miércoles, 29 de abril de 2009

NO ES LA GRIPE PORCINA


Pues no, no es la gripe porcina la que me aqueja, pero me siento igual que si me hubiera pasado "porcima" un camión cargado de cerdos griposos.
Espereremos que no se extienda demasiado esa gripe mexicana y que pronto todos los afectados mejoren.
Yo me voy a "sudarla", que ya es la cuarta que me pillo este año y me aburre estar así de averiada.

domingo, 5 de abril de 2009

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS DE ADOLESCENTE CAPITULO... Y OCTAVO

Pues se acabó, este es el último capitulo; mejor dicho, la ultima fracción de un sólo capítulo que con "El olor de los recuerdos" os traje de "Aquellos maravillosos años de adolescente".

Retomando el instituto; ésta otra situación que grabé en el disco duro de mi cabeza, la protagoniza Angelita, mi querida amiga de la que olvidé sus apellidos hasta que al hacer ejercicio de memoria para escribir este capitulo, acudieron raudos para con ellos poder encontrarla.

Bien, pues Angelita una tarde tuvo algún problema de “amores” tomó algo más que una decisión y al no tener costumbre de beber, se “pipó” un poco.
Choni se encontró conmigo y me lo dijo muy asustada.
No había forma de que Angelita quisiera volver a casa y en “semejante estado”, no podíamos dejar que la vieran sus padres.

Ni corta ni perezosa me acerqué a la calle Portillo de Balboa donde había una antigua tapia de adobes medio derruida y allí estaba Angelita rodeada de chicas angustiadas por la situación.
Angelita parecía estar fuera de si y para hacerla reaccionar comencé a darle bofetones y agitarla por los hombros. Cuanto más lloraba ella, más bofetones le daba yo para conseguir que se calmara.

La “borrachera” le había dado llorona y además no nos conocía.
Mi amiga no terminaba de “espabilarse” y como se hacía la hora de regresar, tuve que marcharme nerviosa y preocupada a casa.
Al llegar, le expliqué a mi madre el motivo de mi tardanza y como si la que bebió hubiera sido yo, me dio un tortazo... ¡A mi! que ni siquiera había estado mientras Angelita bebía. ¡A mi que tan sólo le había dado tremendos bofetones para que espabilara! ¡Qué injusticia!... Aunque eso sería otro tema demasiado largo y merece capítulos especiales.

Al día siguiente en el instituto, Angelita con la cara un poco hinchada ya estaba recuperada de su “bebercio”.
Le pregunté si se acordaba de algo de la tarde anterior y dijo que se acordaba de todo.
Lo único que le pasaba era que lloraba porque yo le pegaba, no por la “vinosis” que no era tan grande como para no conocernos.

¡¡En fin!! Que tratando de “espabilar” la curda de mi amiga, para que al llegar a casa su madre no la pegara, lo hice yo... con la mejor intención; sin lugar a duda, aunque quizás con más intensidad que lo hubiera hecho su familia.

Cuando a los 13 años dejé el instituto sin terminar segundo de bachillerato para comenzar a trabajar, perdí el contacto con Maribel, Choni y Angelita. De eso hace ya más de 35 años.

A Chus durante años seguí viéndola de vez en cuando hasta que ya casada se marchó a vivir a Madrid sin dejarme dirección.

En uno de esos ataques de “nostalgia”, decidí buscarla y a través de algunos amigos comunes pude ponerme en comunicación con ella en la Navidad de 1997. Desde entonces Chus y yo quedamos a tomar un cafecito por las mismas fechas.
El reencuentro tras tanto tiempo fue muy bonito. No paramos de hablar poniéndonos al día de nuestras vidas para recuperar largos años de dejadez, que no de olvido.

Ella había perdido el contacto con casi todas. Esa misma tarde desde mi casa, telefoneamos a los padres de Maribel. Ellos nos proporcionaron su número de teléfono y le llamamos.
Me quedé triste, no me recordaba. Para que pudiera hacerlo le escribí una extensa carta con fotos de antaño y nuevas para que conociera a mis hijas, pero nunca contestó.

