sábado, 3 de noviembre de 2007

YA LLEGÓ EL OTOÑO -31-OCTUBRE-2007 "¿TOLOS SANTOS?" "¿JÁLOGÜIN?"















Sí, ya llegó la temperatura otoñal a Valladolid. Se nota en cuanto sales a la calle y te fijas un poco en la gente que pulula apresurada, mirando tristemente al suelo, embutida en estrechos abrigos y chaquetones de la temporada anterior, con los ojos llorosos por el viento frío, las manos en los bolsillos, hombros casi rozando la barbilla y la espalda tan curvada como la de Cuasimodo.
Hoy además es la víspera del puente de “Todos los Santos”. La mayoría de trabajadores y la totalidad de estudiantes, tienen por delante unos cuantos días de descanso.
En este paseo por las calles de mi ciudad, me topé con varias personas jóvenes portando pesadas maletas camino de algún medio de transporte que les devuelva por estos días a su hogar paterno, donde la única que no podrá disfrutar plenamente del puente será la madre, ocupada en lavar y planchar la ropita del hijo, en hacerle las comiditas que tanto le gustan… la pobre se desvive en darle gusto, a la par que proceder al llenado de despensa y billetero del hijo que está tieso para terminar el trimestre.

Las hojas de los árboles van perdiendo su color convirtiéndose en amarillo ocre para caer silenciosa y lentamente, dejando desnudas las ramas y las calles empercudidas, pero los que no caen son los ánimos de la gente para festejar cualquier cosa.
Las únicas flores frescas que pueden verse están en los escaparates de las tiendas que se dedican a venderlas y en las que se forman largas colas para adquirir los carísimos arreglos que servirán para engalanar los cementerios; cosa que dicho sea de paso, también se ha convertido –como tantas otras- en una fiesta comercial donde las que ganan son las floristerías, los “tó cien” y los bazares regentados por chinos, que en esta época se les abren los ojos como los de los besugos de la felicidad al ver los dineros que hacen de caja y no sólo por la venta de flores. Ahora además, también se desbordan los ingresos de quienes venden disfraces para esa presunta absurdez de nombre casi imposible de pronunciar: “Halloween”, “jálogüin” o “jalogüín”, depende quien hable de ella.

Por si no fueran suficientes todas las fiestas de las que disfrutamos al cabo del año por propia tradición, adoptamos otras extranjeras que terminarán engullendo las nuestras… ¡¡porque así somos nosotros, los españoles!!

Esta que nos ocupa; la de “Todos los Santos” hace tiempo era más sencilla y emotiva. Acudir al cementerio a llevar un ramillete de flores a nuestros muertos, limpiar las tumbas y pasar un rato “acompañándoles” era incluso bonito. Tanto que hasta aprovechábamos el frío que comenzaba a llegar por estas fechas, para estrenar el abrigo del inminente invierno y comer castañas asadas del puesto que instalaba a la puerta del cementerio “la señá Asunción”.

Ahora en todas las confiterías abundan también las interminables colas de espera apara adquirir los buñuelos de viento y los empalagosos huesos de santo… otro típico gasto de esta “fiesta comercial”.
Lo de adornar el cementerio se ha convertido en una especie de competición; de pugna por ser quien más recarga la tumba con centros, coronas, ramos y toda clase de carísimos arreglos florales que dicho sea de paso, encarecen abusivamente los precios. Aunque también se aprovecha el momento para criticar a los legatarios que se olvidan de poner un solo capullo a sus deudos, sobre todo si heredaron cuantiosos bienes de ellos.

Yo sigo pensando que a los que se van, no hace falta recordarles donde el cuerpo se pudre para hacerles sentir nuestro cariño, puesto que una parte de ellos queda para siempre en nuestro corazón y mencionándoles en positivo, les ayudamos mucho más a ser felices allá donde estén, que pararnos al lado de su tumba una vez al año; o rezar también a pie de panteón o de nicho, si esa es tu creencia.
Aun así, prefiero esta forma de celebrar “Todos los Santos” por ser nuestra y porque emborracharse disfrazado de monstruo y llegar zombi a casa, no me parece la mejor forma de recordar ni de respetar a nadie; vivo o muerto.

No me gustaría que perdiéramos nuestra tradición en detrimento de una extranjera y ya que cada vez hay más incineraciones y que a estos modernos que se disfrazan de muertos, no me los puedo imaginar limpiando ni “enflorando” tumbas, muy a mi pesar, intuyo, que se perderá nuestra tradición de “Tolos Santos” para enraizar el “Jálogüin”.

Si ya lo hicimos con los reyes magos por el barrigón, el Belén por el árbol, la dieta mediterránea por la comida basura; ¿Qué será lo próximo que queramos poner en cambalache?... ¿La piel morena que incluso pintara Julio Romero de Torres, por la cangrejera guiri?

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