lunes, 12 de diciembre de 2016

ADIOS MADRE



   12-12-2016

¡¡Bueno Mª Paz!! ¡¡Pacita!! Acabas de dar el gran paso. Terminó tu recorrido terreno para irte al lado de mi padre y de los tuyos; de tu querido hermano Pedrito al que nunca dejaste de llorar, de Antonia tu hermana mayor y de tantos seres queridos a los que un día diste un doloroso adiós.
Ahora ya sabes lo que hay después. Ya sabes qué es verdad y cual era mentira. Quien te quería de veras y quien no tanto. Así es la vida para todos nosotros.
 Has sido una mujer humilde, muy coqueta siempre, de carácter recio… muy recio en ocasiones. Con un particular sentido del humor, con salud de hierro y leves achaques. Independiente, dominante, religiosa, trabajadora, voluntariosa, inquieta, siempre dispuesta a hacer favores, profundamente amiga de tus amigos; prueba de ello son todos los que estos días han llorado tu inesperada partida.
Fuiste también adorada hermana y fabulosa tía de tus múltiples sobrinos, sobretodo de Feli y Charo. Gran abuela y bisabuela y como madre ¡¡Qué te vamos a decir mi hermano y yo que tú ahora no sepas!!
Pude darte la enhorabuena porque has vivido como has querido dentro de tus posibilidades y has muerto como deseabas, sin darte cuenta, sin dolores, sin sufrir ni hacer sufrir. Ese ahora es el único consuelo.
Nada ni nadie hacía sospechar que tu partida estuviera tan cercana, por eso nadie podía creer tan trágica noticia y aún hoy, una semana después seguimos sin creer lo que ha ocurrido, que ya nunca volveremos a verte hasta que como tú crucemos al otro lado.
Ya puedes mirar a los ojos a la Chiquitita. Ya puedes cantarle los gozos con la mejor voz y la misma ilusión con que lo hacías en la ermita durante las misas importantes en estos últimos años.

Me reconforta pensar que mi padre y tú estáis juntos como soñé. Jóvenes, guapos, felices, de la mano eternamente viviendo vuestro amor sin que nadie ni nada interrumpa esa felicidad merecida.
Continuaré escribiéndoos cartas que quizás no publique, pero que estoy segura os encantará recibir.
 Descansad juntos y en paz mis queridos padres. Os quiero tanto como os dije y tanto como pude o no demostraros, porque nunca es suficiente.

sábado, 10 de diciembre de 2016

GRACIAS POR VUESTRO PÉSAME



  Muchas gracias a todos los que de corazón habéis sentido la muerte de mi madre. A todos cuantos nos habéis acompañado o mostrado en estos días el cariño que sentíais por ella.

Gracias en nombre de mi hermano y cuñada; de tía Chus y su familia y de la mía propia.

Gracias, gracias, gracias…

jueves, 10 de noviembre de 2016

MI QUERIDA MARILUZ



MI QUERIDA MARILUZ   05-11-2016

Mí querida Mariluz: ¡Qué te puedo decir que no sepas! El destino se empeñó en regalarme Cádiz y lo hizo poniendo en mi camino a la mejor gaditana. Buscó un extraño método: un Internet casi en pañales y una estrella con rostro casi exacto (por aquel entonces) a otra que tú misma trajiste al mundo.
¡¡Quién nos iba a decir aquel 29 de febrero de 2004, que el mundo iba a convertirse en un pañuelo chiquito donde “nadie” nos presentaba sin imaginar que sería el principio de su final y el principio de nuestro siempre!!
Nunca supimos cómo; o quizás sí, sin darnos cuenta confiamos la una en la otra y pudimos conocernos como si hubiéramos nacido en el mismo rellano de escalera o mejor aún, en la misma familia.

¿Quién se acuerda ya de nadie? Tú y yo sabemos que nuestra estrella tuvo mucho que ver con el destino. Quizás fue la mano que lo guió al escribir aquel 29 de febrero. Después han pasado tantas cosas bonitas en nuestra amistad, que sería imposible plasmarlas todas aquí. Dan para escribir un libro y de hecho, parte de ellas ya están publicadas en nuestro particular libro de recuerdos “Mar de trigo, Mar de plata”.

¡¡Tengo tanto que agradecerte!! Entendiste como nadie una terrible tristeza en la que vivía y me ayudaste escuchando y confortando aquella pena que nunca desaparecerá pero que se diluye en el tiempo dejando en el recuerdo lo bonito que fue y mitigando lo dura que fue su partida.

Sin embargo eres tan sencilla, tan humilde; tan sencillamente humilde, que dirás que es todo lo contrario, que tú me agradeces cosas importantes en tu vida. Era una época durísima para ti y yo simplemente te tendí la mano que necesitabas para tomar impulso y conseguir salir tú sola y comenzar un nuevo camino: el camino hacia la felicidad.

