lunes, 12 de diciembre de 2011

DE AMIGA A AMIGA DE ABUELA A ABUELA


DE AMIGA A AMIGA DE ABUELA A ABUELA    11-12-2011

Querida amiga: ¡¡Qué de cosas!! ¡¡Qué de años!! ¡¡Qué añoranzas!! Y podemos presumir de no haber reñido jamás.
Ya tenemos edad de recordar; pasó el tiempo en que –madres abnegadas y con ayuda del sueldo del marido - nos ocupábamos de absolutamente todo lo que nuestros hijos pudieran necesitar. Entonces tan absortas estábamos en la tarea, que ni tiempo de soñar tuvimos, y ahora, ahora es un sueño.
Mi Cecilia y tu Cristina nos han hecho el regalo más grande: Un nieto, ahí es nada, ya somos abuelas.
Cuando nos conocimos apenas contábamos 26 añitos y ya teníamos tú tres retoños y yo dos. Laura y Rebeca nos unieron a la puerta de su guardería. Laura, vivaracha y extrovertida, apenas tres meses mayor, pronto se hizo inseparable de Rebeca, un verdadero ángel; y gracias a esa amistad infantil, que perdura inquebrantable, tú y yo, también nos hicimos amigas tan inseparables como nuestras hijas.
Todas las tardes tras recoger del cole a los 5 niños que entonces juntábamos,  nos apresurábamos –en tu casa o en la mía, tanto  daba- a darles su merienda, ofrecerles una montonera de juegos, juguetes y la añorada programación infantil que les mantenía quietos juntos a su bandeja justo el tiempo de llenarlo todo de migas con los bocadillos de nocilla.
Nuestros hijos aprendieron a quererse, pelearse, compartir y crecer; bajo la atenta mirada de nosotras – y algún que otro capón, más verbal que físico- que nos hizo ganar el apelativo cariñoso de “gritonas” que yayo Félix nos impuso con banda y todos los honores.
Cuando por sorpresa esperé a Irene, también llegó Javi con idéntico afán y continuamos con nuestras tardes de niños, meriendas y deberes, tú y yo, y nuestra prole de 7 preciosas criaturas creciendo a la par y nuestras mañanas (para nosotras solitas) ¿Recuerdas? Al dejar los niños en el cole las casas ya recogiditas, nos juntábamos en la tuya o en la mía y disfrutábamos de aquellos desayunos viendo “Los Ricos también lloran”, con interminables parladas y sin hacer caso al capítulo; luego a la compra, recoger los niños, y tras la comida y fregada, un cafelito y una partida de “Escoba” antes de la llegada del huracán “Corrales Alonso” “Martín Pérez”… y si había ocasión y con quién, una rápida partida de “Conti” desconectadas –por increíble que parezca- de gritos y peleas; que la chiquillería no daba tregua al silencio y tuvimos la fortaleza de aislarnos, pero afortunadamente rodeadas de ellos.
Así día a día, vivencia a vivencia, recorrimos el camino que los siete hicieron casi de la mano.
En medio y sin darnos cuenta, crecieron, dejaron de jugar y pelear las meriendas, empecé a no tener tiempo ni de respirar por mi trabajo de confección e instalación de cortinas; os fuisteis a unos kilómetros de nosotros, nos vemos poco, nos hablamos mucho, compartimos siempre los malísimos momentos, degustamos los buenos… la vida siguió y nuestros retoños han ido volando del nido para asentarse en rama propia y crear su propia familia.
Juntos celebramos cumples, comuniones y acontecimientos. Juntas vimos sus logros y cumplir sus metas; hemos vivido sus bodas y nos emocionamos con la llegada de nuestro nietos… eso une mucho más que los lazos de sangre, porque estamos unidas por los lazos del cariño, mucho más fuertes que los impuestos al nacer, porque estos los elegimos voluntariamente.
Para mis hijas eres la “tita Pili”, y yo soy la tía Marisa para los tuyos ¿alguien puede impedir que así sea?

Mirando ahora tu foto con Héctor en brazos, o las fotos y vídeos que apenas hace trece meses le tomamos a Lucía, me doy cuenta que la historia se repite, el tiempo vuela y mi nieta es la primita  mayor.
Ahora, mientras Héctor “apoco” ha comenzado a asomar, tú querida cuata y yo, somos dos felices y babeantes abuelas, dichosas de serlo y deseando disfrutar los mejores momentos de nuestros queridos nietos. ¿Soñamos siquiera entonces, vivir ahora esta dicha? ¿Soñamos siquiera algún día ver parir a nuestras queridas bebés?
Ver a nuestros nietos crecer, será nuestra recompensa. Nuestra será la ilusión y la responsabilidad, de sus padres, ¡Ahí es nada! Saldremos ganando.
Cuando veas a Héctor mirarte, sonreírte o echarte los brazos. Cuando te de su primer besito (apenas un roce de sus labios en tu cara), cuando se suelte de tu mano para dar los primeros pasos… Todo lo malo se borra, y en ese momento sólo seréis él y tú; abuela y nieto, la plenitud de la felicidad te espera amiga. Disfrútala porque una madre tan MADRE como tú eres, será la mejor abuela que Héctor podría soñar.

¡¡Nos vemos!! 

7 comentarios:

LAURA dijo...

FELICIDADES ABUELITAS!!
Me siento muy orgullosa de formar parte de esta historia y por supuesto de que la historia siga su curso,con los sobrinos más guapos que unas tías puedan tener.

OS QUIERO,

La tita Laura

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Rebeca y tú, con tan sólo tres añitos comenzasteis esta bonita realidad.

Hoy comen aquí la abuelita Pili y la tía Becky, ¿Lo sabías?

Besitos amor

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Así sea María. Nunca se sabe lo que pueda pasar en el futuro, pero hasta hoy, no hemos reñido nunca, cosa extraña de alguna manera, cuando eramos dos para siete y acababamos todas las tardes agotadas. Si eso no nos hizo discutir, no creo que haya mucho que pueda lograrlo.

Abrazos guapa

Unknown dijo...

Las buenas y sanas amistades no entienden de distancias.

Salud

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Tienes razón Paco. La amistad no entiende ni de distancias ni de distanciamientos.

Saber decir las palabras justas sin medirlas, y escuchar no sólo lo que se quiere oír, da firmeza a los lazos que perdurarán siempre.
La confianza en las personas, sin reservas, sin miedo a las mentiras porque no existen... son tantas cosas Paco.
Cuando se encuentran buenos amigos, es la mejor lotería ¿no crees?

Abrazos enormes pa tí y esos preciosos hijos que tienes, guapo.

cecilia dijo...

Al igual que Laura me siento muy orgullosa de formar parte de esta preciosa historia, y por supuesto orgullosisíma de haber traido al mundo un "personaje" más de este cuento.

Os quiero abuelitas, primos, hermanas, yayo, y prs supuesto a mi sobrinito Héctor.

La tia Cecilia

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Tía Cecilia, bien sabes que la historia tenemos que seguir escribiéndola entre todos.

Besazos princesa.

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