domingo, 19 de febrero de 2012

CARNAVAL

CARNAVAL… 19-02-2012

Pues sí, anoche fue el baile de carnaval y hoy el infantil en mi pueblo… ¿Pensabais que iba a hablar de los carnavales de Cádiz? Pues hoy no toca.

He recordado mi ilusión infantil por el baile de carnaval y la guerra que le daba a mi madre para que me disfrazara. Siempre me decía que no, y al final, me salía con la mía. Me ponía cualquier cosita y el pequeño mantón de Manila que tenía mi abuela Casimira… me pintaba los labios (aun recuerdo el olor de aquella barra de carmín); un rabillo en los ojos y un lunar en la mejilla; con agua azucarada y un mechoncito de pelo, me ponía en la patilla un caracolillo (como Estrellita Castro) y me iba feliz y contenta al baile; no sin antes visitar a las vecinas más queridas y a las tías y abuelas para leerles la buenaventura y ganar de paso unas perrillas para un regaliz o unas bolitas de chicle o de anís… “La buenaventura si Dios te la da, si te pica la mosca arráscatela” ¡¡Tiempos aquellos!!
Las faldumentas que llevaba en  esas fotos: la primera una pequeña falda de camilla a la que descosió mi madre la parte de arriba y con una goma tuve mi falda de “gitana”. La de flores, la falda de una vecina ajustada a mi tamaño y la “falda” de lunares, era un “can-can” de su hija Charito, que me prestó para ese día la buena de la “señá” “Tiodora”… eso fue lo más parecido que tuve a un “traje de sevillana”.

No creo que haya sido menos feliz que los niños de ahora que disfrazados con todo lujo de detalles se convierten en lo que la fantasía del diseñador pariera y el bolso de sus padres permita.  

No veáis en estas últimas frases una crítica; no reniego que cada uno se disfrace como pueda o quiera, sólo hago la reflexión de mi felicidad en el baile infantil con mucha menos parafernalia.

Toñín mi pobre hermano también sucumbía a mi petición de bailar conmigo (pero sólo para la foto que nos hacía Varela) Toñín  era más de corretear con los chicos sin disfraz ni careta… mejor dicho, como mucho con una caretita de cartón que le duraba tanto como la gomilla que lo sujetaba.
Mirando estas fotos no puedo por menos de sentir frío al pensar en el pobre niño (él y todos los de la época) que no se ponían pantalón largo hasta que no les salían pelos en las piernas.
Las niñas no llevábamos pantalones –prenda masculina sí o sí- y con las falditas y medias “sport” pasábamos el crudo invierno tan ricamente.

Esta crónica de hoy sólo pretende llevaros mis recuerdos y mostraros este par de fotos que muestran mis humildes disfraces y mi felicidad al vestirlos.

Feliz carnaval a todo el que tenga ilusión, ganas, cómo y con quien disfrutarlos.

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