No conozco a otra persona tan trabajadora como tú, tan fuerte y tan espléndida para todo el mundo, olvidándote siempre de tus propias necesidades para cubrir las de todo el que te rodea.
Podría llenar cientos de folios ensalzando tus virtudes y agradeciendo a mi suerte el haberte conocido.

Te enamoraste de Alaejos por todo lo que yo te contaba de mi adorado pueblo. Amas a la Virgen de La Casita y a nadie nacido más allá de las fronteras de Alaejos he visto llorar ante ella con tanta pasión como tú lo hiciste.
En Cádiz cada 8 de septiembre celebráis a la Virgen de la Luz, y desde que nos conocemos ese día celebras tu onomástica como “LuzCasita”. Las dos somos gaditana de nacimiento y alaejana de adopción (yo el contrario) y ahora somos “Gaditalaejanas” porque a ti y a mí nos da la gana cambiar el gentilicio.

¡Cómo olvidar tantos y tantos regalos que me has hecho! El primero de ellos una figura de mi misma escribiendo en un velador. Le explicaste al escultor mis rasgos y me esculpió perfecta. No todo el mundo puede presumir de tener en casa casi una réplica de si mismo esculpida en barro y yo la tengo gracias a ti, y realizando mi gran pasión: escribir.

¡Cómo olvidar aquel sábado de noviembre que viajaste desde Cádiz para estar unas pocas horas en nuestra casa con tu preciosa niña Alicia! No te fiabas de ningún medio de transporte para enviarme la figurita y viniste a traerla en persona. En tren. Llegasteis a media mañana y partíais a media tarde de regreso. ¡Qué locura, tantas horas de viaje!

¡Cómo olvidar las vacaciones gracias a ti para que pudiéramos conocer Cádiz!
¡Cómo olvidar tus viajes a Valladolid o Alaejos para pasar unos cortísimos pero intensos días junto a esta familia que siempre te espera y a aquellos amigos con los que reímos hasta el llanto! ¡Qué tiempos!
¡Cómo olvidar aquella Casita del 2006 en la que por fin te vi disfrutar como niña tras tanto daño como habías llevado en tu pesada mochila! Cada uno de aquellos días fue especial. Por fin estabas en Alaejos y vivías sus fiestas desde dentro. Agotamos la reserva de risas y carcajadas. Regresaste a Cádiz cargada de ilusiones, fuerza y proyectos.

Nadie nos negará quien estaba a nuestro lado en aquel espectáculo puramente jerezano que hasta en tres ocasiones vimos juntas.

“Los sentimientos que se palpan y  se comparten al compás,
no son mentira; se siente y siempre es verdad,
aunque la razón que es loca,
te diga calla la boca, porque no te entenderán”.

Al acabar el espectáculo casi al unísono dijimos “¿Sabes lo que me ha ocurrido?”… Y qué casualidad, a las dos nos había sucedido lo mismo. Un espectador no pagó su entrada sin ser regalo, ni cometer delito… ¡¡Qué fuerte!!
Ni un solo año me falta el paquete procedente de tu mano lleno de CD con la música carnavalera que se cantó en el Falla.
Cada nuevo CD de mi chirigota, me llegó firmado y dedicado muy cariñosamente por todos ellos porque tú haces todo lo posible porque así sea.
Conseguiste cita con mi admirado –y desde entonces amigo- Yuyu para aquella cena familiar en “El Arte Serrano”. Inolvidable velada. ¡Grande Yuyu!

El pasado Febrero mi marido y yo disfrutábamos de unos días en Torremolinos y hasta allí viajaste con Gloria desde Cádiz sólo para vernos y hacer una tarde especial viajando hasta Ronda. No dudaste en inyectarte en vena más de 700 km serranía incluida, aquel día.
Dispuesta siempre a hacer favores a quien no tiene siquiera el valor de pedírtelos. ¡¡Eres un ángel en la tierra!!

Ojala algún  día tu trabajo se vea recompensado como mereces, que hasta hoy nunca lo fue. ¡¡Con la de gente que cobra millones tocándose lo que rima!! ¡¡Qué injusta ha sido siempre contigo la vida en ese aspecto!! Tiene que estar a punto de cambiar. Mereces todas las cosas buenas.

Afortunadamente tienes una maravillosa familia; muchos y buenos amigos y el amor. Un amor que tardó en llegar pero te compensó con creces poniendo en tu camino a Pedro, un magnífico ser humano y tu alma gemela.

No cambies nunca, eres única e irrepetible y yo me siento muy afortunada de tenerte como amiga… de tenerte como Tata.

viernes, 4 de noviembre de 2016

UNA TUMBA VACÍA


04-11-2016

Querida amiga Yolanda: No sabes la alegría que me dio volver a verte después de tanto tiempo. Ambas hemos cambiado muchísimo físicamente, pero es lo que tiene la genética, las enfermedades, los sufrimientos y el paso de los años, que poco a poco nos quita “lozanía” y nos pone Michelin… o nos regala excedente de arruga. Aquí nadie se libra… estar a punto de cumplir 60 es lo que tiene.
Fue un encuentro casual con sabor a reencuentro. Afortunadamente teníamos hueco en nuestras “apretadas agendas”, y pudimos ponernos al día de ilusiones conseguidas, sueños cumplidos, pérdidas irreparables, llegadas al mundo maravillosas y serenidad actual.
En el aire hubiera quedado una pregunta que me atormenta desde hace mucho. Pregunta que jamás te hubiera hecho por no herirte. Ni siquiera hubiera comentado contigo tan doloroso tema.  Tú misma comenzaste a hablar de ello sin yo haberte dicho nada.