A Chus siempre le pregunté cómo estaba Choni, pues ellas seguían contactando.

Este año (2005) también nos hemos visto y por fin me decidí a pedir el número de teléfono de Choni con intención de saludarla, aun sabiendo que también se había olvidado de mí... y de Toño, mi hermano, con quien le unió una bonita amistad desde que asistieron juntos a las clases particulares de doña Isabel. (Quienes habéis tenido la paciencia de ir leyendo, os acordaréis que anteriormente me referí a esta profesora)

El día 2 de Enero para comenzar bien el año 2005, Lo hice y... ¡¡bendito momento!! Puede que no me recordara, pero estamos recuperando el tiempo perdido con muchísima ilusión.

También vencí el “miedo” al olvido de Maribel y al cabo de unos días la telefoneé. Fui feliz al comprobar que ya estaba recuperada de su “amnesia Marisil”. Se alegró muchísimo al escucharme y prometió hacer lo posible para venir a vernos.

De pronto recordé los apellidos de Angelita y por si “sonaba la flauta” busqué en Internet en la página de telefónica... Ella no estaba registrada, pero si su hermana Candelas, que me proporcionó su número actual.

Nerviosa, marqué el número de Angelita. Cuando descolgó el auricular y le dije quien era, tardó un rato en “ubicarme”, pero enseguida estaba tan contenta como el resto de nosotras de este “volver la vista atrás”.

Entre todas planeamos muy ilusionadas un encuentro para poder intercambiar recuerdos de esa adolescencia que hemos recuperado a pedazos cuando estábamos metidas ya en la cincuentena…
Seríamos las cinco: Chus, Choni, Maribel, Angelita, yo misma y Toño, que desde que supo que nos reuniríamos, se apuntó, con gran contento por parte de todas.
Tras varias llamadas a Maribel, en las que nos indicaba que pese a vivir en Coruña vendría a Valladolid para la reunión, finalmente no lo hizo y tampoco dio explicación convincente de por qué nos daba “plantón”.

Posteriormente volvimos a hablar con ella y ya nos dio la impresión de que quizás tiene algo que no quiere mostrar… está gorda o puede que demasiado delgada, es pobre o alomejor demasiado rica, lo cierto es que nunca más supimos de ella, imagino que ni falta que nos hizo, porque fue ella quien se lo perdió.

Para los que nos reunimos aquel 23 de agosto de 2005, fue un bonito día, cargado de recuerdos y risas.

A primera hora quedamos Chus, Choni y yo, que tras tomar un café alborotadas como crías, fuimos en autobús hasta nuestro antiguo instituto, que aunque ahora no está destinado a la docencia, por fuera el edificio está como antaño.
Sentimos no haber podido entrar a recorrer las aulas (o lo que quede de ellas), pero estaba cerrado al público.
Toño y Angelita se reunieron con nosotras ya en el restaurante donde disfrutamos de una amena comida bien parlada.

Quizás hubiera sido bonito buscar a alguna más de las “muchachas” con las que compartimos pupitre y acné, pero quizás hubiera sido un “relleno”, porque la amistad era con quienes nos reunimos, las otras, algunas vivirán en nuestro recuerdo por haber sido nuestras compañeras en “Aquellos maravillosos años de adolescente”.




AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS DE ADOLESCENTE CAPITULO SEPTIMO

Ya casi en la recta final, aquí llega el capítulo séptimo de estos recuerdos que me estáis dejando compartir con vosotros.
Cuando el tiempo y mi madre me permitían salir a jugar con mis amigas, algunas veces íbamos al paseo del cementerio a patinar.
Yo, poco avispada en el arte del patinaje y miedosa desde pequeña de llegar a casa con un “siete” en la ropa o en las rodillas, jamás aprendí a patinar.

