viernes, 10 de septiembre de 2010

LOS CHUNGUITOS EN ALAEJOS 8-9-2010

Con motivo de las fiestas y como día y verbena grande, actuó en Alaejos pasadas las 24h del día 8 de Septiembre –día de la patrona- el añoso grupo “Los Chunguitos”.

Cada uno tenemos un prisma para calibrar y disfrutar –o no- de lo que se nos pone delante y además de disfrutarlo, poder escribir la opinión sobre ello.

Soy una persona acostumbrada a recibir críticas y critiqueos sobre mi persona y mis aficiones; eso me da autoridad para poder, en justa reciprocidad, hacer lo mismo.

Procuro siempre ser objetiva –como quisiera que fuera conmigo- aunque mi opinión pueda o no gustar, tanto como a mi me gustan o no, las opiniones de los demás. La cosa es que yo además de escuchar esas opiniones, doy y comparto las mías por escrito en vez de simplemente verterlas –que también- en una mesa de camilla entorno a un cafelito.

Digo lo que pienso con los justos “tapujos” para intentar no molestar al oyente y que mi crítica constructiva no se convierta en critiqueo de vecindona o acalorado debate sin destino final.

Dicho lo cual, comienza mi crítica a la mentada actuación “Chunguitera”.

Este grupo puntero entre la juventud sandunguera de mi época y la siguiente, logró concentrar en la hermosísima Plaza Mayor de mi amado Alaejos a un numeroso grupo de aficionados a ellos y su rancia a la par que actual música.

Vi muchas caras desconocidas, con lo que deduje que al igual que los encierros llaman gentes de los pueblos aledaños, también “Los Chunguitos” atrajeron a Alaejos por un rato a numerosos forasteros.

La plaza tenía como mínimo ¾ de “entrada”. La mayoría se agolpaba frente al escenario en compacta ilusión y apretado ánimo, coreando las canciones que sabían de memoria, quizás escuchadas miles de veces en aquellas cintas de cassette compradas en supermercados y gasolineras de renombre internacional. Las mismas que bailé en mi juventud –porque era lo que ponían en las discotecas cuando íbamos-.

Este grupo no me gustaba más que otros, pero no me disgustaba, aunque ahora es evidente que son “lo que queda” a buen precio para un pueblo pequeño que afortunadamente por ese “buen precio” puede disfrutar en propia casa de sus ídolos de juventud. Algo que quizás no alcanzaron a soñar que pasaría en aquella época.

La ilusión de los más “adeptos” llenaba también buena parte de esa plaza grande y señorial de la que presumo con toda la razón.

La noche –más fría que fresca- hizo que la mayoría de las terrazas estuvieran vacías y las gentes moviéndose para matar un poco ese frío otoñal que va calando poco a poco en cuerpos y ánimos.

“Los Chunguitos” cantaban con música en riguroso diferido y voz en lo que llaman “Playback” haciendo levantar los brazos, y gritar estribillos a la multitud que coreaba feliz las melodías y que por ello quizás no se daba cuenta –o no quería dársela- que uno de los artistas, en varias ocasiones, mientras su voz sonaba cantando, al mismo tiempo protestaba de viva voz porque “escuchaba ruidos”.

Quienes se agolpaban delante del escenario, sudaban la gota gorda por la felicidad y el arropado gentío, intuyendo que “no cabía un alfiler” en toda la plaza, pero cabía, la plaza es muy grande para un pueblo tan pequeño, y no nos engañemos, el grupo está más bien pasado de “fecha de caducidad”.

Reconozco y apunto, que entre todos esos “fans” había mucha juventud animada y animosa.

Justito una hora de contrato después, dieron por finalizada la actuación y salieron del escenario entre gritos de otra, otra, otra, que proferían los que aun quedaban en la plaza, que poco a poco había ido vaciándose de las personas que veían el espectáculo “atrás”. La actuación lógicamente fue perdiendo fuerza entre los mirones, conforme transcurrían el tiempo y el frío.

Los hermanos Salazar, volvieron al escenario y cantaron una canción más. Comenzaron otra pieza, pero a la mitad, a alguien de su entorno le pareció demasiado regalo y cortó la luz general del escenario dejando a los artistas “con la palabra en la boca y el culo al aire” y a sus seguidores supongo que por un momento desolados.

Como en todo “la vida sigue” y afortunadamente, las fiestas de Alaejos, también.

3 comentarios:

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Sijasi, se ve que venían cansados de actuar en otro lugar de esta España nuestra y aquí sólo les faltó que doña Rogelia moviera la boca en lugar de ellos.

Besazos wapa.

Inma dijo...

Mujer no seas cruel, que tienen que cuidar sus gargantas, y, como decias hacía frio. jajajaaj.
Un beso:

Inma.

Marisa Pérez Muñoz dijo...

¡¡Ya sabes!! Como este es un pueblo pequeño se supone que no nos damos cuenta de esas cosas técnicas y esos arreglos musicales que amortiguan el gasto de sus gargantas lanzando sus propias voces al tiempo que la música para que no tengan que forzar al completo las cuerdas.

No estaba yo pegadita al escenario, pero desde atrás también se oía el "estereo".

Afortunadamente eso no impidió que sus incondicionales disfrutaran al mil por cien de la actuación de sus ídolos y Alaejos tuvo su ración de famosos como si se tratase de la mejor capital del mundo... para mi bien sabes que lo es.

Besazos pa los cuatro

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