Pocos meses después de dar a luz a mi primera hija, también tuviste la tuya, con la mala suerte de que Julia nació con vuelta de cordón y jamás pudiste verla, aunque sí escuchaste su llanto en el paritorio.
Por aquella época ocurrían con mucha frecuencia esas “vueltas de cordón”; esas muertes prematuras en recién nacidos, y con Julia, fueron tres las niñas a las que les ocurrió lo mismo cerca de mi entorno y en fechas no demasiado lejanas entre sí.
Cada vez que veía a mi hija en mis brazos, no podía dejar de pensar en los vuestros cruelmente vacíos. Cada vez que me quedaba embarazada temía que una vuelta de cordón truncara la vida de mi bebé y con la de él las nuestras.
Afortunadamente pronto pudiste ser madre dos veces más: Julio y Daniel, a los que vi crecer, como tú a las mías, y que igual que a mí, ya te han hecho abuela.

 Hace algún tiempo las noticias sobre presuntos bebés robados removieron por unos días los informativos y los debates. Confieso que pensé en ti y en Julia, pero no tuve valor de llamarte para saber cómo estabas viviendo tú ese doloroso tema.
Ahora me cuentas que cuando aquellas oscuras historias salieron a la luz, por un instante relacionaste tu caso con el de tantas mujeres que contaban historias demasiado similares a la tuya, aunque estabas tranquila porque el hombre influyente que os ayudó con los trámites era de vuestra máxima confianza... o quizás porque la mente humana no quiere en ocasiones ver más allá de lo racional. Quizás un mecanismo de defensa. Llevabas más de 35 años sufriendo por la pérdida de tu primera hija, llevando flores a su tumba y ahora no querías comenzar a sufrir por una posible mentira tan grandiosa.
Lo desechaste de tu pensamiento. Esa imposible que Julia fuera una de esas niñas robadas,  hasta que a la muerte de tu padre hubo que abrir aquella fosa y el enterrador al retirar la cajita de tu niña, se dio cuenta que allí no había ningún cuerpo.
Unido al dolor de enterrar a tu padre venía la atroz verdad: Tu niña nunca estuvo allí y ahora investigar lo que ocurrió, es demasiado costoso; mucho más sabiendo el frustrante resultado que han obtenido otros padres.
El dolor de tener una hija enterrada se evaporó por la obsesión de saber que allí nunca hubo nada. Que tu niña puede estar viva o muerta, pero que ha vivido una vida lejos de la tuya que eres su madre, y de la de su padre y sus hermanos.
Te obsesiona pensar cómo habrá sido esa vida sin todo el amor que tenías para darle y pasas el día buscando en el rostro de las chicas con las que te cruzas, de “unos cuarenta”, por ver si encuentras en ellas algún rasgo parecido al de tus otros dos hijos.

Dices que tu familia y tú habéis pactado no remover lo que tanto daño podrías haceros y ni siquiera habláis  del tema en casa. Sólo te queda seguir llorando a Julia sin saber siquiera si ese será su nombre, sin saber cómo está en realidad: si ha sido feliz, si tiene la vida tan resuelta como la tienen sus hermanos. Si también te hizo abuela o si ella igualmente te busca en los rostros de tantas mujeres con las que se cruzará cada día deseando encontrarte y ninguna de las dos sabe el camino para hacerlo, intentando creer en los milagros igual que tú lo intentas sabiendo que los milagros no existen.
Durante algunos días hubo en los informativos revuelos sobre el tema tan doloroso como oculto y tan horrible como irreparable. La noticia dejó de tener interés; se enterró la culpa de los culpables, se desenterró el dolor de los inocentes, cuyo daño sólo importa a ellos mismos, y se cerró en falso la historia tal como se cierran algunas heridas que jamás sanan.

Hoy tras volver a verte y a recordar buenos y malísimos tiempos, hemos vuelto a saber que aunque el tiempo pase, cuando el cariño fue verdadero, lo seguirá siendo siempre, incluso cuando los caminos de cada cual a veces se cruzan y otras se separan.

Si llevo años pensando en ti y en tu dolor por esa niña perdida, ahora cada vez que te recuerde, pensaré en Julia y te ayudaré a buscar entre los viandantes ese rostro con rasgos similares a los tuyos. Ojala algún día reciba tu llamada diciendo que la encontraste, que puedes descansar tranquila y que por fin pudiste abrazar a tu niña.

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