Si me decidía a ponerme los dos patines tenían que agarrarme entre dos y aun así más de una vez íbamos todas al suelo.
A mi me gustaba patinar con un solo pie y el otro apoyarlo firmemente en el suelo, pero a las dueñas de los patines no les hacía gracia esa idea porque podía estropearlos pero aun así algún ratillo me lo permitían.
No me quedaba otra que quedarme sentaba en el banco cuidando los abrigos mientras ellas patinaban.

Una tarde que no teníamos clase, habíamos quedado de acuerdo para decir en casa que sí la teníamos y así poder salir sin pedir permiso, es decir, quedamos para hacer “pellas” de casa, en vez de hacerlas de clase.

Dijimos que teníamos clase de ni se qué, pero que los profesores habían dicho que fuéramos sin uniforme.
Me arreglé con un pantalón gris y una americana heredada de mi hermano, azul marino cruzada, que me quedaba ancha de hombros y más bien adefésica, pero que yo me veía “tan mona”.

Cogí un libro y salí de casa confiada de haber logrado que me creyeran.
A los pocos minutos estuve a punto de volver a casa porque había olvidado mis anillos encima del lavabo, pero no lo hice.
Parece que mi padre sospechó de mi excesivo “aliño” para ir al instituto y decidió seguirme sin ser visto.
Siempre me arrepentí de no haber vuelto a por los anillos, porque seguro que al girarme habría visto a mi padre detrás de mí.

Éramos una buena “camarilla” jugando en un descampado que había por el poblado de ENDASA.
Naturalmente no puedo saber por qué, comenzamos una discusión Maribel y yo, tan fuerte, que nos dimos de bofetones y nos enganchamos del pelo.
Mi sorpresa fue grande cuando quien me separó de Maribel fue mi padre, que aun recuerda el episodio y sigue sin creer que lo que hacíamos era ir a clase sin tenerla.
El hombre ha mantenido toda su vida que me pilló “haciendo novillos”.

Aparte de muchos momentos vividos a su lado, de Chus y Maribel conservo el ultimo regalo que recibí de ellas en 1971 cuando cumplí 14 años. Un pequeño “diario” con tapas de piel y filo de oro guardado en la propia cajita en que me fue entregado junto con un álbum de fotos rojo pequeño para llevar siempre en el bolso las fotografías, a las que soy muy aficionada desde siempre.
Por el mucho uso, aquel álbum desapareció, pero no su recuerdo, ni las fotos que portaba de –sobre todo- las fiestas de Alaejos, de mi peña y mis amigos.
Aquel álbum era mi pequeño tesoro y lo llevaba a todas partes. Mis fotos siempre iban conmigo.
Con sólo 12 años, en 1969, mis padres consintieron en dejarme pertenecer a la peña de chicos y chicas que se formaba para las fiestas de “Nstra Señora de La Casita”, patrona de Alaejos.
Seguramente mis padres me dieron permiso porque mi único hermano; Toño, pertenecía a ella y me tendría siempre bien “vigilada”. Por mucho que nos contrariara a los dos. A él por tener que ser mi lazarillo y a mi por sentir siempre sus ojos en mi cogote, aun sabiendo que yo nunca haría nada malo ¡¡buena era yo!!
En aquella “Casita” de 1969, la peña se llamaba “El Capote” porque para adornarla, habían colgado un pequeño capote de torero propiedad de Rafa. Ese mismo año, después de las fiestas, Rafa –con escasos 15 años- murió en accidente de tráfico. Un recuerdo para ti Rafita.
Desde 1971 y hasta la actualidad, esta peña –a la que desde que conocí a mi marido no pertenezco- pasó a denominarse “Los Viudos”.

En 1970, invité a Chus a casa de mis abuelos para disfrutar juntas de las fiestas del pueblo, que se celebraron en Alaejos los días 7al 10 de Septiembre.
Aquellas fiestas fueron unas de las mejores que recuerdo. Quizás porque al año siguiente ya estaba trabajando y nunca –hasta que me casé- coincidieron mis vacaciones con “La Casita” o puede que las recuerde con tanto cariño porque después de tanto hablarle de ellas, Chus al fin iba a poder estar conmigo. Toño tuvo aquel año “doble ración de vigía”.

