martes, 14 de mayo de 2013

GRABACIÓN DE “EL CLUB DE LA COMEDIA”



Ayer 13 de mayo, que en Valladolid se celebraba el día del patrón “San Pedro Regalado” (San Pedro de balde decía mi padre); aprovechando la festividad, mi niña y yo fuimos a la gran “ubre” para asistir a la grabación del televisivo “Club de la Comedia” que emite la sexta y que presenta la fabulosa Eva Hache.

En un abrir y cerrar de Ebook, el AVE nos depositó en la estación de Chamartín.
Callejeamos bajo el subsuelo madrileño confundidas entre la maraña de gentes serias y apresuradas; caminábamos tranquilas, situándonos a nuestra derecha en las interminables escaleras mecánicas dejando que  los habituales viajeros nos adelantaran corriendo, con prisa para llegar al andén y esperar a subir al mismo tren que lo hacíamos nosotras sin tanta premura, pero igualmente apelotonadas en los vagones cargados de gente sin expresión facial. Sólo cansancio (muchos dando cabezadas entre estación y estación, sin tiempo a observar lo que les rodea con detalle para luego escribir una crónica).
     Una vez llegadas a la parada elegida y como era muy pronto para la hora de entrada al “Teatro Nuevo Apolo” donde se graba el dicho programa; decidimos pasear por las concurridas calles del centro de Madrid haciendo algunas compras y pendientes siempre de nuestros “bolseros” y pertenencias.
En Madrid ves caras y gentes que yo creo que sólo existen allí. Madrid es otro mundo y yo sigo convencida que prefiero el mío. A Madrid sólo para ver algún espectáculo, un día y  a casita.
De regreso puntualitas a la puerta del teatro, nos colocamos las últimas de la fila larguísima –y tras nosotras los siguientes que fueron llegando después- hasta que abrieron las puertas y pudimos acceder a nuestros asientos bien cerquita del escenario.
No sabíamos qué actores intervendrían; tan sólo la mencionada Eva Hache, “fija” al ser la presentadora.
Poco antes de comenzar y también como parte del espectáculo (aunque esto no lo emiten), el animador del programa nos desvelaba el secreto: los nombres de los actuantes. No todos los monologuistas del Club de la Comedia son igual de buenos, -o de nuestro agrado- incluso hay muchos que nunca querría pagar por ver, por eso no quisimos ni barajar posibles nombres para no crearnos falsas esperanzas; pero a fe que fue gratísima la sorpresa al escuchar que nuestro admirado Dani Rovira sería uno de ellos. Algunos de los otros conocidos actores también nos gustan a priori –no todos-.
Como “actor” invitado estaba el televisivo Mario Vaquerizo, muy en moda últimamente.

Como se trataba de la grabación de un programa de televisión, pensé que escucharíamos algún “CORTEEEN” “PREVENIDOOOS” “REPETIMOOS” etc, etc... No fue así. El programa lo grabaron con el mismo dinamismo que lo emiten (pero sin anuncios).


Animados por el animador que puso en el público el ánimo animoso (rozando la euforia) a las ocho en punto –con cuarto de hora de retraso- aparecía en las tablas la genial presentadora Eva Hache, llenando el escenario con su forma de interpretar monólogos llenos de golpes casi imperceptibles de fino humor que mata de risa.
Eva es de las muy pocas mujeres que dedicándose a hacer reír, lo consigue inteligentemente, sin caer en la zafiedad o el chiste fácil. Sin tener como meta un fuerte aplauso –que evidentemente también- o una carcajada. Lo dice como si relatara algo que realmente vivió en propia persona. Como si lo que cuenta ocurriera y fuera la cosa más natural del mundo; sin hacerse la graciosa, simplemente siéndolo.
Justo lo contrario le ocurre al primer actor que actuó justo después que ella. Me refiero a Florentino Fernández, el popular “Flo”, que seguramente tiene mucho público adepto, pero no es uno de mis preferidos. Se nota que busca la risa fácil o el aplauso a toda costa. Su monólogo estuvo cuajado de chistes previsibles o muy escuchados. “Flo” de flojo esa es mi opinión.
Eva hilaba la presentación con pequeños monólogos entre actor y actor. No repetiré genial, pero lo es y  lo demostró en todo momento.
Tampoco repetiré que Dani Rovira es único, sólo diré que no hay otro mejor que él y que nos hizo pasar un rato maravilloso; que nos dolían los brazos y las manos de aplaudir y las mandíbulas a punto de desencajarse tras disfrutar la actuación de este actor malagueño.
Mario Vaquerizo, el famoso marido de Alaska –la de “Los Pegamoides”… pues eso, que seguramente en sus facetas artísticas lo haga mejor. No le doy más que un aprobadillo raspado por el mero hecho de tener el valor de subirse a un escenario y actuar frente a un teatro lleno de gente, focos, y cámaras sometiéndose a un guion muy flojito, ah,  y por reconocer que los monólogos no son lo suyo.
Tras él y previa presentación, actuó Agustín Giménez, reputado monologuista o actor de comedia no siempre con idéntica fortuna. Otro rato agradable, mucho más que el que pasamos con el último actor de la noche: Raúl Cimas, conocido de “Paramount Comedy” y que seguramente  a alguien le guste la seriedad –casi enfado- en su forma de hacer humor.

Aplauso a todos los actuantes y salida del teatro pletóricas. Casi anochecía y ni una nube cubría el cielo ni tapaba la rodajita brillante de la luna.
Comentando felices y sin que se nos quitara la sonrisa de la cara por lo que acabábamos de vivir, comenzamos a desandar lo andado bajo las entrañas de la gran ciudad viajando en metro hasta la estación Sur de autobuses, a la que llegamos con mucho tiempo de sobra.
Parte de ese tiempo lo empleamos para cenar en “El rey de las hamburguesas”. Cruzamos la oscura y casi desierta calle maloliente (olía a cloaca revuelta) y llegamos al local pensando que el día acabaría sin un famoso que llevarnos a la crónica, pero cuando degustábamos el pedido, al mismo local entró un famos… bueno, uno de estos difícil de calificar; digamos un tipo con pretensiones de famoso que tiene apellido de membrillo en caja de lata y nombre diminutivo de Antonio. Vamos, que nos quedamos igual que estábamos.
Ya con la andorguita contenta, volvimos a cruzar la oscura y maloliente avenida camino de la dársena donde esperar la llegada de nuestro transporte. Ahí nos dimos cuenta que de noche en Madrid la vida sigue;  no quitan las calles cuando los madrileños bajan las persianas.

Tras una magnífica tarde primaveral, la capital de España nos despedía con un surtido de truenos, rayos, centellas y fuerte lluvia a punto de abordar el autocar de regreso a Pucelandia.

1 comentario:

Marisa Pérez Muñoz dijo...

A mi Florentino no me decepcionó porque ya de antemano no me gustaba.
Alguien que se rie de sus propios "chistes" no me hace la menor gracia, mucho menos si además cobra por ello.
Vi el monólogo de Manu Sanchez refiriéndose a la burla que de la Semana Santa andaluza hacía ese programa al que aludes y una vez más hay que decir que quien vale vale y quien no, con ser mona (o caer en gracia, más que ser gracioso) lo tienen hecho.

Gracias al AVE no vivo muy lejos de la capital del reino ¡¡Ojala tuviera a la misma distancia a mi querido Cádiz!!

Y si, mi niña (mis cuatro, incluyendo a Lucía) son mi orgullo por guapas y por todo lo que no se ve pero se siente.

Abrazos amiga.

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