viernes, 27 de agosto de 2010

PUERTAS ABIERTAS EN LA IGLESIA DE SAN PEDRO –ALAEJOS-

27-8-2010

Tras dos largos años en los que ha permanecido cerrada para su restauración, por fin hoy nuestra querida iglesia de San Pedro ha abierto sus puertas para ser visitada y comprobar de primera mano la maravilla que ha quedado tras las largas obras.
La reinauguración oficial al parecer será el próximo 6 de septiembre y será con bombo, boato y clérigos de alta graduación –como corresponde a la categoría del referido monumento eclesiástico-.

Al parecer hoy también ha habido alguna visita previa de “gentes principales”, de alguna institución que también ha tenido más que opinión en la posibilidad de ejecución en la restauración de nuestro templo. No digo quienes han estado llenando la plaza de mi pueblo de coches caros, guardaespaldas y ceremonial seglar, porque no he leído la noticia en la que aparece dicho dato, simplemente por casualidad me acerqué a la plaza para otro trámite y vi que mis paisanos entraban y salían libremente; cosa que lógicamente y después de tantas ganas de verlo abierto, hice yo misma acompañada por Cecilia y David.

Hoy no es día de hablar de la época en que fuera construida ni la forma en que el paso del tiempo quebró la majestuosidad de esta iglesia que preside la Plaza Mayor de Alaejos. Hoy toca hablar desde lo más profundo del corazón y del sentimiento al entrar de nuevo en San Pedro y ver que ya no queda nada de aquel templo maravilloso que daba pena ver en estado casi ruinoso, lleno de humedades y pinturas colgando de techos y paredes; oscuro, malherido y aun así admirado y querido por los alaejanos. Hoy por fin luce espléndido, tal y como debió estar siempre. Tal y como deseamos que en breve podamos ver nuestro otro monumento nacional: la iglesia de Santa María, sumamente deteriorada en la actualidad.

Las cristaleras de San Pedro, ahora pulcramente limpias dejan pasar toda la luz del día que desde años estuvo oculta tras los cristales opacos de suciedad.

Los altares, bancos y rejas no parecen los mismos que dejamos de ver hace más de dos años.

Ha sido larga la espera, pero ha merecido la pena para poder ver ahora el magnífico resultado.

Durante siglos han permanecido sus paredes encaladas ocultando los frescos que ahora resplandecen como si el artista que los parió hace tantos años, hubiera vuelto a la vida para pintar de nuevo la techumbre y paredes de esta iglesia.

Mi primera reacción al entrar, fue la de llorar como una criatura por la impresión.

¿Experta en arte? ¿Meapilas recalcitrante? ¿Asidua a celebraciones religiosas? ¿Cumplidora con los preceptos de buena cristiana?

Ni una sola de estas cosas. Simplemente soy alaejana de pura cepa, amante de mi pueblo y de sus monumentos, sobre todo de las emblemáticas iglesias y la ermita de Nuestra Señora de la Casita; y si bien no experta en arte, sí admiradora desde que nací de la belleza que encierran nuestros templos de Alaejos.
Las iglesias fueron construidas hace siglos y son el legado que hemos recibido de nuestros antepasados y el que dejaremos a nuestros hijos y nietos, por tanto mi emoción al ver cómo ha quedado San Pedro está más que justificada, vaya o no a escuchar misa en ella, que ese si es otro cantar.

sábado, 21 de agosto de 2010

¡VETE A CAGAR!



Cagar es un placer inexplicable, pues aunque de cagar no se libra ni el más noble, es un acto casi delictivo hablar con “semejante ordinariez” por lo tabú que ha sido durante siglos… y seguirá siendo.

Nunca he entendido –pero si obviamente respetado en público- por qué a la palabra “cagar” se la tachó de fea, indecorosa o incluso maleducada, cuando cagar, caga todo el mundo y se queda uno tan agusto o más, que comiendo o realizando cualquier otra necesidad fisiológica.

¿No os habéis fijado en la mala leche que se les pone a los estreñidos? ¡¡Porque no cagan!! O quizás debe de ser por la frustración de no obtener fruto tras el esfuerzo.

Si el hambre te aprieta, y no te es posible comer, seguro que es menos peliagudo y más “aguantable” que si te aprietan los retortijones y no hay donde cagar. Esta reflexión me lleva a pensar que es más importante tener donde cagar, que tener donde comer y por tanto algo tan imprescindible en nuestras vidas, no debería ser reprobable la sola mención del hecho.

Si no es vergonzante estornudar en público o roncarle al oído de tu pareja durante toda su vida, ¿por qué ha de serlo hablar con naturalidad de la tarea de cagar?

Con tanto ocultarla han conseguido que a algunos les moleste desproporcionadamente e incluso para dicho acto se inventó la palabra “defecar”; u otra mucho más infantil: “hacer caca”; que tú vas al médico por molestias relacionadas con las tripas y es absurda la explicación que has de dar y la que recibes como diagnóstico… “Para ese problema ha de ir al baño con regularidad”… que alguno debe creer que va a curarse cada vez que se ducha o que barre y limpia la estancia. Eso sería “ir al baño”, cuando lo que le curaría es “cagar con regularidad”.

