miércoles, 17 de septiembre de 2014

LA SOLEDAD CUANDO BAJA EL TELÓN



11-08-2014

Me pregunto qué ocurre cuando  baja el telón; cuando se vacía el teatro y se arrastra el maquillaje dejando limpia la cara del actor, para dar paso a la “persona humana”. Cuando las bambalinas se quedan a oscuras; el maravilloso escenario con lujoso attrezzo  vuelve a ser inanimado cartón y las butacas vacías esconden el sueño del público que presenció de cerca el espectáculo y casi palpó el sentir de su actor favorito.
¿A dónde lleva sus penas el admirado artista que dedica su tiempo y su trabajo a la diversión y disfrute del gran público?

Cuando ese arte es mostrado en televisión, y gracias a maravillosos aparatos podemos grabar sus actuaciones para disfrutarlas cuantas veces queramos; llegamos a saber de memoria el diálogo interpretado y lo compartimos felices en nuestra intimidad quizás rodeados de amigos, sintiendo que el actor es uno más de ellos. Sin que él lo sepa, ha estado actuando en privado tantas veces para nosotros, que se diría pensamos que nuestro artista nos conoce tanto como nosotros a él y quizás por eso algunos se comportan de forma indeseada cuando tienen la “suerte” de cruzarse por casualidad con un famoso por la calle y pretende llevarse el trofeo de una foto de forma poco agradable para el conocido de turno que incómodo, quizás no tiene más remedio que poner tierra por medio pese a saber que se le acusará cuando menos de grosero…
Afortunadamente somos muchos los que respetuosos; admiradores, sí, que sabemos diferenciar entre actor y persona con nombre, apellidos, vida privada y derecho a pasear tranquilo, saludando si es caso, con respeto y siempre que no le hagas perder un tren al emplear su tiempo con tu saludo.
Por lógico desconocimiento o mejor “no conocimiento”, vamos todos en el mismo saco. Igual los que le piden a un humorista un chiste en un funeral, que los que nos mantenemos al margen y pedimos autógrafo y hasta foto solamente a la salida de sus espectáculos. Por ello, demasiados famosos “odian” ser reconocidos, sin darse cuenta que gracias a “nosotros” sus sueños de alguna manera llegan a cumplirse.

El público al parecer tenemos el poder de encumbrar a quienes nos gustan y hasta de hundir al que dejó de interesarnos convirtiendo al idolatrado en muñeco roto.
¿Hemos pensado todo lo que sacrifican a cambio de entretenernos? Toda su vida a cambio de un aplauso tan efímero como la fama.

Muchos –al parecer la mayoría- durante los años de éxito acuñan caudales que no disfrutan por tanto ir de plaza en plaza representando vidas sin vivir la propia o teniendo que enfundarse públicamente en glamurosa apariencia sin poder disfrutar de sus verdaderos sentimientos.
No les queda otro remedio que maquillar su forma de ser, pensar y sentir fuera del escenario y sólo se visten de ellos mismos en la soledad de su casa y de su corazón.
 
Me consta que algunos de mis admirados actores o artistas, al apagarse el estrépito de los aplausos, tan sólo les queda el eco doloroso y hueco de una casa vacía al dar vuelta  a la llave de su puerta. Vacía de alguien esperando para compartir el éxito o llorar el fracaso. Vacía de alguien que a la cabecera de su cama les de la medicina necesaria para curar su cuerpo y su alma sin esperar a cambio un tanto por ciento de la recaudación de su arte.

Nuestros actores, genios o artistas no comparten con sus admiradores esas soledades, esto es absolutamente lógico, aunque es una lástima que ellos no tengan ni idea de cuantos estaríamos dispuestos a devolver un poco de la felicidad que nos proporcionan, ofreciendo un hombro amigo, un abrazo que alivie su pena, una conversación que envuelva soledades… esa es la pena que me da al saber que mis risas gracias a ellos, los momentos que aliviaron mi dolor sin saberlo; no puedo agradecérselos cuando ellos más lo necesitan.
Por eso, cuando me entero que alguno de mis admirados tiene una vida feliz, plena, tan “normal” como la que llevamos el resto de mortales, me alegra, me satisface tanto como sentarme en su teatro para ser espectador y disfrutar de su arte.