La verdad, nunca hizo falta el guarda, éramos unas niñas muy poco “libertinas” y sabíamos cuidar perfectamente de nuestra integridad física y lo de beber a lo bestia, estonces no era lo primordial como parece ser ahora, que en las peñas hay tal surtido de bebidas que parece el mas completo hipermercado, y no sólo en las peñas de adultos o de mayores, también en las de criaturas de la edad que yo tenía entonces.
En nuestra peña tan sólo se bebía limonada, tradicional por entonces en todas las peñas del pueblo y nosotras no éramos muy dadas al “deporte” de “empinar” el codo, que más bien lo utilizábamos para otra cosa… que nadie piense mal.

Los días antes de las fiestas los chicos se encargaban primero de buscar y alquilar una casa vieja para hacer la peña.
Se encargaban ilusionados de acarrear ramera para tapar el techo y las paredes más estropeadas.
Llevaban vigas y con ladrillos como “patas” formaban los bancos donde poder sentarse a descansar del bailoteo y los inocentes juegos tradicionales de entonces.
También cargaban con palos, plásticos y lo que podían, para formar un pequeño mostrador donde servir la limonada a miembros y visitantes. Luego para darle “intimidad” a la estancia y aspecto de “guateque”, pintaban las bombillas de verde para dar un carácter más “intimo” o más “cómplice”, para poder “meter mano”, que era lo único que metían –y poco-, aunque contaran mentiras más grandes que la torre, al referir sus “conquistas”.
Bien es verdad que algunas ya por entonces destacaban por su “ligereza de cascos” y bebían sin sed, pero eran las menos y las más… las menos habituales y las más frescas.

Nosotras por ser tan “recatadas” y “formalitas”, a lo más que llegamos era a bailar con los codos –ahora si- entre nuestro cuerpo y el del muchachito de nuestros amores.
Aun así, cada vez que alguien llamaba a la puerta, nos separábamos más si cabe, por si el que llegaba era Toño, que no pudiera dar de nosotras ningún parte de “mala conducta”.

La ramera no sólo adornaba la peña, además daba un peculiar perfume a la vieja y destartalada casa. Ocultaba el techo medio derruido que solían tener los locales; casas generalmente muy viejas y asequibles a los bolsillos de los chicos –las chicas entonces no pagábamos ninguna cuota- .
Ellos invitaban a las muchachas con la “sana intención” de ver que podían “pillar” además de para pasar tan buenos ratos jugando al “tío Maragato”, que con muchas variantes, sigue siendo tradición muy arraigada en mi querido pueblo.

¡¡Qué tiempos!! ¡¡Qué canciones y cantantes!!

Por entonces bailábamos con la música de “Palito Ortega” con su “La felicidad”, “los Diablos” con “Un rayo de sol”, también grupos como “Los Módulos” con su “Siento que ya llega la hora”, “Los Pasos”, “Los Brincos”... “El baúl de los Recuerdos” de “Karina” o el mítico “Formula V” y su “Cuéntame” tan popular actualmente por la serie del mismo titulo que tantos recuerdos evoca a “los niños” de mi generación.

La peña ¡¡¡que mayores éramos ya!!!
El próximo será el último, y ahora CONTINUARÁ...




sábado, 4 de abril de 2009

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS DE ADOLESCENTE CAPITULO SEXTO

Aquí continúa uno de los últimos capítulos... ¡¡Vale!!, No lloréis que aun falta un poquito.

Tan clara como la anécdota del capítulo anterior, guardo otra que siempre que la referimos nos hace reír.

Era un domingo primaveral por la mañana. Habíamos salido a dar un paseo, también las tres. Yo llevaba un vestido “mini”, aunque no demasiado, nunca fui extremada en modas.
Lo había comprado en una tienda moderna y recién inaugurada... “Simago”, el primer “gran almacén” de Valladolid.
Era blanco, de manga corta con el cuello y “boca mangas” en rojo y rayas del mismo color que formaban cuadros grandes.