Como decía al principio, cagar es un placer y si no, que le pregunten a la protagonista del actual anuncio de un laxante, que sale del wáter bailando y se desmelena poco menos que con felicidad orgásmica ante la atenta mirada de todos sus compañeros de oficina. Esa tipa no dirá “vengo de cagar” pero por la expresión de todos ellos, lo saben a ciencia cierta.

No habrá conversación que produzca más sana hilaridad que cuando se habla de pedos o de mierda ¡¡salvo en los puntuales casos de gente que no se ríe ni con eso ni con nada!! ¡¡Peor para ellos, pobres insípidos!! Seguro que ellos son de los que defecan como si cagar fuera pecado… Y sí, me río de esto y de millones de cosas más ¡¡sólo faltaba!! Por reír, me río hasta de mi sombra –que soy la única a quien se lo permito- del resto del mundo, no me mofo, y si he de reír, con respeto, con mucho respeto para no reírme “de” pero si reírme “con”.

Y siguiendo con el tema que nos ocupa el vientre, lo único malo después de una buena cagada, es el infecto perfume, aunque para eso existen en el mercado fragancias que lo disimulan. Pero cuidado con qué aerosol se utiliza, porque si huele tan bien como el baño de Pablito, se te puede llenar la casa de niños cagones ¡Menudo anuncio!

¿Que no sabes a qué me refiero? ¿Que quieres saber a qué me refiero cuando leas esto dentro de algún tiempo y el tal anuncio haya desaparecido? Ahí va…

Hace meses había un anuncio de un niño malcriado y caprichoso con voz de adulto mal disimulada, cargado con una mochila en la espalda y que se empeñaba en “hacer caca en el baño de Pablito” y ahora la consecuencia de ese anuncio, es otro en el que por fin aparece el tal Pablito y le dice a su mamá: “todos mis amigos quieren hacer caca en mi baño”; y la siguiente escena es una interminable fila india de infantes con el baile San Vito dispuestos a cagar en el único baño que se supone tiene Pablito y que al verlo te da por pensar: “debe ser bueno el aerosol si aguanta el paso de todo ese niñerío de cagones, o ¿aguantarán los últimos de la fila o dejarán el truño en el jardín de Pablito?

¿Qué tendrá el baño de Pablito para que todos sus amigos quieran cagar en él? ¿Cómo sabían todos esos niños que el baño de Pablito es mejor que otros para “pasar el apretón”?

¿Será que la anunciante del laxante es la madre de Pablito y los niños al verla tan feliz saliendo del baño quieren experimentar las mismas sensaciones?

Por humilde que sea el baño propio, se caga en él, mejor y con más confianza que en el mejor de los ajenos.

Una vez desmitificada y aceptada en sociedad la palabra cagar, sólo me queda decir que no te ofendas cuando alguien te diga ¡Vete a cagar! Porque te está enviando al paraíso.

viernes, 20 de agosto de 2010

VI CONCURSO DE PAELLAS - ALAEJOS 8-8-2010

Confieso que me contrarió cuando supe que el VI concurso de paellas organizado por mi club cicloturista, coincidiría con el mercado medieval y de los oficios artesanos que organiza nuestro ayuntamiento, pero dado el resultado final quizás no fue tan mala idea.

Cierto que mi grupo estaba ocupado y ambientado en vestuario con el mercado medieval y por ello no participamos en el concurso cocinando la habitual paella, pero si lo hicimos de la fiesta degustación.

Particularmente como no soy integrante “mercadera”, pude echar una pequeña mano a mis amigos del club, en lo que suelo hacer: cortando y pelando melones y rebanadas de pan ayudada en este caso por el siempre participativo Manolo y en el marco incomparable del “Museo de los aperos” que como siempre abría sus puertas y todo su contenido al servicio Cicloturista.

El colorido mercado medieval fue visitado a lo largo de la mañana por algunos de los miembros de las “cuadrillas paelleras” porque el tiempo dio para preparar el parque con toldos, mesas y manteles; sofritos y arreglos varios y también llegarse hasta la Plaza Mayor para ver los puestos sin la agotadora presencia del sol que amaneció escondido tras un montón de nubes que amenazaban a los más pesimistas con aguar la fiesta; no fue así y salvo un par de burlonas gotitas, no hubo necesidad de “levantar el hato” deprisa y corriendo.

A la hora de comer, puntualmente fueron saliendo las riquísimas y elaboradas paellas. Apenas el jurado probaba su bocado para la posterior puntuación, los hambrientos; casi famélicos comensales, nos apiñamos plato en mano entorno a la mesa que con presteza servían Susana, Alicia y Adolfo.

Acompañados por los socios medievales, dimos buena cuenta de la paellita y como siempre hubo para repetir o incluso tripitir quien quiso y pudo llenar el buche de granos aliñados, regados con típica y rica limonada y refrescante melón de postre.

En la presente edición y como siempre sin desmerecer ninguna de las otras, la paella vencedora fue la cocinada por Yeyo y Susana en la sede de su peña.

El triunfo además tuvo mucho merito, porque fue la última en salir y aun así destacó el recuerdo de su sabor en los paladares “fartucos”.

Pese al mercado medieval, éxito rotundo en todos los aspectos en este VI concurso de paellas que organiza para sus socios el club cicloturista alaejano.

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