sábado, 13 de septiembre de 2014

EL TORERO QUE NO QUIERE SER DE ALAEJOS



 09-09-2014

“Querido”  torero: Como ves entrecomillo lo de querido. Lo hice porque me parece un encabezamiento correcto, no porque te quiera. No sufras por ello. Soy de Alaejos y sé que te molesta ser querido aquí. En eso estamos iguales: tú tampoco me quieres; aunque a diferencia tuya, me gustaría que Alaejos me quisiera la mitad de lo que piensas que te quiere.
No soy nadie, no creo que pierdas tu tiempo en leer esta crítica, aunque de corazón te recomiendo leerla, porque la estoy escribiendo con todo respeto y afecto hacia ti, pensando que quizás te interese saber la realidad del mundo entre algodones en que pareces vivir a este respecto. 
Te animo a leer despacio, empapándote de los matices e interpretando lo que está escrito y no lo que te nunca escribí.

Ojala esta crítica fuera dedicada a tu bien hacer y éxito en tu profesión. Esa, esa espero poder escribirla algún día.

Ayer cayó en mis manos por casualidad una entrevista que “concediste” al periódico de TU ciudad.

Aquí el recorte por si a alguien no le interesa leer el resto de tu entrevista.

Por último, Pablo: ¿es usted de Valladolid o de Alaejos?
–De Valladolid. Y lo quiero aclarar definitivamente, porque esta historia me trae por la calle de la amargura desde que empecé a ser torero. Nací en Valladolid, me he criado en Valladolid, he estudiado en Valladolid y vivo en Valladolid… Pero como mi padre es de Alaejos, la gente se empeña en decir que soy de allí, cuando no es verdad. Me encanta Alaejos, pero yo me siento orgulloso de ser torero de Valladolid, de mi ciudad.

Vete casa por casa de esta ciudad a la que estás orgulloso de pertenecer –eso te honra- y verás qué porcentaje de gente no tiene ni idea de quién eres. Haz lo mismo en Alaejos, el porcentaje subirá, te lo aseguro…
No me interesó leer de esa entrevista más que el último párrafo en el que aclaras “definitivamente” que NO eres de Alaejos, de una forma cuando menos poco afortunada.
Como siempre, esta es mi opinión y como alaejana de nacimiento y de corazón, me ha dolido ese desprecio que pareces demostrar hacia mi querido pueblo. Me parecería bien que defiendas no ser de Alaejos porque no naciste aquí, si en el mismo párrafo agradecieras el apoyo que te dio este pueblo del que tienes raíces.
Aquí no naciste, pero aquí pisaste un albero por primera vez y eso tampoco lo mencionas.

No te creas eso que dices de “La gente se empeñan en decir que soy de Alaejos”. Dudo que haya muchos “La gente” que se empeñen en tal cosa. Haz un sondeo de corazón a corazón, quizás te sorprenda el resultado… siempre que a quienes preguntes te contesten con lo que verdaderamente opinan libremente en corrillos, cuando no hay presente nadie de tu gente.
Yo hice ese sondeo y puedo asegurarte con la mano en el corazón que Alaejos está más que dolido con tu infortunada parrafada.
Al día siguiente de esa entrevista, una radio mencionó tu nombre y luego dijo algo parecido a esto: “Seguramente, mucha gente de tu pueblo vendrá a animarte”…
Verdaderamente oír eso duele después de haberte leído. O se es o no se es, pero no va a ser sólo para llenar de aplausos el coso y luego no ser  para que no “te lleve por la calle de la amargura”.
¿Quién se empeña en que eres de Alaejos? ¿La prensa o el pueblo?

Eres muy joven para conocer la copla “El hijo del ganadero”. Puede que su letra no tenga mucho –o nada- que ver contigo por más que las gentes de Alaejos la recuerden cada vez que tu nombre aparece en sus conversaciones.

De corazón a corazón te prometo que nunca oí una maravillosa crítica hacia tu forma de ejercer esa profesión que te hace diferente al resto de los actualmente alaejanos.
Dije bien: te hace diferente, no mejor ni un dios, pese a lo que engañosamente tu entorno puede hacerte creer.