Siempre me abrochaba hasta el último botón del cuello. Podía más el “recato” de mis pardillos 12 años que el asfixiante botón pegado al gaznate.
Aquella mañana por adorno me puse un collar de cadena dorada, largo, con cinco bolitas nacaradas que me había traído mi prima Chus de Barcelona.

Paseábamos por el museo de escultura policromada donde había un jardincito y en la acera de enfrente unos chavales imberbes y tan acnéicos como nosotras, no dejaban de molestarnos con sus “piropos” para intentar ligarnos, pero ni ellos sabían, ni nosotras queríamos.

Yo poco dada a esa forma de acercamiento que los chicos de entonces tenían con las muchachas, y este carácter impetuoso que me "adorna", les increpaba para que nos dejaran en paz. No calculé bien la distancia entre mis piernas y la valla blanca de protección del jardín, perdí pie y me caí de espaldas con las piernas hacia arriba... “patas arriba” sería la expresión adecuada.
Mi collar voló por los aires tanto como mi sentido del ridículo. Supongo que en unos segundos estaba en pie, pero las que estaban por los suelos eran Chus y Maribel que casi se asfixian de la risa.

La verdad yo misma no podía tenerme de tanto reír y los chicos testigos del culazo tampoco podían con su guasa.
Cada vez que recordamos esta caída, no podemos por menos de volver a reír como crías imaginando lo “mona” que estaba con mi mini vestido que debió subírseme hasta las axilas en la caída enseñando al viento las blancas bragas.
Afortunadamente aquellos chicos no volvieron a cruzarse en nuestro camino, y del hecho, sólo queda nuestro recuerdo. Evidentemente no existen imagenes, porque no había como grabarlas. Por increíble que ahora nos parezca, para vivir no nos hacían falta los móviles -aparatos impensables ni para el superagente 86-. Podíamos vivir muy tranquilos sin el Youtube ni los videos de primera... ni muchas más cosas.
Otra tarde de domingo, los padres de Maribel se habían ido a Toro -su pueblo natal- y teníamos la casa para nosotras solas. Juntamos las propinas y bajamos al quiosco a comprar montones de chucherías -ni por asomo tan variadas como actualmente- y una cajetilla de cigarrillos “Ducados”.

Estábamos empeñadas en aprender a fumar, -sobre todo mis dos amigas, que llegaron a ser empedernidas consumidoras de tabacarro- yo tengo que decir que jamás lo conseguí, tan sólo quemé algún que otro cigarro en mi vida, pero nunca tragué el humo, por tanto considero que no aprendí, de lo cual me alegro infinito.

Bien, pues aquella tarde, fuma que fuma hasta que terminamos todo el paquete entre las tres. Abrimos todas las ventanas y puertas para que se fuera el humo y no dejar rastro, pero... a Maribel no se le ocurrió otra cosa para que no las vieran sus padres en la basura, que tirar las colillas por el water.
Naturalmente al flotar no colaron por el inodoro y los padres de mi amiga vieron la "huella del crimen".
La bronca fue monumental para las tres, porque los padres de Maribel se lo dijeron a los míos y a Lucia; madre de Chus.

De todas nosotras la única que tenía teléfono era Chus y en muchas ocasiones gastamos algunas inocentes y estúpidas bromas, tales como marcar un número al azar y preguntar por el primer nombre que se nos ocurría, o decir: ¿Es casa Consuelo?, evidentemente nuestro interlocutor contestaba “NO”, ¿pues entonces donde pisa?... ¡¡En esa época no era un chiste tan "viejo"!!
Nunca hicimos nada que molestara demasiado, pero que nos hacía reír como criaturas que éramos.
¡¡Que sí!!, ¡¡Que queda poco pero continuará!! ...

BIENVENIDOS...

... A este Blog creado para difundir noticias e historias de mi pueblo. Espero que encontréis aquí lo que andabais buscando. Si no es así y creéis que puedo ayudaros a conseguirlo, dejad la pregunta en un comentario, y a la mayor brevedad será atendido. Gracias por venir.