FIESTAS DE LA CASITA 2016
Querido amigo. Dijiste que lo único que faltaba de las fiestas era
la crónica y aquí está:
Algo de razón tendrán los que dicen que las fiestas ya no son lo
que eran, aunque quizás las fiestas si son las mismas... O casi idénticas... y
los que cambiamos fuimos nosotros sin darnos ni cuenta.
En cuanto recibimos el programa echamos un vistazo a los días
principales rebuscando entre la ingente publicidad otros eventos que pudieran
interesarnos, así podemos elegir dónde ir o qué día mejor nos quedamos en casa.
Este año además hemos tenido un tiempo de lujo. Las temperaturas respetaron
absolutamente los festejos, mucho calor de día (en ocasiones demasiado) y
noches maravillosas sin apenas necesitar una chaqueta.
En el mentado programa nunca faltan los acontecimientos deportivos
con arraigada tradición, seguidos siempre con entusiasmo y gran participación
de paisanos y forasteros, contando siempre –o casi- con la colaboración u
organización del Club Ciclista de Alaejos.
Unas fiestas inolvidables para las reinas de ellas que por unos
días se sintieron especiales y aclamadas por las gentes de su pueblo. Idéntica
a la de antaño es y será la ilusión de estas reinas de las fiestas por serlo y
de sus familias por verlas cumplir un sueño, sin importar todo el trabajo –y
gasto extra- que conlleva.
¿Qué serían las fiestas sin las dianas? No pueden faltar las
dianas multitudinarias y armoniosas con ríos de gente arrastrando los pies por
todo lo largo y ancho del pueblo al son del “QUINTO LEVANTA” cantando
hasta desgañitarse la famosa melodía… “na na na na ná, na na ná na na ná, na na
ná na ná na na ná na ná… mientras la orquesta cual flautista de Hamelin iba
sacando a las gentes de las camas y sin tiempo para quitarse las legañas,
corrían a unirse en danza machacona y alegría desbordante… Las dianas,
desafortunadamente ya no son lo que eran, aunque el pellizco en el
corazón del primer PUM no ha
cambiado.
Respecto al desfile de peñas, sin menospreciar a quienes año tras
año forman la comitiva poniendo su ilusión y ánimo de divertirse y divertir,
hay que ser realistas y decir que este año ha resultado un desfile escaso en
participación e imaginación a la hora de idear o vestir disfraces. Repito sin menospreciar
a quienes participan en él con ilusión y alegría sana sin aditivos de otras
pasiones
Los encierros es imposibles que fueran los mismos de antaño, porque
el recorrido es muy diferente y seguimos añorando la plaza de palos que
perdimos desde 1992.
Las corridas. Esas no son las mismas porque si
lo fueran tendríamos muchas lanzas partidas en nuestros riñones.
En la plaza de palos el ruedo lucía lleno de jóvenes –o no tan
jóvenes- maletillas que durante el verano iban de pueblo en pueblo cargando al
hombro su hatillo de ilusiones, desempolvando capotes al ritmo de su afición o
su arte y en muchos casos el hambre de ser toreros famosos.
A estas plazas ambulantes de ahora, cuyo nombre olvidan tras el
último aplauso, vienen los toreros que guardan algún centelleo de los alamares
que un día les hizo brillar en plazas principales o llegan aquí a modo de
ensayo para quizás algún día resplandecer con luz propia.
En otras épocas, la afición al toro unida a la inconsciencia de
los cortadores de turno, era lo que hacía divertirse al público en los
“tablaus”.
Los chicos más valientes cortaban toros o vaquillas
sin miedo a los cuernos. Ahora los cortes los dan (por ejemplo) si les pides
que se sienten correctamente para permitir el asiento legalmente a otro
espectador con idéntico derecho.
Los actuales concursos de Cortes o desafíos internacionales
de tauromaquias, nos hacen disfrutar recordando lo que antiguamente fueron las
capeas. Los cortadores de ahora son jóvenes preparados, con organización, y escuela
además de afición que hacen un espectáculo entretenido, digno y respetuoso con
los animales.
Ahora si no fuera por los forasteros o los cortadores en periodo
de entrenamiento, del pueblo no hay quien de un corte. El toro se queda en
medio de la plaza escarbando aburrido y la gente en los tendidos bajo un sol de
justicia diciendo... “Si me pagaran por estar aquí aguantando este tostón no
venía”.
Las verbenas tampoco son las que eran hace tiempo: concurridas y
bailadas llenándonos los pies de la arena de la plaza que cubría las piedras
para que no se resbalaran las reses participantes en encierros y corridas.
Dichas verbenas amenizadas por “Los Trompas” o “Ritmo 80” (que tanto monta),
hoy las disfrutan como oyentes en las concurridas terrazas de los bares, en
ensordecedor ruido que desvirtúa la voz del intérprete y forma profundas patas
de gallo al escuchante. ¡¡Qué falta hacen tantos decibelios!! Durante las
sesiones musicales en la Plaza no es grato permanecer mucho tiempo. Desde mi
patio, a considerable distancia, se escucha magníficamente y se entiende mucho
mejor al cantarín de turno.
Este año como estrella principal nos visitó Manu Tenorio, uno de
los triunfitos con menos fortuna que Bisbales, Bustamantes y compañía…
que algún día vendrán. Hay que darle tiempo al tiempo que Alaejos no es
Broadway, aunque alguno lo crea.
Manu ofreció su concierto y seguido, ya sin música atronadora, las
queridas “Carretillas”; las mismas de “to” la vida de regreso a su “díalavispera”
aunque ahora no sirvan como punto de encuentro de amigos y forasteros porque la
tecnología sustituyó a la certeza del encuentro en la Plaza sin “quedada”
previa.
La noche del día siguiente, este año no faltaron tampoco
unos fuegos artificiales cuya estela en el recuerdo fue mucho más efímera que
el brillo de su luz al explotar.
Nunca faltarán niños que poner en las andas de nuestra Chiquitita,
mientras mantengamos vivo en nuestro corazón el amor por la Patrona y el deseo
de ver a nuestros pequeños bajo su amparo y cobijo.
Los alaejanos continuaremos protegidos por el invisible manto de
la Virgen, aunque ni vayamos a misa ni a bailar ante ella, porque la Chiquitita
no hace distingos de clase o rango, ni pasa lista, ni calibra amores porque
para ella todos somos iguales.
Si me preguntas cual de todas las cosas no tradicionales y añejas
me ha gustado más, no dudaría en decir que Los Mariachis. Para mí lo mejor de
este año.
El último PUM de la
traca final echa el cierre a las peñas, verbenas, encierros, corridas y
reuniones, dando paso a los abrazos de despedida y al deseo de volver a estar
juntos en este pueblo con aroma rancio en sus calles, humo de olvido en sus
chimeneas y perfume de recuerdo en cada uno de sus rincones a los que añoramos
volver. Un Alaejos envuelto en el aroma del recuerdo de quienes se nos fueron
para siempre. Trasnochado de olvidos y esperanzado en futuros inciertos que nos
abrirá siempre sus brazos y donde siempre querremos volver porque siempre nos
espera y porque de aquí somos y nos enorgullecemos de ello.
Querido amigo. Ya de las fiestas La Casita 2016
no falta ni la crónica porque acabas de leerla. Por tanto esperemos que el
tiempo nos sea grato hasta poder decir...Ya están aquí, ya huele a fiestas 2017
¡¡Viva la Virgen de la Casita!!