domingo, 28 de abril de 2013

DANI ROVIRA ¿QUIERES SALIR CONMIGO?



Que nadie se espante ni piense que por fin me he vuelto loca y le estoy proponiendo algo honesto –o deshonesto- a este genial monologuista, actor; cómico…
 ¿Quieres salir conmigo? Es el título del espectáculo que representa cada martes en el teatro Alcázar (Cofidis)  de Madrid.
Aprovechando que el 23 de este casi extinto mes de abril era fiesta en la vieja Castilla donde vivo; nos acercamos a la capital del reino a pasar el día y disfrutar la tarde-noche con Dani (Él en el escenario y mi pequeña y yo aplaudiendo a rabiar y disfrutando).
Como Víctor vivió unos años en dicha ruidosa y apresurada ciudad; conoce rincones típicos y nos llevó a conocerlos y degustarlos.
Muy cerca –no muy lejos- del cementerio de la Almudena en el Barrio San Blas, hay un bar pequeñito: "Los Amigos", que con el precio de la bebida te obsequia con una manada de platillos de pinchos. Tú dices esto en Valladolid, que para que te den una “tapa” gratis tienes que estar en el 3x2 de “Carrefú” comprando cazuelas; y no te creen.
Como muestra esta foto.
Pedimos dos cañas y dos mostos (una para cada uno, no penséis que hay que piparse de líquido para comer gratis) y al momento nos fue servida la bebida y todos esos platitos que veis, y otro par de ellos más que nos pusieron después del disparo.
De ahí nos llevó a otro bar"Casa Pepe", en otro barrio, en este caso el de “El Pilar” y que también con el consumo de las cañitas nos pusieron un plato cuajado de alas de pollo fritas que tras quitarles algunas plumas (también fritas) engullimos con gusto y ganas.

Ya sin muchas ganas de comer, fuimos a un famoso centro comercial “La Vaguada” y terminamos con las pocas que nos quedaban. Luego paseos y paseos por las tiendas y comprando algún que otro trapillo.
Nuevo paseo por las estresantes avenidas de Madrid cuajadas de gente y tráfico… mucho, rápido y alocado tráfico donde incluso vi una conductora que aprovechaba los semáforos para dar una cabezadita… ¡¡Doy fe!!

Víctor dejó el coche en un aparcamiento tan subterráneo como estrecho y diseñado para coches de hace muchos años. Mi hábil yerno aparcó sin dificultad justo debajo del teatro Alcázar, y nos dirigimos a una cafetería, donde -sin anestesia-, pagamos y tomamos un café sentados en la terraza y nos felicitamos por vivir en una ciudad coqueta y menos saturada de gentío, prisas, tráfico…
Una vez tomado el merecido café, caminamos por esas calles hasta llegar a la cercana Puerta del Sol, tan cuajada de gente como en plena Nochevieja a las 12 de la noche. Paseamos por la calle Montera bien apretaditos a nuestros bolsos y vimos cómo hay más compradores de oro que adoquines.
Nos topamos con Arturo un ex concursante de Gran Hermano 11 haciendo un reportaje; con parón para fotografiarse con mi niña.


Continuamos paseo por la Gran Vía repleta de gente y puestos de libros antiguos y bajamos por la calle Preciados tan repleta de gente y de libros como la anterior, pero además con grandes intelectuales firmando ejemplares en las casetas que a tal efecto salpicaban la calle celebrando el “Día del libro”.
Unos cuantos disparos de recuerdo y salimos de aquel enjambre humano con dolor de brazos de sujetar el bolso y deseos de degustar una tortilla brava exquisita en un bar no demasiado lejano.

Así como quien no quiere la cosa, se nos hizo la hora de desandar lo andado para acercarnos al teatro objeto real de nuestra visita a los madriles.

Poco después de las ocho y cuarto se abrieron las puertas; Irene y yo entramos mientras Víctor y Laura continuaban paseando cual tortolitos.
A las ocho y media más bien  largas por fin dio comienzo el espectáculo con el aforo tan repleto como nuestras ilusiones y ganas de verlo.

Teníamos tercera fila en el patio de butacas y no nos tocaron cabezones delante así que sólo quedaba disfrutar, disfrutar y disfrutar y a fe que lo hicimos.
Cuando apareció en escena Dani Rovira fue un sin parar de reír o aplaudir las más de dos horas sin intermedio de ingenio que este malagueño ofrecía.
Una vez terminado el espectáculo que se nos pasó en un suspiro, salimos lo más pronto que pudimos al encuentro de mis niños que ya esperaban. Ocupamos el vehículo y desrodamos lo rodado por la mañana disfrutando de la iluminación madrileña y sus edificios emblemáticos que nos salían al paso para decir adiós.
Madrid sí; pero no “de Madrid al Cielo” como dicen los madrileños. Yo digo que “de Madrid pa ellos”; yo vivo muy agustito en “provincias”.

Aun así fue un magnífico día que como siempre he querido compartir con vosotros, mis amigos y lectores.


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