dejad la pregunta en un comentario, y a la mayor brevedad será atendido. Gracias por venir.