Conocido en España entera es nuestro alaejanísimo Machote. Él sí es humilde y apasionado con el toro. No llegó más alto porque no tuvo la suerte que tú has tenido de respaldo económico y poder acudir a una escuela taurina para aprender el arte de torear. El miedo no se quita en las escuelas.
Machote tuvo valor, hambre, humildad y respeto por su público. Se ganó algo mucho más importante que cualquier otro trofeo. Ganó el cariño de ese público y de mucho más que no sólo el del pueblo que lo vio nacer.
 A Machote le faltó suerte, pero a día de hoy, es querido y respetado no sólo en Alaejos. Me consta –porque lo he vivido- que allá donde va sigue siendo recordado con mucho más que cariño… Y eso también hay que ganárselo en el ruedo y en las entrevistas.

“Querido Torero”, una persona que como tú se dedica al público, no puede menospreciar a un pueblo entero al que cuando pediste ayuda te apoyó llenando autobuses para verte en Madrid. Un pueblo donde diste los primeros capotazos envuelto en miedo y poca raza de torero.
Dudo que desde tu ciudad salieran autocares para acompañarte en ese importante viaje para tu carrera.
Alguien que como tú está empezando; y quizás sigas empezando muchos años de tu vida, si ésta no te regala un traspiés o realmente demuestras que eres tan bueno como  crees; no puede quitarse a empellones ni a uno solo de sus posibles seguidores.
No muchacho no, No se puede despreciar lo que crees tener y aun no te ganaste, lo que no tienes y lo que quizás no tengas nunca si continúas puntualizando “definitivamente” en esa forma.

Has “aclarado” que no quieres ser de Alaejos, que te molesta que tu nombre vaya unido a este pueblo y con ello te has cortado aplausos que quizás más por compromiso, lástima o apoyo, Alaejos brindó a tu incipiente “carrera”. La lucha por encumbrarse en ella, no es fácil. Si has ido de pueblo en pueblo hasta llegar a ir de ciudad en ciudad, no reniegues de quien se gastó el dinero para acudir a verte “torear”… o lo que quiera que fuera lo que hacías.
De veras dudo que nadie se empeñe en decir que otro es o no de determinado lugar. Pero de bien nacidos es ser agradecidos y uno “es” de donde se le quiere.
Un “artista” siempre necesitará un aplauso. Saber agradecerlo, también es de buenos artistas.

No sé si Alaejos te quiere, pero por si acaso, no reniegues de ese posible cariño que puede volver a hacerte falta por muy alto que subas… si es que algún día subes alto.

Quizás tienes arte, no lo pongo en duda porque tan sólo  te vi torear cuando eras un mediocre niño pequeño empujado a enfrentarte a un destino que dudo hubieras elegido entonces y que ahora como no te sigo, no sé si mejoraste o en el fondo continúas siendo el mismo niño que culpa al toro cuando tiene una mala tarde.

La humildad es uno de los escalones que se deben subir en primer orden. Mucho más que el “arte” en cualquier rama que se elija como profesión o afición, sobretodo si dependes del público que tanto puede encumbrarte, como hundirte.
Después de la humildad, en el caso del mundo del toro, hay que tener valor… arrimarse primero al toro y si demuestras ese valor, torería y profesionalidad,  luego tras los éxitos –si eres capaz de obtenerlos- arrímate al dinero huyendo siempre de la prepotencia y la altanería, porque para poder mantenerse arriba, primero hay que saber estar abajo.
Cuanto más cercano seas al público –a todo el público- que paga para que tú obtengas beneficios, más grande te haces.

Tú ya lo has aclarado definitivamente: ¿Qué no eres de Alaejos porque no naciste aquí?... De corazón a corazón, ni falta que hace.

BIENVENIDOS...

... A este Blog creado para difundir noticias e historias de mi pueblo. Espero que encontréis aquí lo que andabais buscando. Si no es así y creéis que puedo ayudaros a conseguirlo, dejad la pregunta en un comentario, y a la mayor brevedad será atendido. Gracias por venir.