lunes, 28 de septiembre de 2009

EL FINAL DEL VERANO 2009


Pues sí, también este verano 2009 ha llegado a su fin como los otros 52 que he vivido.
Cada uno tuvo sus peculiaridades y este no iba a ser menos.

Comenzó tarde, le costó calentar, pero cuando lo hizo, asfixió y nos regaló unas fiestas de “La Casita” con magníficas temperaturas diurnas; y lo que es más loable, unas temperaturas nocturnas que ni pedidas por encargo hubieran sido mejores.

A mis años y con estos pestudos achaques que me encanta disimular, pasé la noche “la víspera” en la calle, -o la peña- sin acostarme y mucho más extraño, ¡sin chaqueta! Aunque hasta llegar a ese día hubieron otros que por una u otra razón merecen ser destacados.

Uno de los momentos más emotivos lo viví el día 30 de agosto –y no por ser el primer aniversario de la boda de mi hija Cecilia- si no porque recibí una placa homenaje junto a otros escritores de mi pueblo; y a Pedro Varela del que habéis podido leer el modesto homenaje que le dediqué en este mismo Blog. Aunque lo más importante para mí fue firmar en el libro de oro de la noble villa que me vio nacer.

Bonito fue ver recibir emocionadísimo a mi padre la placa homenaje junto a todos los nacidos en Alaejos 1929. Ochenta años de lucha que tienen el reconocimiento de sus paisanos en ese sencillo acto.

Escuchar el “PUM” de la primera diana sigue dándome una punzadita en el estomago… en el corazón, porque no son ganas de bailarla el sentimiento, sino que se apelotonan los recuerdos de “Casitas” pasadas y esto solamente lo entienden quienes alguna vez bailaron esa “diana” tan peculiar que sólo “saben” tocar “Los Trompas”, pues llámense como se llamen… “Ritmo 80” o “Charanga Pucelana” como creo que se hacen llamar ahora, esa orquesta borda el despertar alaejano de los días 7 y 8 de cada septiembre.

Participé en el desfile de peñas, como suelo hacerlo: cámara de video y fotos en ristre intentando captar para el recuerdo los disfraces, bailes y alegrías de las gentes que participamos de cualquiera de esas formas en él.

Por causas ajenas a esta crónica, diré que gracias a decir en voz alta –que no a voces- y mirando a la cara –que no con descaro-, esas “verdades que duelen” –porque el “interfecto” no las quiere oír- paseé mi orondez con orgullo y sin los complejos que acumulé dolorosamente durante años, por culpa de “la sinceridad” de quien no acepta que otros lo sean con sus propios defectos, fallos o enfermedades contraídas o adquiridas.
Pude desprenderme de esos “complejos” como quien se quita el grueso abrigo de invierno liberando cuerpo y sobre todo alma. Le pese a quien le pese y con el beneplácito de quien me quiere y comprende, desde ese momento estoy muy orgullosa de ser como soy y con la conciencia más tranquila que nunca.

Esa verdad que al parecer tanto dolió escuchar hoy, quizás mañana se convierta en agradecimiento –aunque nunca me reconozcan- que gracias a esa conversación, comenzó el fin.

Tras el comentado desfile y posterior primera cena en la peña, continuamos disfrutando de los actos programados por nuestro ayuntamiento alaejano para amenizar los días de las fiestas por excelencia.

Quizás fuera morbo por ver “el estado de conservación” de la famosa Karina; deseos de recuperar canciones de una juventud lejana, o ganas de no perderse un año más “las Carretillas”, pero lo cierto es que la plaza estaba llena para ver el espectáculo.

Coincidió nuestra llegada con la salida desde el ayuntamiento de la cantante que al dirigirse al escenario fue vitoreada y aplaudida por no menos de tres o cuatro personas.

Como era de esperar, todo el mundo disfrutó con las viejas canciones (tan añejas y trasnochadas como la propia intérprete) que desafinó risueña y azarada por la cantidad de “problemas técnicos” que surgieron durante la velada (a algo había que echarle la culpa).
No se puede decir que Alaejos no la acogiera con cariño; todo lo contrario, bailaron y canturrearon las canciones con menos desafine incluso que la propia artista, premiándola con grandes aplausos tras cada canción. Educados somos y lo demostramos.

No se quien de mis paisanos incluso la homenajeó haciéndola entrega de un baúl, emulando al de los recuerdos; que contenía una gallina, supongo que para que hiciera compañía a los gallos con que Karina nos obsequió.

En esto como en todo, tras la actuación, hubo “división de opiniones” y lo que algunos halagaban, otros -la mayoría- más realistas, disculpábamos la penosa actuación porque además de no haber esperado otra cosa, comprendíamos que a su edad y tras tantos años sobre un escenario, “Al fin del camino” de Karina, su “Aire de fiesta” se ha convertido en “El baúl de los recuerdos” que como “Las flechas del amor”, se clavan en el alma de lo que quizás un día fue.

Mi compadre apostillaba que Karina había llenado la plaza, y yo sigo opinando que un día 7 de septiembre en Alaejos, la plaza la llena un tonto tocando un bote con un palo, porque la tradición manda subir a ver “Las carretillas” y haciendo una noche tan exquisita como la que disfrutamos esta víspera 2009, mucho más.

Mercado medieval, concurso de pinchos... La romería, los encierros, capeas, verbenas, charangas; y los bailes al poner el 15 de agosto y retirar el día 10 de septiembre “La Mariseca”, han pasado a ser recuerdos y añoranza de días de fiesta cálidos y noches estrelladas que volverán similares al final del próximo verano.

2 comentarios:

Castrodorrey dijo...

Mi querida Marisa, como me gustó leer todo lo que pones por aquí, de esos magnificos dias de festividad de Alaejos.
Verdaderamente, son cosas que se añoran los que vivimos en las ciudades algo más grandes. Ya me entiendes. Porque también tuve ocasión, aunque hace mucho, mucho tiempo, de disfrutar de una vecindad tan acogedora, como pudo ser Villablanca o Aroche. Emociona leerte, por ver cómo participas en las cosas de Alaejos, haciendo honra y justicia al título de tu blog.
¿Tu padre? ¡Que orgullo debiste sentir! Seguro que superó el tuyo propio. En cualquier caso, mi más sincera enhorabuena para él, que ruego le traslades, y para ti, ¿que voy a decirte? que no te canses nunca de ser como eres. Felicidades, amiga, y que el otoño continúe con tu vida, simplemente.

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Bellísimas palabras Castro.
Gracias en nombre de mi padre; se pone muy contento cada vez que le digo que dejáis comentarios para él.
Tienes razón que verle recoger su placa fue muy emocionante, porque al recibir la propia pensé en mis abuelos y lo orgullosos que estarían de ver la firma de su nieta en el libro de honor.
Sólo espero ser merecedora de tal honor y algún día demostrar que no se equivocaron; que logré con mis novelas y escritos ensalzar la historia de mi pueblo… No digo yo que Alaejos vaya a ser como “Fuenteovejuna” o “Zalamea”, ni lo pretendo, porque no me gustaría que por mi culpa se lucrara la SGAE del buen nombre de Alaejos.

Bienhallado. Nos leemos

Besos.

Marisa

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