viernes, 2 de julio de 2010

EXCURSIÓN TORCIDA A LAS TUERCES (2)


El 7 de Junio de 2008 publiqué una crónica con este mismo título y hoy, dos años después, me han dejado un comentario al que no puedo contestar en su apartado por lo extenso de la respuesta, motivo por el cual hago esta nueva entrada y la enlazo con la anterior para que podáis (si queréis) refrescar la memoria de aquella EXCURSIÓN TORCIDA A LAS TUERCES realizada el 13 de Abril del mismo 2008.


Como ve Víctor, no sólo soy capaz de permitir esta crítica en mi Blog, lo soy también de explicarle lo que al parecer no entendió leyendo la crónica.

No he dado ningún veredicto, pero sí he sido totalmente justa y veraz en mi opinión, cosa que usted no hace en absoluto al tildarme de tacaña sin conocerme en absoluto (ni falta que le hace por otra parte), puesto que no ha dudado en decir que me dedique a otra cosa por lo mal que -según usted- escribo. Afortunadamente son más las críticas favorables que recibo que las adversas, y a todas ellas, si están hechas con respeto, les dedico idéntica y agradecida atención. Usted lo tiene más fácil, si no le gusta como escribo no me lea, aunque le ruego que lo haga después de esta crónica dedicada especialmente a usted.

Como bien dice, una de las misiones de los Blogs es informar y así lo hice, dando mi opinión sobre lo mal que se nos trató en el Restaurante Ticiano que usted defiende sin razón en este caso.

Puede que en el mentado Restaurante Ticiano la hayan tratado bien, en cuyo caso le doy mi enhorabuena, pero en el que nos ocupa no fue así y claramente lo transcribí en la crónica; aun así volveré a explicárselo particularmente para que nunca más me tache a mí ni a mis amigos de lo que ni somos ni nos comportamos.

Según usted mi comentario es desacertado y confuso. Le recomiendo que vuelva a leerlo con calma y reflexione. Si aun así, sigue teniendo duda, de quién fue grosero y tacaño, tendré que pensar que yo escribo tan mal como usted lee.

ESTA ES LA PARTE ALUDIDA DEL RELATO:

“Mientras tanto, en Villallano, mis amigos y yo, temiendo que pudiera llover, buscamos un lugar donde comer sin mojarnos. En este pueblo sólo había un bar: “Restaurante Ticiano” y como llevábamos las neveras preguntamos si podríamos comer allí: cosa habitual y permitida con agrado en algunos otros lugares con climatología tan adversa como la que estábamos viviendo en la presente.

La inquieta muchacha que atendía las mesas nos dijo que sí, que podríamos hacerlo. LE PEDIMOS LA BEBIDA Y NOS OFRECIÓ LA CARTA DE VINOS. LOS PRECIOS NO ERAN PRECISAMENTE ASEQUIBLES: IBA A COSTARNOS EL VINO TANTO COMO TODA LA COMIDA QUE LLEVÁBAMOS (incluido el choricito, salchichón y “torresnos” alaejano-caseros que no tienen precio). AUN ASÍ, NO NOS IMPORTABA PAGAR LO QUE FUERA CON TAL DE COMER TRANQUILOS EN EL ÚNICO LUGAR MEDIANAMENTE LÓGICO QUE HABÍA EN AQUEL PUEBLITO PALENTINO DE NO MÁS DE 50 HABITANTES.

Cuando comenzamos a poner sobre la mesa las viandas, la inquietud de la chica se convirtió en desagradable gesto diciendo que le parecía una falta de educación que, SIENDO “ELLA” RESTAURANTE, fuéramos a comer allí.

Mire, “persona Restaurante Ticiano”. No sé si es usted señora o señorita y por eso no me dirijo a usted en esos términos; pero sí lo hago con la ilusión de que desde mi Blog o en la propia revista del club 2009 pueda usted leer esta crónica. Espero contribuir a su buen juicio la próxima vez que se encuentre en parecida situación.

NO SE PUEDE OFENDER TACHANDO DE “MAL EDUCADOS” a quienes PEDIMOS AUTORIZACIÓN Y PENSÁBAMOS CONSUMIR BEBIDAS Y CAFÉS, sobre todo cuando ESE PERMISO NOS FUE CONCEDIDO SIN OBJECIONES POR USTED MISMA “doña Restaurante Ticiano”.

Si después de hacerlo SU JEFE LE PEGÓ LA BRONCA, no es nuestra culpa. Hubiera sido infinitamente mejor decirlo así: “LO SIENTO, PERO EL JEFE NO ME PERMITE TOMAR DECISIONES POR MI CUENTA” o “POR FAVOR, NO OCUPEN DEMASIADO TIEMPO LAS MESAS PORQUE HOY ESTAMOS COMPLETOS”. Cualquier cosa menos lo que hizo la “mujer joven Restaurante Ticiano”, a la que recomiendo que la próxima vez sea más consecuente con lo que permite y sobre todo, que NO LLAME A NADIE MAL EDUCADO si no entendió algo de la frase: “YA SABEMOS QUE USTEDES PONEN COMIDAS, PERO ¿PIDIENDO LAS BEBIDAS NOS PERMITIRÍA TOMAR LA NUESTRA AQUÍ?”.

Naturalmente nosotros, CONTRARIADOS PERO CON EXQUISITA EDUCACIÓN, dejamos libres aquellas mesas que SE NOS OFRECIERON y después SE NOS NEGARON CON SEMEJANTE DESCARO Y MALA EDUCACIÓN POR LA EMPLEADA DE “RESTAURANTE TICIANO”. LUGAR AL QUE, OBVIAMENTE, NUNCA VOLVERÉ NI LE RECOMENDARÉ A NADIE.”

¿Podría decirme Víctor, dónde interpretó nuestra tacañería al leer el relato?

Para opinar, no es necesario que intente ofender recomendándome que aprenda a escribir, yo podría decirle que aprenda a leer y no lo haré; aunque espero que ahora le haya quedado bien claro la parte que quizás no entendió de la crónica.

Esta misma respuesta se la dejo en su propio Blog (que no actualiza desde hace un año ¿Quizás alguien le recomendó que se dedicara a otra cosa?)

Gracias por su visita a mi Blog y por dejar su opinión y comentario.

Atentamente:

Marisa

1 comentario:

Marisa Pérez Muñoz dijo...

María quizás sigo sin explicarme bien, aunque pensé que si.

Es habitual que cuando vamos de excursión llevemos nuestras neveras y lo mismo es habitual que si hace frio o llueve, existan bares que nos dejen ocupar sus instalaciones y comer nuestra comida a cambio de comprar allí las bebidas.

En el caso que nos ocupa, no sabíamos que era el único bar, entramos porque -como explico en la crónica- amenazaba una lluvia que no tardó en caer.
Entramos en el Ticiano y sabiendo que servían comidas, le preguntamos si sería posible comer la nuestra a cambio del vino y cafés, copas... Nos dijeron que si y nos dieron la carta de vinos.
Tenía los precios caros, pero no nos importó con tal de estar guarecidos durante la comida, aunque hubiéramos tenido que pagar lo que nos pidieran.
Lo malo y criticable, fue que cuando empezamos a poner la comida en las mesas, la camarera; la misma que nos dio permiso para poder hacerlo, nos dijo que le parecía una falta de educación que siendo ella restaurante fuéramos a comer nuestra comida.
Eso fue lo que no nos gustó, que después de darnos permiso, nos llamara maleducados, por eso nos fuimos y de ahí mi extenso comentario de la primera y la segunda crónicas remarcando las frases para que se entendieran mejor.

Naturalmente el lugar tendría derecho de admisión, lo pedimos, se nos permitió y después o se arrepintieron o simplemente no tienen ni idea de trabajar cara al público.
Quizás no íbamos a comer, pero el precio del vino, cafés, copas y helados, hubiera compensando perfectamente el servicio que nos iban a prestar.
Simplemente no consentimos los injustificados malos modos de la camarera, que tendría que habernos dicho desde el principio “Aquí no se come comida de fuera” y punto. No hicimos más que actuar con educación y se nos trató como a burros.

Espero que ahora lo hayas entendido mejor María... ¡¡Mira que si va a tener razón Víctor, en que no sé escribir!! jajaja

Besazos y feliz finde, wapa tú y wapo Manuel.

Marisa

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